viernes, 27 de febrero de 2015

A los pies del Santo Padre (I). Santa Teresita del Niño Jesús (XII)

En el Evangelio de aquel día se leían estas palabras: “No temas, rebañito mío, porque ha sido del agrado de mi Padre darte su reino”.

No, yo no temía. Esperaba que muy pronto sería mío el reino del Carmelo. No pensaba entonces en estas otras palabras de Jesús: “Os preparo mi reino como mi Padre me lo preparó a Mí”. Es decir, te reservo cruces y tribulaciones; así te harás digna de poseer ese reino por el que suspiras. ¡Puesto que a Cristo le fue necesario sufrir y por el sufrimiento entrar en su gloria, si deseas tener un sitio a mi lado, bebe el cáliz que Él mismo bebió!

Ese cáliz me lo dio a beber el Santo Padre, y mis lágrimas fueron a mezclarse con la amarga bebida que se me ofrecía.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 26 de febrero de 2015

Institutos Seculares nº3

En el corazón de un mundo que cambia, en el que persisten y se agravan injusticias y sufrimientos inauditos, estáis llamados a realizar una lectura cristiana de los hechos y de los fenómenos históricos y culturales. En particular, debéis ser portadores de luz y esperanza en la sociedad actual. No os dejéis engañar por optimismos ingenuos; por el contrario, seguid siendo testigos fieles de un Dios que ciertamente ama a esta humanidad y le ofrece la gracia necesaria para que pueda trabajar eficazmente en la construcción de un mundo mejor, más justo y más respetuoso de la dignidad de todo ser humano. El desafío que la cultura contemporánea plantea a la fe es precisamente este: abandonar la fácil inclinación a pintar escenarios oscuros y negativos, para trazar posibles vías, no ilusorias, de redención, liberación y esperanza".


(Discurso del Santo Padre S. Juan Pablo II a los participantes en el VII Congreso Internacional de los Institutos Seculares).


miércoles, 25 de febrero de 2015

Viaje a Roma (III). Santa Teresita del Niño Jesús (XI)

         ¡Cuánta poesía llenaba mi alma a la vista de todas aquellas cosas que yo admiraba por primera y  última vez en mi vida! Pero las veía desaparecer sin pena. Mi corazón suspiraba por otras maravillas. Ya había contemplado bastante las bellezas de la tierra, las del cielo eran el objeto de mis deseos. ¡Y para hacérselas gozar a las almas, deseaba convertirme en prisionera!
            
            (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 24 de febrero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (XI).

Pero no basta tener la vocación para hacer bien en una congregación; es necesario también tener fuerzas suficientes para seguirla. Hay quien tuvo vocación y no la siguió inmediatamente; se entregó a los vicios, se dejó llevar de sus malas inclinaciones y de este modo se hizo esclavo de sus pasiones, las que le tiranizan y ya casi no encuentra dueño de ellas. El noviciado fue establecido para que el novicio mida sus fuerzas, es decir, si su debilidad no le hace inútil para esta santa vida; está establecido para que el superior vea si el individuo tiene realmente la fuerza, la virtud y la voluntad resuelta de seguir su vocación.


El noviciado está establecido para que cada uno se embeba bien de las reglas y después pueda desempeñar sus deberes con facilidad y presteza. El noviciado está establecido para que cada uno se fortifique en las virtudes, de modo que, después de haber con la profesión religiosa reconquistado la inocencia bautismal, no la pierda de nuevo por la fuerza de las pasiones vivas e inmortificadas todavía.

lunes, 23 de febrero de 2015

¡Qué desigualdad más grande!


“Cuatro días nos deja el Señor para poder sufrir un poco por su Amor, 
y luego toda una eternidad que nos tiene reservada para gozar de Él.
 ¡Qué desigualdad más grande! 
¡Y pasarse estos cuatro días sin buscar el mayor desprecio, 
el mayor dolor!”


