domingo, 30 de octubre de 2016

Papa Francisco en Nueva York (III)


Otro peligro surge cuando somos celosos de nuestro tiempo libre. Cuando pensamos que las comodidades mundanas nos ayudarán a servir mejor. El problema de este modo de razonar es que se puede ahogar la fuerza de la continua llamada de Dios a la conversión, al encuentro con Él. Poco a poco, pero de forma inexorable, disminuye nuestro espíritu de sacrificio, nuestro espíritu de renuncia y de trabajo. Y además nos aleja de las personas que sufren la pobreza material y se ven obligadas a hacer sacrificios más grandes que los nuestros, sin ser consagrados. El descanso es necesario, así como un tiempo para el ocio y el enriquecimiento personal, pero debemos aprender a descansar de manera que aumente nuestro deseo de servir generosamente. La cercanía a los pobres, a los refugiados, a los inmigrantes, a los enfermos, a los explotados, a los ancianos que sufren la soledad, a los encarcelados y a tantos otros pobres de Dios nos enseñará otro tipo de descanso, más cristiano y generoso.

Les doy las gracias por sus oraciones y su trabajo, así como por los sacrificios cotidianos que realizan en los diversos campos de apostolado. Muchos de ellos sólo los conoce Dios, pero dan mucho fruto a la vida de la Iglesia.

(Papa Francisco en Nueva York, Vísperas con los religiosos, Septiembre 2015)

Papa Francisco en Nueva York (II)


Un segundo aspecto es el espíritu de laboriosidad. Un corazón agradecido busca espontáneamente servir al Señor y llevar un estilo de vida de trabajo intenso. El recuerdo de lo mucho que Dios nos ha dado nos ayuda a entender que la renuncia a nosotros mismos para trabajar por Él y por los demás es el camino privilegiado para responder a su gran amor.

Para ser honestos, tenemos que reconocer con qué facilidad se puede apagar este espíritu de generoso sacrificio personal. Esto puede suceder de dos maneras, y las dos maneras son ejemplo de la «espiritualidad mundana», que nos debilita en nuestro camino de mujeres y hombres consagrados, de servicio y oscurece la fascinación, el estupor, del primer encuentro con Jesucristo.

Podemos caer en la trampa de medir el valor de nuestros esfuerzos apostólicos con los criterios de la eficiencia, de la funcionalidad y del éxito externo, que rige el mundo de los negocios. Ciertamente, estas cosas son importantes. Se nos ha confiado una gran responsabilidad y justamente por ello el Pueblo de Dios espera de nosotros una correspondencia. Pero el verdadero valor de nuestro apostolado se mide por el que tiene a los ojos de Dios. Ver y valorar las cosas desde la perspectiva de Dios exige que volvamos constantemente al comienzo de nuestra vocación y –no hace falta decirlo– exige una gran humildad. La cruz nos indica una forma distinta de medir el éxito: a nosotros nos corresponde sembrar, y Dios ve los frutos de nuestras fatigas. Si alguna vez nos pareciera que nuestros esfuerzos y trabajos se desmoronan y no dan fruto, tenemos que recordar que nosotros seguimos a Jesucristo, cuya vida, humanamente hablando, acabó en un fracaso: en el fracaso de la cruz.

(Papa Francisco en Nueva York, Vísperas con los religiosos, Septiembre 2015)

sábado, 29 de octubre de 2016

Desprendimiento. P. Mendizábal (XXII).


María y José tienen que retirarse a una gruta donde se recogen los animales, una gruta desapacible donde el ganado se protege de la lluvia. Y al llegar a ese lugar, la Virgen debió sentir profundamente lo terrible de aquella situación y el plan de Dios. Y al entrar debió pensar y exclamar: “¡Oh, pobreza, pobreza!, ¡ahora lo entiendo todo! Esto es lo que venía buscando mi Hijo con tanto hacerme abandonar, renunciar, humillarme. Me ha quitado todo, me ha dejado solo Jesús”. Para la Virgen es el único tesoro: le ha quitado todo lo demás, le ha dejado solo Jesús. Ésta suele ser la disposición íntima para el éxtasis del Nacimiento: “tener a Jesucristo como único tesoro del corazón”. Parece que me quita todo, y son los caminos de Dios, por donde nos lleva a su encuentro, al éxtasis del Nacimiento, al goce de la adoración y del abrazo de Cristo Encarnado.


