viernes, 7 de octubre de 2016

Toma de contacto con la Parroquia. Santo Cura de Ars (XVIII)


Echó de ver el señor Vianney la buena semilla, pero la encontró tan esparcida entre la cizaña, que le causó espanto. Fue a través de su delicadeza de conciencia y de su horror al pecado, como el nuevo cura contempló su parroquia. Esto le hizo descubrir ciertas miserias, que hubieran escapado a otros ojos menos delicados. Sin perder el tiempo en inútiles lamentaciones, puso en seguida manos a la obra. No tenía la pretensión de convertir todo el universo, pero si aquella reducida aldea, cuyas almas Dios acababa de confiarle. Desde este punto de vista es cómo hay que juzgar las enseñanzas y los actos del Cura de Ars en los primeros años de su vida apostólica. Hablará a los de Ars y clamará contra los abusos de Ars. 


Su programa, meditado ante el sagrario, será el de todo pastor deseoso del bien de su rebaño: ponerse cuanto antes en contacto con sus feligreses; asegurar la cooperación de las familias más honorables; mejorar a los buenos; reducir a los indiferentes; convertir a los pecadores escandalosos y, por encima de todo, rogar a Dios, de quien dimanan todos los dones, santificarse a sí mismo para santificar a los demás y hacer penitencia por todos los culpables.

En presencia de semejante empresa, ¡se sentía tan débil, tan vacío! Mas el joven párroco rural poseía la fuerza de la gracia. Dios había escogido la humildad para abatir el poder del orgullo. Un sacerdote santo iba a realizar grandes cosas con medios al parecer bien pequeños.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz).

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