(Sta. Maravillas de Jesús)


domingo, 22 de febrero de 2015

Homilía del Papa Francisco a Obispos, Sacerdotes y Religiosos en Sri Lanka. (III)

Los pobres. Los pobres están en el centro del Evangelio, son el corazón del Evangelio: si quitamos a los pobres del Evangelio no se comprenderá el mensaje completo de Jesucristo. Como embajadores de Cristo, nosotros, obispos, sacerdotes y religiosos, debemos ser los primeros en acoger en nuestros corazones su gracia reconciliadora. San Pablo explica con claridad lo que esto significa: rechazar perspectivas mundanas y ver todas las cosas de nuevo a la luz de Cristo; ser los primeros en examinar nuestras conciencias, reconocer nuestras faltas y pecados, y recorrer el camino de una conversión constante, de una conversión cotidiana. ¿Cómo podemos proclamar a los demás la novedad y el poder liberador de la Cruz, si nosotros mismos no dejamos que la Palabra de Dios sacuda nuestra complacencia, nuestro miedo al cambio, nuestros pequeños compromisos con los modos de este mundo, nuestra «mundanidad espiritual»?

(Papa Francisco en Sri Lanka, Enero 2015)


sábado, 21 de febrero de 2015

Dilectus Meus Mihi


Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.

Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída,
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado,
que es mi Amado para mí,
y yo soy para mi Amado.

Hirióme con una flecha
enherbolada de amor,
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
ya yo no quiero otro amor,
pues a mi Dios me he entregado,
y mi Amado es para mí,
y yo soy para mi amado.



viernes, 20 de febrero de 2015

Viaje a Roma (II). Santa Teresita del Niño Jesús (X)

        A lo largo de todo nuestro viaje nos hospedamos en hoteles principescos. Nunca me había visto en medio de tanto lujo. Es el caso de decir, en verdad, que la riqueza no hace la felicidad, pues yo me habría sentido mucho más feliz bajo un techo de paja con la esperanza del Carmelo, que entre artesonados de oro, escaleras de mármol blanco y tapices de seda con la amargura en el corazón… Comprendí muy bien que la dicha no se halla en los objetos que nos rodean, sino en lo más íntimo del alma: se la puede poseer lo mismo en una prisión que un palacito. ¡La prueba es que yo soy mucho más dichosa hoy en el Carmelo, aun en medio de mis sufrimientos interiores y exteriores, que entonces en el mundo, cuando me veía rodeada de todas las comodidades de la vida y, sobre todo, de las dulzuras del hogar paterno!


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).



jueves, 19 de febrero de 2015

Cuando se piensa (II)

Cuando se piensa que la humanidad se ha redimido y que el mundo subsiste porque hay hombres y mujeres que se alimentan cada día de ese Cuerpo y de esa Sangre redentora que sólo un sacerdote puede realizar.

Cuando se piensa que el mundo moriría de la peor hambre si llegara a faltarle ese poquito de pan y ese poquito de vino.

Cuando se piensa que eso puede ocurrir, porque están faltando las vocaciones sacerdotales; y que cuando eso ocurra se conmoverán los cielos y estallará la Tierra, como si la mano de Dios hubiera dejado de sostenerla; y las gentes gritarán de hambre y de angustia, y pedirán ese pan, y no habrá quien se los dé; y pedirán la absolución de sus culpas, y no habrá quien las absuelva, y morirán con los ojos abiertos por el mayor de los espantos.

Cuando se piensa que un sacerdote hace más falta que un rey, más que un militar, más que un banquero, más que un médico, más que un maestro, porque él puede reemplazar a todos y ninguno puede reemplazarlo a él.


(Hugo Wast, Devocionario Católico)




miércoles, 18 de febrero de 2015

Viaje a Roma (I). Santa Teresita del Niño Jesús (IX)

Durante el viaje a Roma, la contemplación de todas aquellas bellezas sembraba pensamientos muy profundos en mi alma. Me parecía estar ya percibiendo la grandeza de Dios y las maravillas del cielo…

La vida religiosa se me aparecía tal cual es, con sus sujeciones, sus pequeños sacrificios cumplidos en la sombra. Comprendía qué fácil es replegarse una sobre sí misma, olvidar el fin sublime de la propia vocación, y pensaba: Más tarde, en la hora de la prueba, cuando, prisionera del Carmelo, no me sea dado contemplar más que un trocito de cielo estrellado, me acordaré de lo que estoy viendo hoy. Este pensamiento me dará valor; olvidaré fácilmente mis pobres y pequeños intereses recordando la grandeza y el poder de Dios, a quien únicamente quiero amar. No caeré en la desgracia de aficionarme a unas pajas, ahora que “¡mi corazón ha presentido lo que Jesús reserva a los que le aman!”