(Con María, P. Mendizábal) 

viernes, 28 de octubre de 2016

Los tres clavos del misionero (II). P. Segundo Llorente (XX)


3. La disipación. En las misiones, como en cualquier otro lugar, se impone el alerta. Ni el decir adiós a los padres y hermanos, ni el renunciar voluntariamente a la patria y a los amigos, ni el surcar mares ignotos en busca de almas, son bastante para sostener espiritualmente al misionero, si este descuida los ejercicios espirituales de costumbre. A los dos días que abandone la oración y la presencia de Dios, se encuentra tibio y vacío de pensamientos y motivos espirituales, lo mismo que le acaece al religioso en la comunidad más observante. 

Dios no quiere que el misionero se envanezca creyendo que ha hecho mucho por él yendo a las misiones; al contrario, quiere que se convenza de que la vocación misionera es una gracia especialísima, un como regalo inmerecido, que Dios hace al misionero y por el cual exige pruebas de amor y fidelidad, que tal vez no le hubiera exigido si no le hubiera escogido para misionero.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

jueves, 27 de octubre de 2016

Exterminio del hombre viejo


- Lo que el mundo monástico necesita es algo radical, algo drástico, algo que lo sacuda y haga tambalear su complacencia. No vivimos la Regla al pie de la letra.

- Claro que no. La letra de la Regla es mortal.

- Sí, es mortal para el hombre viejo, haragán, rencoroso, falto de generosidad, que vive muy hondo dentro de nuestro ser. Roberto tiene fe en el exterminio de ese hombre. Estoy completamente seguro de que en su propio caso lo ha conseguido totalmente, y pienso que tal vez pueda conseguirlo en otros.


(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

martes, 25 de octubre de 2016

Instinto de conquista. Santo Cura de Ars (XXII)


A la oración juntó el Cura de Ars la penitencia, y fue, sin duda, para practicarla sin testigos, por lo que quiso vivir solo en la casa parroquial durante toda su vida. Si alguien pagaba por ellos, Dios perdonaría más fácilmente a los pobres pecadores: “Era, pues, menester a toda costa salvar las almas”.

Era un místico dotado de la verdadera intuición de las cosas: el espíritu del mal ejerce un poder tiránico sobre las almas impuras; se trataba nada menos que de librarlas de esa tiranía, y el Evangelio dice que “este linaje de demonios no se lanzan sino con el ayuno y la oración”. El Cura de Ars había recogido estas enseñanzas de labios del divino Maestro.


Veinte años después el Cura de Ars confiaría al reverendo Tailhades el secreto de sus primeras conquistas: “Amigo mío, el demonio no hace mucho caso de la disciplina y de otros instrumentos de penitencia. Lo que le pone en bancarrota son las privaciones en el comer, beber y dormir. Nada teme tanto como esto, y por lo mismo, nada es tan agradable a Dios. ¡Oh! ¡Cómo he tenido ocasión de experimentarlo! Cuando estaba solo, y lo estuve por espacio de ocho o nueve años, como podía entregarme sin medida a mis aficiones, llegaba a pasar días enteros sin comer…. Entonces conseguía de Dios cuanto quería para mí y para los otros”. 

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz).

Dominando la concupiscencia


"Pero para mayor abundancia diremos otra manera de ejercicio que enseña a mortificar la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida, que son las cosas que dice San Juan que reinan en el mundo, de las cuales proceden todos los demás apetitos. 

Lo primero, procurar obrar en su desprecio y desear que todos los hagan (y esto es contra la concupiscencia de la carne).


Lo segundo, procurar hablar en su desprecio y desear que todos lo hagan (y esto es contra la concupiscencia de los ojos).

Lo tercero, procurar pensar bajamente de sí en su desprecio y desear que todo lo hagan (y esto es contra la soberbia de la vida)."

(San Juan de la Cruz)



lunes, 24 de octubre de 2016


"No es verdadera virtud la que no tiene la contrariedad de una verdadera prueba".


