Comprendí también que una prometida tenía que estar aderezada
para el día de sus bodas, y yo nada había hecho aún a este respecto… Entonces
le dije a Jesús: “¡Oh, Dios mío! No os pido pronunciar mis santos votos,
esperaré todo el tiempo que queráis. Lo único que deseo es que mi unión con vos
no se vea diferida por mi culpa. Voy a poner todo mi empeño en ir preparándome
un hermoso vestido, recamado de perlas. Cuando lo juzguéis suficientemente
hermoso y enriquecido, ¡estoy segura de que ni todas las criaturas del mundo
juntas podrán impediros bajar hasta mí a fin de unirme para siempre a vos,
Amado mío!”
(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita
del Niño Jesús).
No hay comentarios:
Publicar un comentario