viernes, 21 de octubre de 2016

Instinto de conquista. Santo Cura de Ars (XXI)


El Cura de Ars, con su amor a Dios y a las almas, tenía como en la sangre lo que se ha llamado “instinto de conquista”. Naturalmente enérgico y emprendedor, había soñado en una existencia muy ocupada y provechosa. En aquel reducido campo de acción que le fue confiado, hubiera podido disfrutar de muchos ratos de ocio, y sin embargo le veremos siempre en plena actividad y desde las primeras semanas sus jornadas serán muy llenas y fecundas.

Mucho antes de rayar el alba, cuando en Ars todo reposaba, se hubiera podido vislumbrar, a través del cementerio, un vago resplandor. El Rdo. Vianney, con una linterna en la mano, pasaba de la casa parroquial a la iglesia. El buen soldado de Cristo se dirigía al lugar de la oración. Se encaminaba en seguida al presbiterio y allí se ponía de rodillas. Entonces se expansionaba su corazón cargado de deseos, cargado ya de sufrimientos. En el silencio de la noche, pedía al Señor, en voz alta, que tuviese piedad de su rebaño y de su pastor.


“¡Dios mío –decía- concededme la conversión de mi parroquia; consiento en sufrir cuanto queráis durante toda mi vida…. Sí, durante cien años los dolores más vivos, con tal que se conviertan!” Y regaba las gradas con sus lágrimas. Al despertar el día, el buen sacerdote todavía estaba allí. 

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

No hay comentarios:

Publicar un comentario