(Santa María Magdalena de Pazzi)

domingo, 23 de octubre de 2016

Papa Francisco en Nueva York (I)


Con el propósito de ayudarles a seguir en el camino de la fidelidad a Jesucristo, me permito hacer dos breves reflexiones.

La primera se refiere al espíritu de gratitud. La alegría de los hombres y mujeres que aman a Dios atrae a otros; los sacerdotes y los consagrados están llamados a descubrir y manifestar un gozo permanente por su vocación. La alegría brota de un corazón agradecido. Verdaderamente, hemos recibido mucho, tantas gracias, tantas bendiciones, y nos alegramos. Nos hará bien volver sobre nuestra vida con la gracia de la memoria. Memoria de aquel primer llamado, memoria del camino recorrido, memoria de tantas gracias recibidas… y sobre todo memoria del encuentro con Jesucristo en tantos momentos a lo largo del camino. Memoria del asombro que produce en nuestro corazón el encuentro con Jesucristo. Hermanas y hermanos, consagrados y sacerdotes, pedir la gracia de la memoria para hacer crecer el espíritu de gratitud. Preguntémonos: ¿Somos capaces de enumerar las bendiciones recibidas, o me las he olvidado?

(Papa Francisco en Nueva York, Vísperas con los religiosos, Septiembre 2015)

viernes, 21 de octubre de 2016

Instinto de conquista. Santo Cura de Ars (XXI)


El Cura de Ars, con su amor a Dios y a las almas, tenía como en la sangre lo que se ha llamado “instinto de conquista”. Naturalmente enérgico y emprendedor, había soñado en una existencia muy ocupada y provechosa. En aquel reducido campo de acción que le fue confiado, hubiera podido disfrutar de muchos ratos de ocio, y sin embargo le veremos siempre en plena actividad y desde las primeras semanas sus jornadas serán muy llenas y fecundas.

Mucho antes de rayar el alba, cuando en Ars todo reposaba, se hubiera podido vislumbrar, a través del cementerio, un vago resplandor. El Rdo. Vianney, con una linterna en la mano, pasaba de la casa parroquial a la iglesia. El buen soldado de Cristo se dirigía al lugar de la oración. Se encaminaba en seguida al presbiterio y allí se ponía de rodillas. Entonces se expansionaba su corazón cargado de deseos, cargado ya de sufrimientos. En el silencio de la noche, pedía al Señor, en voz alta, que tuviese piedad de su rebaño y de su pastor.


“¡Dios mío –decía- concededme la conversión de mi parroquia; consiento en sufrir cuanto queráis durante toda mi vida…. Sí, durante cien años los dolores más vivos, con tal que se conviertan!” Y regaba las gradas con sus lágrimas. Al despertar el día, el buen sacerdote todavía estaba allí. 

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

jueves, 20 de octubre de 2016

Sacerdote para la eternidad (XIX)


Acostumbrémonos a hablar con esta sinceridad al Señor, cuando baja, Víctima inocente, a las manos del sacerdote. La confianza en el auxilio del Señor nos dará esa delicadeza de alma, que se vierte siempre en obras de bien y de caridad, de comprensión, de entrañable ternura con los que sufren y con los que se comportan artificialmente fingiendo una satisfacción hueca, tan falsa, que pronto se les convierte en tristeza.

Agradezcamos, finalmente, todo lo que Dios Nuestro Señor nos concede, por el hecho maravilloso de que se nos entregue El mismo. ¡Que venga a nuestro pecho el Verbo encarnado!... ¡Que se encierre, en nuestra pequeñez, el que ha creado cielos y tierra!... La Virgen María fue concebida inmaculada para albergar en su seno a Cristo. Si la acción de la gracia ha de ser proporcional a la diferencia entre el don y los méritos, ¿no deberíamos convertir todo nuestro día en una Eucaristía continua? No os alejéis del templo apenas recibido el Santo Sacramento. ¿Tan importante es lo que os espera, que no podéis dedicar al Señor diez minutos para decirle gracias No seamos mezquinos. Amor con amor se paga.