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 17 de febrero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (X).

“Es, pues, del todo cierto que todos nosotros hemos sido llamados a este estado?” Es del todo cierto. El poner en duda esto sería poner en duda lo que el Señor ha hecho. Estad, pues, todos tranquilos y ciertos de que vuestra vocación  es segura y de que, si observáis las Reglas de la Congregación, tenéis por delante abierto el camino que os conduce al cielo.


Creo que cuando uno es guiado por buen espíritu, es decir, aconsejado en esto por el superior y que no engaña a los superiores, sino que les abre sinceramente el corazón, éste, entrando en el noviciado, tiene ya cierta su vocación.

domingo, 15 de febrero de 2015

Aprovechar el tiempo


“No tengo más pena que la de perder el tiempo
que Él me dio para amarle y servirle”

(Sta. Maravillas de Jesús)


Homilía del Papa Francisco a Obispos, Sacerdotes y Religiosos en Sri Lanka. (II)

«El amor de Cristo nos apremia» (2 Co 5,14). En la primera lectura de hoy, san Pablo nos dice que el amor que estamos llamados a proclamar es un amor reconciliador, que brota del corazón del Salvador crucificado. Estamos llamados a ser «embajadores de Cristo» (2 Co 5,20). El nuestro es un ministerio de reconciliación. Proclamamos la Buena Nueva del amor infinito, de la misericordia y de la compasión de Dios. Proclamamos la alegría del Evangelio. Pues el Evangelio es la promesa de la gracia de Dios, la única que puede traer la plenitud y la salvación a nuestro mundo quebrantado. Es capaz de inspirar la construcción de un orden social verdaderamente justo y redimido.


Ser embajador de Cristo significa, en primer lugar, invitar a todos a un renovado encuentro personal con el Señor Jesús, nuestro encuentro personal con él. Esta invitación debe estar en el centro de vuestra conmemoración de la evangelización de Filipinas. Pero el Evangelio es también una llamada a la conversión, a examinar nuestra conciencia, como personas y como pueblo. Como los obispos de Filipinas han enseñado justamente, la Iglesia en Filipinas está llamada a reconocer y combatir las causas de la desigualdad y la injusticia, profundamente arraigadas, que deforman el rostro de la sociedad filipina, contradiciendo claramente las enseñanzas de Cristo. El Evangelio llama a cada cristiano a vivir una vida de honestidad, integridad e interés por el bien común. Pero también llama a las comunidades cristianas a crear «ambientes de integridad», redes de solidaridad que se extienden hasta abrazar y transformar la sociedad mediante su testimonio profético.

(Papa Francisco en Sri Lanka, Enero 2015)


sábado, 14 de febrero de 2015

P. Mendizábal (I).


             El gran modelo de nuestra consagración total a Cristo es la Santísima Virgen.

          Si queremos comprender un poco la virginidad de María tenemos que partir de este punto: la Virgen, desde su concepción destinada a ser Madre de Dios, era objeto de un amor de predilección de parte de Dios que no podemos concebir.

          Dios alrededor de ella constituía como un cerco amoroso que le hacía penetrar sensiblemente la delicadeza de su amor. Y ella lo sentía y tendía a Dios con toda la sublimidad y sencillez de la tendencia total.

          La mayor parte de las vírgenes cristianas entienden esta infiltración amorosa de Dios con sólo echar una mirada sobre sí mismas. Porque aun ahora Dios lo hace muchas veces.

