sábado, 31 de enero de 2015

Vuestra soy, para vos nací



Vuestra soy, para Vos nací,
¿qué mandáis hacer de mí?


Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
bondad buena al alma mía;
Dios alteza, un ser, bondad,
la gran vileza mirad
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mí?

viernes, 30 de enero de 2015

¡Oh, feliz ignorancia, cuán grandes males me ha evitado! Santa Teresita del Niño Jesús (IV)

Si mi corazón, sensible y amoroso, hubiera encontrado un corazón capaz de comprenderlo, se habría entregado a él fácilmente… Intente trabar amistad con algunas jovencitas de mi edad, sobre todo con dos de ellas. Las amaba y, por su parte, ellas me amaban a mí, en la medida en que eran capaces de hacerlo. Pero ¡ay! ¡¡Qué estrecho y veleidoso es el corazón de las criaturas!! Pronto comprendí que mi amor era incomprendido.

Viendo que Celina se aficionaba a una de nuestras profesoras, quise imitarla; pero no lo conseguí, por no saber ganarme la simpatía de las criaturas. ¡Oh, feliz ignorancia, cuán grandes males me ha evitado!

¡Cuántas gracias doy a Jesús por haber permitido que no hallase más que amargura en las amistades de la tierra!


         (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 29 de enero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (VI).

Dejad que os diga también esto: aun sobre esta tierra, el que quiere que nada le falte, y aun tener honor y gloria, hágase religioso, pero buen religioso. Os contaré algún hecho y tocaréis con la mano esta verdad. Pongamos como ejemplo a D. Juan Cagliero: si no hubiese entrado en la Congregación concedamos que sería un buen sacerdote, un celoso eclesiástico, un maestro de música. Pero ved: renunció a toda gloria mundana, se retiró entre nosotros; y bien mirado, la gloria, de la que él huía, le ha seguido y la ha alcanzado mucho más grande, tanto que ahora casi todos los periódicos, no solo de Italia, sino aun de Francia, España, Alemania, Inglaterra, hablan de él y le califican como excelente maestro de música, como compositor, como un gran predicador, como profesor de Teología… Y sin venir a la Congregación no habría tenido, ciertamente, nada de esto.

Otros, por ejemplo, Gioia y Belmonte: el primero llegaría a ser remendón, y el segundo un pobre doméstico. Se consagraron al Señor, y también ellos recibieron muchos honores en Roma del Papa, de cardenales y monseñores. Después, por esta partida para América, ¡cuántos elogios en todos los periódicos y de todas las buenas personas!

Nosotros habríamos sido pobres en el mundo; ahora, si caigo enfermo, tengo casas, fincas, castillos en todo lugar, donde el aire me haga bien; con domésticos en todas partes, buenos y fieles, prontos a servirme; cosas que ni los reyes tienen.


¿Pienso yo deciros ahora que os hagáis religiosos para adquirir fama, comodidades y riquezas? De ningún modo, sino que os he dicho estas cosas, y deseo que las tengáis bien presentes, ya porque nos hacen admirar la bondad y largueza del Señor, que da el centuplum también en este mundo de todo lo que se hace por Él, ya porque especialmente nosotros nos encontramos en medio del mundo y debemos hablar con gente del mundo, que no entienden otras razones, y podremos con éstas ponerlos en camino para que miren los intereses que les importan.


miércoles, 28 de enero de 2015

No se reciben postulantes de nueve años. Santa Teresita del Niño Jesús (III)


            Paulina, viendo expresada en mis deseos la voluntad del cielo, me dijo que pronto iría con ella a ver a la Madre priora del Carmelo y que habría que decirle lo que Dios me hacía sentir.