(Homilía de s. José María Escrivá de Balaguer)

miércoles, 19 de octubre de 2016

Ovejas y pastor. Santo Cura de Ars (XX)


Una vez instalado, emprendió enseguida la campaña para la conquista de las almas. En las primeras entrevistas con sus feligreses hablaba casi únicamente de los intereses materiales, de los trabajos, del tiempo, de las futuras cosechas… Procuraba enterarse de la situación de las familias, del número y edad de los hijos, de sus relaciones de parentesco y amistad. Una palabra de religión lanzada al final de la visita, provocaba la respuesta, que le permitía juzgar del mayor o menor grado de fe de cada casa.


¡Mas ¡ay! en este punto cuántas lagunas y cuántas miserias! El Rdo. Vianney comprobó con pena, que cierto número de sus feligreses ignoraban las nociones más elementales del catecismo, principalmente los que habían crecido durante la Revolución, o sea, los jóvenes y las muchachas, los hombres y las mujeres de veinticinco a treinta años. De estos principalmente procedían los ejemplos corruptores. Muchos llegaban hasta a vanagloriarse, no viendo en lo que hacían ningún mal.

¡Cómo volver al redil ovejas tan cegadas! El joven pastor sintió su impotencia, pero no se desalentó: contaba con Dios y con el tiempo.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

martes, 18 de octubre de 2016

Para apaciguar las pasiones naturales


Y para mortificar y apaciguar las cuatro pasiones naturales, que son gozo, esperanza temor y dolor, de cuya concordia y pacificación salen esto y los demás bienes, es total remedio lo que se sigue y de gran merecimiento y causa de grandes virtudes. Procure inclinarse: 

No a lo más fácil, sino a lo más dificultoso.
No a los más sabroso, sino a lo más desabrido.
No a lo más gustos, sino antes a lo que da menos gusto.
No a lo que es descanso, sino a lo trabajoso.
No a lo que es consuelo sino al desconsuelo.
No a lo más, sino a lo menos.
No a lo más alto y precioso, sino a lo más bajo y despreciado.
No a lo que es querer algo, ni a no querer nada.
No andar buscando lo mejor de las cosas temporales, 
sino lo peor y desear entrar en toda desnudez y vacío y pobreza 
por Cristo de todo cuanto hay en el mundo.

Y estas obras conviene las abrece de corazón, y procure allanar la voluntad en ellas. Porque, si de corazón las obra, muy en breve vendrá a hallar en ellas gran deleite y consuelo, obrando ordenada y discretamente.





lunes, 17 de octubre de 2016

domingo, 16 de octubre de 2016

Sentido de la responsabilidad en la Iglesia. Papa Francisco en Filadelfia (II)


Uno de los grandes desafíos de la Iglesia en este momento es fomentar en todos los fieles el sentido de la responsabilidad personal en la misión de la Iglesia, y capacitarlos para que puedan cumplir con tal responsabilidad como discípulos misioneros, como fermento del Evangelio en nuestro mundo. Esto requiere creatividad para adaptarse a los cambios de las situaciones, transmitiendo el legado del pasado, no solo a través del mantenimiento de estructuras e instituciones, que son útiles, sino sobre todo abriéndose a las posibilidades que el Espíritu nos descubre y mediante la comunicación de la alegría del Evangelio, todos los días y en todas las etapas de nuestra vida.

Queridos hermanos y hermanas, les doy las gracias por la forma en que cada uno de ustedes ha respondido a la pregunta de Jesús que inspiró su propia vocación: «¿Y tú?». Los animo a que renueven la alegría, el estupor de ese primer encuentro con Jesús y a sacar de esa alegría renovada fidelidad y fuerza. 

(Papa Francisco en Filadelfia, Septiembre 2015)

viernes, 14 de octubre de 2016

Huir de las superficialidades


Por el primer grado de esta virtud, guárdate, Filotea, de admitir ninguna clase de delectación, que esté prohibida y vedada. Por el segundo grado, huye, cuanto te sea posible, de las delectaciones inútiles y superfluas, aunque sean lícitas y estén permitidas. Por el tercero, no pongas afecto en los placeres y deleites. 