Hay muchas almas que ha escogido desde pequeñas con amor, y es celoso de que el corazón de esas jóvenes no sea para ningún otro. A pesar de que nosotros muchas veces les damos consejos de que tienen que vivir la vida de hoy para que sean “normales”, porque todo lo demás es complejo, anormal, atentando así contra la vida de la gracia.


(En el Corazón de Cristo, P. Mendizábal).


viernes, 13 de febrero de 2015

Ante el Sr. Obispo (II). Santa Teresita del Niño Jesús (VIII)

Nos recibió el Sr. Révérony, secretario del Obispo. Viendo brillar las lágrimas en mis ojos, añadió: “¡Ah, veo diamantes!... ¡No hay que enseñárselos a Monseñor!”.

          Monseñor me preguntó si hacía mucho tiempo que deseaba entrar en el Carmelo:

          --¡Oh, sí, Monseñor, hace mucho tiempo…!

        --Veamos –replicó riendo el Sr. Révérony- no diréis que hace quince años que tenéis ese deseo.

          --Desde luego – respondí yo sonriendo también- pero no hay que quitar muchos años, porque deseé hacerme religiosa desde el primer despertar de mi razón, y deseé el Carmelo desde que lo conocí bien, porque me parecía que en esta orden se verían cumplidas todas las aspiraciones de mi alma.

          Monseñor, creyendo agradar a papá, trató de hacerme permanecer todavía algunos años cerca de él. Por eso, no quedó poco sorprendido y edificado al verle abogar por mí, intercediendo para que yo obtuviese el permiso de volar a los quince años.

          El Sr. Révérony dijo a papá que nunca se había visto cosa parecida: “¡Un padre tan impaciente por entregar su hija a Dios como ésta por ofrecerse ella misma!”.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 12 de febrero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (IX).

2º Si el Señor no os hubiese llamado a este estado, no os hubiese dado el deseo iluminado de buscarlo ni la voluntad de abrazarlo; no os habría puesto en las circunstancias de poder seguir vuestro deseo; no os habría hecho probar el placer y la paz que habéis sentido cuando supisteis que habíais sido aceptados. No penséis que éstas sean razones de poca importancia; son razones esenciales. Dios es dueño de todas las cosas, como de cada uno de nuestros pensamientos.

“Es, pues, del todo cierto que todos nosotros hemos sido llamados a este estado?” Es del todo cierto. El poner en duda esto sería poner en duda lo que el Señor ha hecho. Estad, pues, todos tranquilos y ciertos de que vuestra vocación  es segura y de que, si observáis las Reglas de la Congregación, tenéis por delante abierto el camino que os conduce al cielo.


Creo que cuando uno es guiado por buen espíritu, es decir, aconsejado en esto por el superior y que no engaña a los superiores, sino que les abre sinceramente el corazón, éste, entrando en el noviciado, tiene ya cierta su vocación.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Ante el Sr. Obispo (I). Santa Teresita del Niño Jesús


Partí a Bayeux, a presentarme al Obispo. Yo, que no tenía nunca necesidad de hablar, si no era para responder a las preguntas que se me hacían, iba a verme obligada a explicar por mí misma el motivo de mi visita, a exponer las razones que me impulsaban a solicitar la entrada en el Carmelo.

¡Cuánto me costó aquel viaje! Hubo de concederme Dios una gracia especialísima para poder vencer mi gran timidez… Es también mucha verdad que “el amor nunca halla imposibles, pues todo le parece posible y permitido”. Sólo el amor de Jesús, ciertamente, podía hacerme vencer aquellas dificultades y las que siguieron, pues plugo a Dios hacerme comprar el logro de mi vocación a costa de grandísimas tribulaciones.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).

martes, 10 de febrero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (VIII).


Replicará alguno “¿Pero estoy yo verdaderamente cierto de haber sido llamado para permanecer en esta vocación?” Y ¿no está establecido el noviciado en todas las congregaciones de intento para que el novicio, en el año de prueba, vea si verdaderamente está llamado por el Señor a aquella vida y para dar tiempo a los superiores de poder conocerlo y después aconsejarle y decirle: “Entra, conocemos que tienes vocación”, o por el contrario: “Sal, nos hemos dado cuenta que tú no tienes vocación”? Esto os lo digo sinceramente a cada uno en particular, y en general a todos. Ciertamente, vosotros habéis sido llamados a servir al Señor en la Congregación de San Francisco de Sales, y quien no corresponde, pone en grave peligro su eterna salvación. Pero ¿cómo? 