         Se escogió un domingo para esa visita solemne. Después de escuchar mis confidencias, la Madre María Gonzaga quedó convencida de mi vocación, pero me dijo que no se recibían postulantes de nueve años y que era necesario esperar a que cumpliera dieciséis. Yo me resigné, a pesar del vivo deseo que tenía de entrar lo antes posible…


         (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 27 de enero de 2015

Comentario del Evangelio Jn. 1, 35-42


San Juan Evangelista no ofrece en el capítulo uno, versículos del treinta y cinco al cuarenta y dos de su evangelio lo esencial de la vocación.

En primer lugar, en la vocación encontramos una revelación de amor, algo que aparece en nuestras vidas y mueve nuestra inteligencia, nuestra voluntad y todos nuestros afectos a ir tras eso que se nos revela. En este evangelio eso se observa en las palabras del Bautista cuando dice: “éste es el Cordero de Dios”. El cordero es signo de bondad, ternura, humildad, mansedumbre, docilidad, paz. Estas cosas son anheladas por el hombre que busca amar. A san Juan y a san Andrés en esas palabras se les revela la bondad que tanto buscan y les atrae irresistiblemente.


lunes, 26 de enero de 2015

Maestro, ¿dónde vives?

“Al día siguiente, estaba Juan otra vez allí con dos de sus discípulos y, mirando a Jesús que pasaba, dijo: «Éste es el Cordero de Dios». Los dos discípulos, al oírlo hablar así, siguieron a Jesús.

Él se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué queréis?». Ellos le respondieron: «Maestro, ¿dónde vives?».

«Venid y lo veréis», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde.

Uno de los dos que oyeron las palabras de Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo «Hemos encontrado al Mesías». Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Pedro».”

(Jn. 1, 35-42)


domingo, 25 de enero de 2015

4º Expectativa del Papa Francisco para el Año de la Vida Consagrada


4. Espero de vosotros, además, lo que pido a todos los miembros de la Iglesia: salir de sí mismos para ir a las periferias existenciales. «Id al mundo entero», fue la última palabra que Jesús dirigió a los suyos, y que sigue dirigiéndonos hoy a todos nosotros (cf. Mc 16,15). Hay toda una humanidad que espera: personas que han perdido toda esperanza, familias en dificultad, niños abandonados, jóvenes sin futuro alguno, enfermos y ancianos abandonados, ricos hartos de bienes y con el corazón vacío, hombres y mujeres en busca del sentido de la vida, sedientos de lo divino...

No os repleguéis en vosotros mismos, no dejéis que las pequeñas peleas de casa os asfixien, no quedéis prisioneros de vuestros problemas. Estos se resolverán si vais fuera a ayudar a otros a resolver sus problemas y anunciar la Buena Nueva. Encontraréis la vida dando la vida, la esperanza dando esperanza, el amor amando.

Espero de vosotros gestos concretos de acogida a los refugiados, de cercanía a los pobres, de creatividad en la catequesis, en el anuncio del Evangelio, en la iniciación a la vida de oración. Por tanto, espero que se aligeren las estructuras, se reutilicen las grandes casas en favor de obras más acordes a las necesidades actuales de evangelización y de caridad, se adapten las obras a las nuevas necesidades.


viernes, 23 de enero de 2015

Entrada de Paulina en el Carmelo. Santa Teresita del Niño Jesús (II)


He de hablaros ahora de la dolorosa afición que destrozó el corazón de Teresita cuando Jesús le arrebató a su querida mamá, a su Paulina…

Yo había dicho a Paulina que me gustaría ser ermitaña, irme con ella a un desierto lejano. Paulina me contestó que ése era también su deseo y que esperaría a que yo fuera mayor para marcharnos. ¿Cuál no sería mi dolor al oír a Paulina hablar con María de su próxima entrada en el Carmelo?

Yo no sabía lo que era el Carmelo, pero comprendía que Paulina iba a dejarme para entrar en un convento, que no me esperaría… ¡y estaba a punto de perder a mi segunda madre! ¿Cómo podría expresar la angustia que sintió mi corazón?