Las vírgenes necesitan una castidad en extremo simple y delicada, para alejar de su corazón toda suerte de pensamientos curiosos y para despreciar, con desdén absoluto, toda clase de placeres inmundos, los cuales, ciertamente, no merecen ser deseados por los hombres, puesto que los jumentos y los cerdos son más capaces de ellos. Guárdense, pues, mucho, las almas puras, de poner jamás en duda que la castidad es incomparablemente mejor que todo cuanto le es incompatible, porque, como dice San Jerónimo, el enemigo, empuja con violencia a las vírgenes al deseo de probar las delectaciones, representándoselas como infinitamente más agradables y sabrosas de lo que son, cosa que, con frecuencia, las perturba en gran manera, porque, como añade este Santo Padre, creen que es más delicioso lo que desconocen. Porque, así como la mariposa al ver la llama, anda revoloteando curiosamente en torno de ella, para ver si es tan deliciosa como hermosa, y empujada por esta ilusión, no cesa, hasta que perece en la primera prueba, del mismo modo, los jóvenes, de tal manera se dejan cautivar por la falsa y necia afición al placer de las llamas voluptuosas, que, después de muchos pensamientos curiosos, acaban por perderse y arruinarse en ellas, y, en esto, son más necios que las mariposas, puesto que éstas tienen algún motivo para creer que el fuego es delicioso, porque es tan bello, mientras que ellos, sabiendo que lo que buscan es extremadamente deshonesto, no por ello dejan de tener en más estima la loca y brutal delectación. 


Ves, pues, que la castidad es necesaria. «Procurad la paz con todos, dice el Apóstol, y la santidad, sin la cual nadie verá a Dios». Ahora bien, por la santidad entiende la castidad, como dice San Jerónimo y hace notar San Crisóstomo. No, Filotea, «nadie verá a Dios sin la castidad, nadie habitará en su santo tabernáculo, si, no es limpio de corazón»; y, como dice el mismo Salvador, «los perros y los impúdicos serán ahuyentados», y «bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios».

(S. Francisco de Sales, Introducción a la vida devota)

Los tres clavos del misionero. P. Segundo Llorente (XIX)


Al afortunado, a quien le quepa en suerte ser escogido por uno de los “doce”, le espera una vida de cruz a la cual le sujetan tres clavos, a cual más fuertes, y son estos: 

1. La lengua. Aquella memoria feliz de la adolescencia se ha atrofiado por el uso del raciocinio en los días maduros, y cuesta muchos sudores y esfuerzos retener palabras como tekteljounga, ajanajkagolok, talluyaijtoveagameaut y otras dos mil por el estilo. 

En los viajes, por la calle, en las casas y sobre todo en la iglesia, se encuentra el misionero cara a cara con las almas, en las que tanto soñó, pero aquellas almas allí presentes se encuentran a cien leguas de él, no se entienden; ni siquiera les puede hablar. 

2. El desencanto. No se viene a ser javieres legendarios en busca de reinos, que se ganarán infaliblemente para la cruz con solo caminar de ciudad en ciudad con el crucifijo en alto, ni espere nadie que se le canse el brazo de bautizar como el apóstol de las Indias. 

El misionero del siglo XX tiene que contestarse tal vez con enseñar griego o latín a los chicos indígenas, amigos de recreo y vacaciones, o con escribir artículos de apologética en una revista del país, o con visitar un distrito vastísimo, cuyas distancias le roban en viajes una tercera parte del tiempo. Al cabo de un año de fatigas sin cuento no se han bautizado arriba de treinta o cincuenta o tal vez ciento.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

jueves, 13 de octubre de 2016

Institutos Seculares (XVI)


“Debemos expresar una profunda gratitud al Padre de infinita misericordia, quien ha considerado en su corazón las necesidades de la humanidad, y con la fuerza vivificadora del Espíritu ha emprendido en este siglo iniciativas nuevas para su redención. Sea honor y gloria a Dios por esta irrupción de gracia, los Institutos Seculares, en los cuales manifiesta su inagotable benevolencia con que la propia Iglesia ama al mundo en nombre de su Dios y Señor.

La novedad del don que el Espíritu ha hecho a la fecundidad perenne de la Iglesia, en respuesta a las exigencias de nuestro tiempo, se aprecia sólo si se comprenden bien sus elementos constitutivos en su inseparabilidad: la consagración y la secularidad; el consiguiente apostolado de testimonio, de compromiso cristiano en la vida social y de evangelización; la fraternidad, que, no determinada por una comunidad de vida, es verdaderamente comunión; la misma forma externa de vida, que no se distingue del ambiente en el cual está presente.