Por dos motivos: 
1º Si yo o vuestros superiores hubiésemos tenido alguna duda no os habríamos aceptado. Casi todos los días hay quien viene a pedir entrar, y los superiores ven que algunos no tienen las condiciones necesarias, es decir, no tienen vocación, y no lo aceptan. Si vosotros habéis sido recibidos, señal es de que vuestros superiores, que han sido puestos por Dios para dirigiros y que deben dar cuenta de vuestra alma, han conocido ser ésta la voluntad de Dios. Pero dirá alguno: “¿Acaso el superior no obra a favor suyo?” ¿Y creéis vosotros que el superior quiera perder su alma y entregar la vuestra por tener a uno más en la Congregación? Quien entra no siendo llamado de Dios, no hará más que dar disgustos en casa. Aun vosotros veis que esta suposición sería muy poco lógica.

lunes, 9 de febrero de 2015

Apóstol de los apóstoles


            Durante un mes conviví con muchos sacerdotes santos, y comprobé que si su dignidad sublime los eleva por encima de los ángeles, no por eso dejan de ser hombres débiles y frágiles… Si los santos sacerdotes a los que Jesús llama en su Evangelio “la sal de la tierra” muestran con su conducta que tienen necesidad extrema de oraciones, ¿qué se habrá de decir de los que son tibios? ¿No dijo también Jesús: “Si la sal se torna insípida, ¿con qué se la sazonará?”

        ¡Oh, Madre mía, qué bella es la vocación que tiene por fin conservar la sal destinada a las almas! Esta es la nuestra, puesto que el único fin de nuestras oraciones y de nuestros sacrificios es: ser cada una de nosotras “apóstol de apóstoles”, rogando por los sacerdotes, mientras ellos evangelizan a las almas con su palabra y, sobre todo, con su ejemplo…

(Santa Teresita del Niño Jesús, Historia de un alma)


domingo, 8 de febrero de 2015

Homilía del Papa Francisco a Obispos, Sacerdotes y Religiosos en Sri Lanka. (I)


«¿Me amas?... Apacienta mis ovejas» (Jn 21,15-17). Las palabras de Jesús a Pedro en el Evangelio de hoy son las primeras que os dirijo, queridos hermanos obispos y sacerdotes, religiosos y religiosas y jóvenes seminaristas. Estas palabras nos recuerdan algo esencial. Todo ministerio pastoral nace del amor... nace del amor. La vida consagrada es un signo del amor reconciliador de Cristo. Al igual que santa Teresa de Lisieux, cada uno de nosotros, en la diversidad de nuestras vocaciones, está llamado de alguna manera a ser el amor en el corazón de la Iglesia.

Os saludo a todos con gran afecto. Y os pido que hagáis llegar mi afecto a todos vuestros hermanos y hermanas ancianos y enfermos, y a todos aquellos que no han podido estar aquí con nosotros hoy. Ahora que la Iglesia en Filipinas mira hacia el quinto centenario de su evangelización, sentimos gratitud por el legado que han dejado tantos obispos, sacerdotes y religiosos de generaciones pasadas. Ellos trabajaron, no sólo para predicar el Evangelio y edificar la Iglesia en este país, sino también para forjar una sociedad animada por el mensaje del Evangelio de la caridad, el perdón y la solidaridad al servicio del bien común. Hoy vosotros continuáis esa obra de amor. Como ellos, estáis llamados a construir puentes, a apacentar las ovejas de Cristo, y preparar caminos nuevos para el Evangelio en Asia, en los albores de una nueva era.