Siempre recordaré, Madre querida, con cuánta ternura me consolasteis… Luego me explicasteis en qué consistía la vida del Carmelo, ¡que me pareció muy bella! Repasando en mi mente todo lo que me habíais dicho comprendí que el Carmelo era el desierto adonde Dios quería que también yo fuese a esconderme… Lo comprendí con tan viva evidencia, que no quedó la menor duda en mi corazón. No fue un sueño de una niña que se deja entusiasmar, sino la cereza de una llamada divina. Deseaba ir al Carmelo, no por Paulina, sino únicamente por Jesús…


         (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 22 de enero de 2015

«Os daré pastores según mi corazón» (Jer 3, 15).

Con estas palabras del profeta Jeremías Dios promete a su pueblo no dejarlo nunca privado de pastores que lo congreguen y lo guíen: «Pondré al frente de ellas (o sea, de mis ovejas) Pastores que las apacienten, y nunca más estarán medrosas ni asustadas» (Jer 23, 4).

La Iglesia, Pueblo de Dios, experimenta siempre el cumplimiento de este anuncio profético y, con alegría, da continuamente gracias al Señor. Sabe que Jesucristo mismo es el cumplimiento vivo, supremo y definitivo de la promesa de Dios: «Yo soy el buen Pastor» (Jn 10, 11). Él, «el gran Pastor de las ovejas» (Heb 13, 20), encomienda a los apóstoles y a sus sucesores el ministerio de apacentar la grey de Dios (cf. Jn 21, 15ss.; 1 Pe 5, 2).

Concretamente, sin sacerdotes la Iglesia no podría vivir aquella obediencia fundamental que se sitúa en el centro mismo de su existencia y de su misión en la historia, esto es, la obediencia al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes» (Mt 28, 19) y «Haced esto en conmemoración mía» (Lc 22, 19; cf. 1 Cor 11, 24), o sea, el mandato de anunciar el Evangelio y de renovar cada día el sacrificio de su cuerpo entregado y de su sangre derramada por la vida del mundo.

Sabemos por la fe que la promesa del Señor no puede fallar. Precisamente esta promesa es la razón y fuerza que infunde alegría a la Iglesia ante el florecimiento y aumento de las vocaciones sacerdotales, que hoy se da en algunas partes del mundo; y representa también el fundamento y estímulo para un acto de fe más grande y de esperanza más viva, ante la grave escasez de sacerdotes que afecta a otras partes del mundo.


          (Fragmento de la Exhortación Apostólica postsinodal "Pastores dabo vobis").


miércoles, 21 de enero de 2015

Historia de un alma. Santa Teresita del Niño Jesús (I)


         A la Madre Inés de Jesús:

         A vos, Madre mía querida, vengo a confiar la historia de mi alma. Únicamente para vos escribo la historia de la florecilla.

         Creo que si una florecilla pudiera hablar, contaría con sencillez lo que Dios ha hecho por ella, sin pretender ocultar sus dones. No diría, so pretexto de falsa humildad, que carece de gracia y de aroma, que el sol le ha robado su brillo y que las tormentas le han tronchado su talo cuando está íntimamente convencida de lo contrario.

         La flor que va a contar su historia se complace en hacer públicas las delicadezas, enteramente gratuitas, de Jesús. Reconoce que nada había en ella capaz de atraer sobre sí sus divinas miradas, y que sólo su misericordia ha obrado todo lo bueno que hay en ella.


         (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 20 de enero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (V)

Habéis oído ya repetir muchas veces aquel dicho de Santiago Apóstol: todo el mundo está en poder del diablo. No penséis que sea exagerada la palabra todo. Ante todo está en el Evangelio, y después, ¡cuánta experiencia demuestra!