En este momento es obligado conocer y dar a conocer esta vocación tan actual y, aun diría yo, tan urgente de personas que se consagran a Dios practicando los consejos evangélicos, y con tal consagración especial, se esfuerzan por impregnar toda su sida y todas sus actividades creando en sí mismas una total disponibilidad a la voluntad del Padre y trabajando por cambiar el mundo desde dentro (cfr. Alocu. agosto 1980).” 

(Discurso a la Asamblea Plenaria de la Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares. S.S San Juan Pablo II, 6 de Mayo de 1983)

miércoles, 12 de octubre de 2016

Sencillez. Santo Cura de Ars (XIX)


Como mobiliario conservaría solamente una cama ordinaria, dos mesas viejas, algún armario, dos sillas de enea, una olla de hierro, una sartén y otros insignificantes enseres domésticos. 


Tanta sencillez impresionó a aquellas buenas gentes. Los habitantes más acomodados, propietarios o ricos colonos, para quienes era cosa dura dar un céntimo a los pobres, quedaron estupefactos al ver que su párroco no guardaba nada para sí; ante este rasgo se vieron obligados a reconocer en él a un verdadero hombre de Dios. Los mendigos, a quienes distribuía abundantes limosnas, bien pronto pregonaron sus alabanzas.
(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

martes, 11 de octubre de 2016

Una gran regla práctica


"Lo segundo para poder bien hacer esto, cualquier gusto que se le ofreciere a los sentidos, como no sea puramente para honra y gloria de Dios, renúncielo y quédese vacío de él por amor de Jesucristo, el cual en esta vida no tuvo otro gusto, ni le quiso que hacer la voluntad de su Padre, lo cual llamaba él su comida y manjar. 


Pongo ejemplo: si se le ofreciera gusto de oír cosas que no importen para el servicio y honra de Dios, ni lo quiere gustar ni las quiera oír. Y si le diere gusto mirar cosas que no le ayuden a amar más a Dios, ni quiera el gusto ni mirar las tales cosas. Y con este cuidado en breve adelantará mucho".

lunes, 10 de octubre de 2016

Basta de lágrimas


"Basta de lágrimas, a trabajar y a estar alegres, 
que no se está con cara de pesimista en presencia del Señor".


(Santa María Mazarello)

domingo, 9 de octubre de 2016

¿Y tu? Papa Francisco en Filadelfia (I)


La mayoría de ustedes conocen la historia de santa Catalina Drexel, una de las grandes santas que esta Iglesia local ha dado. Cuando le habló al Papa León XIII de las necesidades de las misiones, el Papa –era un Papa muy sabio– le preguntó intencionadamente: «¿Y tú?, ¿qué vas a hacer?». Esas palabras cambiaron la vida de Catalina, porque le recordaron que al final todo cristiano, hombre o mujer, en virtud del bautismo, ha recibido una misión. Cada uno de nosotros tiene que responder lo mejor que pueda al llamado del Señor para edificar su Cuerpo, la Iglesia.

«¿Y tú?». Me gustaría hacer hincapié en dos aspectos de estas palabras en el contexto de nuestra misión específica de transmitir la alegría del Evangelio y edificar la Iglesia, ya sea como sacerdotes, diáconos, miembros varones y mujeres de institutos de vida consagrada.

En primer lugar, aquellas palabras –«¿Y tú?»– fueron dirigidas a una persona joven, a una mujer joven con altos ideales, y le cambiaron la vida. Le hicieron pensar en el inmenso trabajo que había que hacer y la llevaron a darse cuenta de que estaba siendo llamada a hacer algo al respecto. ¡Cuántos jóvenes en nuestras parroquias y escuelas tienen los mismos altos ideales, generosidad de espíritu y amor por Cristo y la Iglesia! Les pregunto: ¿Nosotros los desafiamos? ¿Les damos espacio y los ayudamos a que realicen su cometido? ¿Encontramos el modo de compartir su entusiasmo y sus dones con nuestras comunidades, sobre todo en la práctica de las obras de misericordia y en la preocupación por los demás? ¿Compartimos nuestra propia alegría y entusiasmo en el servicio del Señor?