(Papa Francisco en Sri Lanka, Enero 2015)


viernes, 6 de febrero de 2015

Confidencia de mi vocación a mi padre. Santa Teresita del Niño Jesús (VI)


Lo que no sabía era qué medios emplear para comunicárselo a papá… ¿Cómo hablarle de separarse de su reina, a él, que acababa de hacer el sacrificio de sus tres hijas mayores?... ¡Ah! ¡Cuántas luchas íntimas sufrí antes de sentirme con el suficiente valor para hablar!

Escogí el día de Pentecostés para hacerle a papá mi gran confidencia. Todo el día estuve rogando a los santos apóstoles que rogasen por mí, que me inspirasen las palabras que habría de pronunciar…

Por la tarde, estaba sentado al borde del aljibe, contemplando las maravillas de la naturaleza. Sin decir una sola palabra, fui a sentarme a su lado, con los ojos bañados en lágrimas. Me miró con ternura, y cogiendo mi cabeza, la apoyó en su corazón, diciéndome: “¿Qué te pasa, reinecita mía? … Cuéntamelo…” Luego, levantándose como para disimular su propia emoción, echó a andar lentamente, manteniendo mi cabeza junto a su corazón.

A través de mis lágrimas, le confié mi deseo de entrar en el Carmelo. Entonces sus lágrimas se mezclaron con las mías; pero no dijo ni una palabra para hacerme desistir de mi vocación. Dijo que Dios le dispensaba un gran honor pidiéndole de aquel modo a sus hijas.

¡El espectáculo de aquel anciano ofreciendo a su hija al Señor, aún en la primavera de la vida, tuvo que hacer sonreír a los ángeles!

(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 5 de febrero de 2015

Cuando se piensa

Cuando se piensa que ni la Santísima Virgen puede hacer lo que un sacerdote.

Cuando se piensa que ni los ángeles ni los arcángeles, ni Miguel ni Gabriel ni Rafael, ni príncipe alguno de aquellos que vencieron a Lucifer pueden hacer lo que un sacerdote.

Cuando se piensa que Nuestro Señor Jesucristo en la última Cena realizó un milagro más grande que la creación del Universo con todos sus esplendores y fue el convertir el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre para alimentar al mundo, y que este portento, ante el cual se arrodillan los ángeles y los hombres, puede repetirlo cada día un sacerdote.

Cuando se piensa en el otro milagro que solamente un sacerdote puede realizar: perdonar los pecados y que lo que él ata en el fondo de su humilde confesionario, Dios obligado por su propia palabra, lo ata en el cielo, y lo que él desata, en el mismo instante lo desata Dios.


(Hugo Wast, Devocionario Católico)


miércoles, 4 de febrero de 2015

Todo es vanidad y aflicción de espíritu debajo del sol. Santa Teresita del Niño Jesús (V)

A los diez años hicimos una visita a Alençon. Los amigos que allí teníamos eran demasiado mundanos, sabían compaginar demasiado bien las alegrías de la tierra con el servicio de Dios. Veo que todo es vanidad y aflicción de espíritu debajo del sol… y que el único bien consiste en amar a Dios con todo el corazón y en ser pobre de espíritu aquí abajo.

En casa de nuestro tío pasaba por una pequeña ignorante, buena y dulce, pero incapaz e inhábil. Considero todo esto como una gracia. Dios, queriendo sólo para sí mi corazón, cambiaba en amargura todos los consuelos de la tierra. Tanta mayor necesidad tenía de ello, cuanto que, seguramente, no hubiera permanecido insensible a los elogios.

Una señora decía, refiriéndose a mí, que tenía el pelo muy bonito… Otras, preguntaban que quien era aquella joven tan guapa. Y tales frases halagüeñas, dejaban en mi alma una impresión de placer que me demostraba claramente cuán llena estaba yo de amor propio.

¡Oh, qué compasión tengo de las almas que se pierden!... ¡Es tan fácil extraviarse por los senderos del mundo! Ciertamente, para un alma un poco elevada, la dulzura que él ofrece va mezclada de amargura, y nunca el inmenso vacío de los deseos podrá llenarse con las alabanzas de un instante… Pero si mi corazón no hubiese sido dirigido hacia Dios desde su primer despertar, si el mundo me hubiera sonreído desde mi entrada en la vida, ¿qué habría sido de mí?


         (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 3 de febrero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (VII).

Pero nosotros, ¿por qué motivo debemos hacernos religiosos? San Agustín dice a los cristianos: “Mirad quién nos llama”. Pues bien, escuchad esta voz que os llama y está en la Sagrada Escritura: Permaneced en la vocación en la que estáis.

Y aquí lo maravilloso es que el Señor no dice: “Conoce o procura conocer tu vocación”. No; para quien está en vuestro caso, no es cosa difícil el conocerla; lo que nos dice es que no se cierren los oídos a las voces que el Señor nos hace oír; que uno procure lo necesario de virtud, de buenas obras o de ciencia que se requiere para seguir esta vocación; después tranquilos estemos, que el Señor nos la hará conocer fácilmente; aún más, desde que nacemos nos predispone las cosas que nos han de conducir a seguir su vocación o llamada.
Me parece un error grave el decir que la vocación es difícil de conocer. El Señor nos pone en tales circunstancias, que nosotros no tenemos más que ir adelante, solamente hay que corresponderle. Es difícil conocerla cuando no se quiere seguir, cuando se rechazan las primeras inspiraciones. Es ahí donde se embrolla la madeja.

Uno comienza por descuidar la vocación, y después no sabe; le parece, no le parece…


Si se sigue el primer impulso de la gracia, las cosas cambiarán de aspecto. Mirad, cuando uno está indeciso sobre hacerse o no religioso, os digo abiertamente que éste ya tuvo vocación; no la ha seguido inmediatamente y se encuentra hora algo embrollado e indeciso. Decidle que rece, que se aconseje; pero hasta que no da una patada a todo y se arroja únicamente a las manos de Dios, estará siempre inquieto. Hace que se decida a hacerse religiosa; entra y con aquel acto termina todas las inquietudes. ¿Por qué? Porque ha terminado por seguir aquella voz del corazón que se lo imponía. De modo que a mí me parece clarísimo y natural el consejo del Apóstol: Permaneced en la vocación en la que estáis. Porque si el Señor os ha hecho desear y os ha conducido hasta este lugar, es decir, os ha dado la gracia ya de encarnar el deseo que os ha dado, es esto señal evidente de que Él es quien os llama.

lunes, 2 de febrero de 2015

En los momentos de desánimo y desaliento



“En los momentos de desánimo y desaliento 
no tomar ninguna resolución acerca de la vocación”.


(San Juan Bosco)


domingo, 1 de febrero de 2015

5º Expectativa del Papa Francisco para el Año de la Vida Consagrada


5. Espero que toda forma de vida consagrada se pregunte sobre lo que Dios y la humanidad de hoy piden.

Los monasterios y los grupos de orientación contemplativa podrían reunirse entre sí, o estar en contacto de algún modo, para intercambiar experiencias sobre la vida de oración, sobre el modo de crecer en la comunión con toda la Iglesia, sobre cómo apoyar a los cristianos perseguidos, sobre la forma de acoger y acompañar a los que están en busca de una vida espiritual más intensa o tienen necesidad de apoyo moral o material.

Lo mismo pueden hacer los Institutos dedicados a la caridad, a la enseñanza, a la promoción de la cultura, los que se lanzan al anuncio del Evangelio o desarrollan determinados ministerios pastorales, los Institutos seculares en su presencia capilar en las estructuras sociales. La fantasía del Espíritu ha creado formas de vida y obras tan diferentes, que no podemos fácilmente catalogarlas o encajarlas en esquemas prefabricados. No me es posible, pues, referirme a cada una de las formas carismáticas en particular. No obstante, nadie debería eludir este Año una verificación seria sobre su presencia en la vida de la Iglesia y su manera de responder a los continuos y nuevos interrogantes que se suscitan en nuestro alrededor, al grito de los pobres.

Sólo con esta atención a las necesidades del mundo y con la docilidad al Espíritu, este Año de la Vida Consagrada se transformará en un auténtico kairòs, un tiempo de Dios lleno de gracia y de transformación.