(Papa Francisco en Filadelfia, Septiembre 2015)

sábado, 8 de octubre de 2016

Ya no durmáis


Todos los que militáis

debajo de esta bandera

ya no durmáis, ya no durmáis,

pues que no hay paz en la tierra.

Y como capitán fuerte

quiso nuestro Dios morir

comencémosle a seguir

pues que le dimos la muerte.

Ya no durmáis, ya no durmáis

pues Dios falta de la tierra.

Aventuremos la vida,

pues no hay quien mejor la guarde

que el que la da por perdida.

Sigamos estas banderas

pues Cristo va en delantera.

No hay que temer, no durmáis,

Porque no hay paz en la tierra. 

(Poesías, XXIX)

viernes, 7 de octubre de 2016

Toma de contacto con la Parroquia. Santo Cura de Ars (XVIII)


Echó de ver el señor Vianney la buena semilla, pero la encontró tan esparcida entre la cizaña, que le causó espanto. Fue a través de su delicadeza de conciencia y de su horror al pecado, como el nuevo cura contempló su parroquia. Esto le hizo descubrir ciertas miserias, que hubieran escapado a otros ojos menos delicados. Sin perder el tiempo en inútiles lamentaciones, puso en seguida manos a la obra. No tenía la pretensión de convertir todo el universo, pero si aquella reducida aldea, cuyas almas Dios acababa de confiarle. Desde este punto de vista es cómo hay que juzgar las enseñanzas y los actos del Cura de Ars en los primeros años de su vida apostólica. Hablará a los de Ars y clamará contra los abusos de Ars. 


Su programa, meditado ante el sagrario, será el de todo pastor deseoso del bien de su rebaño: ponerse cuanto antes en contacto con sus feligreses; asegurar la cooperación de las familias más honorables; mejorar a los buenos; reducir a los indiferentes; convertir a los pecadores escandalosos y, por encima de todo, rogar a Dios, de quien dimanan todos los dones, santificarse a sí mismo para santificar a los demás y hacer penitencia por todos los culpables.

En presencia de semejante empresa, ¡se sentía tan débil, tan vacío! Mas el joven párroco rural poseía la fuerza de la gracia. Dios había escogido la humildad para abatir el poder del orgullo. Un sacerdote santo iba a realizar grandes cosas con medios al parecer bien pequeños.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz).

jueves, 6 de octubre de 2016

Solo un error en la vida


La tarde del entierro de Teodorico, Mario encontró a su amigo sentado ante su mesa, contemplando fijamente el crucifijo que tenía entre las manos.

- ¿Estáis pensando en la muerte? –le preguntó.

- ¡En la vida, Mauro, en la vida! –respondió con firmeza inesperada Roberto sin levantar siquiera los ojos- Lo que importa no es la muerte, lo que importa es lo que pasa antes de la muerte.

Y volviéndose hacia su amigo, añadió:

- Pensadlo bien; mi padre ha ganado la eternidad por lo que hizo en el tiempo. Las acciones que llamamos “pasajeras”, los hechos que llamamos “cosas del momento”, tienen una duración eterna. Nuestras vidas se viven bajo la mirada del Eterno, lo que comprobaríamos si tuviéramos los ojos bien abiertos. Mauro: nuestros días son proyectados contra un fondo de finalidad que asusta. ¿Oísteis las últimas palabras de mi padre?

- No.

- “Solo hay un error en la vida –dijo- el de no ser santo”.

- ¿Dijo eso?

- Sí, Mauro; tales fueron las palabras que, moribundo, pronunció mi padre, y en toda su vida no pronunció una sílaba más cierta. Para eso nacen los hombres, Mauro. Para eso estamos aquí, en San Pedro de la Celle, vos y yo: para no cometer el único error de la vida.


(Tres monjes rebeldes, P. Raymond).

miércoles, 5 de octubre de 2016

El camino de Ars. Santo Cura de Ars (XVII)


El nuevo párroco podía apenas descubrir su parroquia. Una niebla se había extendido sobre la campiña y velaba los horizontes. No habiendo encontrado quien les guiara, pasada la aldea de Toussieux, los viajeros se extraviaron y anduvieron durante algún tiempo a la aventura.

Un niño llamado Antonio les puso de nuevo en el mismo camino. “Amigo –dijo el sacerdote- tú me has mostrado el camino de Ars; yo te mostraré el camino del cielo”.


Después el joven pastor dijo que el sitio donde se hallaban era justo el límite de la parroquia. El cura de Ars se puso de rodillas y rezó.

Al divisar a la luz del crepúsculo aquellas casas cubiertas de paja: “¡Cuán pequeño es!” pensó; y luego, movido de un sobrenatural presentimiento, añadió: “esta parroquia, con el tiempo, no podrá contener a los que acudirán a ella”. Luego se arrodilló y rezó al Ángel de la guarda de aquel pueblo. Su primera visita fue para la iglesia.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

martes, 4 de octubre de 2016

La regla de Oro


Comenzamos con una serie de avisos que nos da San Juan de la Cruz para "negarnos a nosotros mismos". 
"Estos avisos son breves y pocos, yo entiendo que son tan provechosos y eficaces como compendiosos, de manera que el que de verás se quisiese ejercitar en ellos, no le harán falta otros ningunos, antes en estos los abrazará todos. Lo primero, traiga un ordinario apetito de imitar a Cristo en todas sus cosas, conformándose con su vida, la cual debe considerar para saberla imitar y haberse en todas las cosas como se hubiera él".

lunes, 3 de octubre de 2016

Para estar alegre


"Para estar alegre, es preciso seguir adelante con sencillez, 
no buscar satisfacción en las criaturas ni en las cosas de este mundo, 
y el Señor hará el resto"


(Santa María Mazarello)

domingo, 2 de octubre de 2016

Papa Francisco en Cuba y Estados Unidos (V)


Hermano sacerdote, hermano Obispo, no le tengas miedo a la misericordia. Dejá que fluya por tus manos y por tu abrazo de perdón, porque ese o esa que están ahí son el más pequeño. Y por lo tanto, es Jesús. 

El Señor reza para que nos llenemos «de la misma perfecta alegría» que Él tiene (cf. Jn 17,13). La alegría de los cristianos, y especialmente la de los consagrados, es un signo muy claro de la presencia de Cristo en sus vidas. Cuando hay rostros entristecidos es una señal de alerta, algo no anda bien. Y Jesús pide esto al Padre nada menos que antes de ir al huerto, cuando tiene que renovar su «fiat». No dudo que todos ustedes tienen que cargar con el peso de no pocos sacrificios y que para algunos, desde hace décadas, los sacrificios habrán sido duros. Jesús reza también desde su sacrificio para que nosotros no perdamos la alegría de saber que Él vence al mundo. Esta certeza es la que nos impulsa mañana a mañana a reafirmar nuestra fe. «Él (con su oración, en el rostro de nuestro Pueblo) nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría» (Evangelii gaudium, 3).

¡Qué importante, qué testimonio el de irradiar siempre y por todas partes esa alegría, no obstante los cansancios, los escepticismos, incluso la desesperanza, que es una tentación muy peligrosa que apolilla el alma!

(Papa Francisco, Viaje Apostólico a Cuba y Estados Unidos, Septiembre 2015)

sábado, 1 de octubre de 2016

Noche oscura. P. Mendizábal (XXI)


Si miramos el Corazón de la Virgen, tuvo que ser para ella una fatiga del corazón pensar que “el que ocupara el trono de David, su padre, el que reinará en la casa de Jacob para siempre”, se encuentra todas las puertas cerradas y no tiene un lugar para nacer.


¡Qué prueba de fe para ella! ¡Qué oscuridad de su fe! Y ahí está. En la vida podemos pasar momentos muy oscuros. Si el Señor nos quiere, nos llevará muchas veces por esos caminos. Tratemos de mantener la fidelidad al Señor en cada paso y tengamos presente que lo más oscuro de la noche está a pocos minutos de la aurora. Y muchas veces es así, la aurora está quizás cerca, hay que aguantar aun cuando no se vea nada, hay que soportar y adelante. Esta tendencia tiene que estar en nosotros si queremos llegar al éxtasis, al encuentro del Nacimiento. Es un camino duro, camino de fe, camino de oscuridad, pero ¡estamos cerca! Tenemos que vivir en esa actitud de desprendimiento.

(Con María, P. Mendizábal)