Por el contrario, el que deja el mundo y lo abandona, éste encuentra aquella preciosísima perla que es la vocación religiosa, ¡Oh!, sí, sí; venda todo, si es preciso, para comprar esta perla, porque siempre se compra barata. Alguien podrá decir: “Me he puesto en el buen camino; estoy tranquilo”. Y bien, y yo le digo a éste: “Ten en cuenta que en la vida religiosa no sólo encontrarás la paz, la salvación del alma, toda felicidad espiritual, sino también aquellos bienes temporales que en el mundo no habrías encontrado, aquí los tienes”.


lunes, 19 de enero de 2015

Señal de vocación


“Para tener una señal de verdadera vocación no necesitáis experimentar una constancia sensible; basta que persevere la parte superior del espíritu. No debe creerse falta de vocación la persona llamada que, antes de realizarla, no siente aquellos afectos sensibles que sentía en un principio. Basta que la voluntad siga constante a no querer abandonar el divino llamamiento”.


(San Francisco de Sales)


domingo, 18 de enero de 2015

3º Expectativa del Papa Francisco para el Año de la Vida Consagrada


3. Los religiosos y las religiosas, al igual que todas las demás personas consagradas, están llamadas a ser «expertos en comunión». Espero, por tanto, que la «espiritualidad de comunión», indicada por San Juan Pablo II, se haga realidad y que vosotros estéis en primera línea para acoger «el gran desafío que tenemos ante nosotros» en este nuevo milenio: «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión». Estoy seguro de que este Año trabajaréis con seriedad para que el ideal de fraternidad perseguido por los fundadores y fundadoras crezca en los más diversos niveles, como en círculos concéntricos.
La comunión se practica ante todo en las respectivas comunidades del Instituto. A este respecto, invito a releer mis frecuentes intervenciones en las que no me canso de repetir que la crítica, el chisme, la envidia, los celos, los antagonismos, son actitudes que no tienen derecho a vivir en nuestras casas. Pero, sentada esta premisa, el camino de la caridad que se abre ante nosotros es casi infinito, pues se trata de buscar la acogida y la atención recíproca, de practicar la comunión de bienes materiales y espirituales, la corrección fraterna, el respeto para con los más débiles... Es «la mística de vivir juntos» que hace de nuestra vida «una santa peregrinación». También debemos preguntarnos sobre la relación entre personas de diferentes culturas, teniendo en cuenta que nuestras comunidades se hacen cada vez más internacionales. ¿Cómo permitir a cada uno expresarse, ser aceptado con sus dones específicos, ser plenamente corresponsable?

También espero que crezca la comunión entre los miembros de los distintos Institutos. ¿No podría ser este Año la ocasión para salir con más valor de los confines del propio Instituto para desarrollar juntos, en el ámbito local y global, proyectos comunes de formación, evangelización, intervenciones sociales? Así se podrá ofrecer más eficazmente un auténtico testimonio profético. La comunión y el encuentro entre diferentes carismas y vocaciones es un camino de esperanza. Nadie construye el futuro aislándose, ni sólo con sus propias fuerzas, sino reconociéndose en la verdad de una comunión que siempre se abre al encuentro, al diálogo, a la escucha, a la ayuda mutua, y nos preserva de la enfermedad de la autoreferencialidad.

Al mismo tiempo, la vida consagrada está llamada a buscar una sincera sinergia entre todas las vocaciones en la Iglesia, comenzando por los presbíteros y los laicos, así como a «fomentar la espiritualidad de la comunión, ante todo en su interior y, además, en la comunidad eclesial misma y más allá aún de sus confines».

sábado, 17 de enero de 2015

Vivo sin vivir en mí


Vivo sin vivir en mí,
y tan alta vida espero,
que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
después que muero de amor;
porque vivo en el Señor,
que me quiso para sí:
cuando el corazón le di
puso en él este letrero,
que muero porque no muero.


viernes, 16 de enero de 2015

¿Sacerdote? Antes lo quiero muerto. San Juan Bosco (XI).

Acompañada de su hijo pequeño fue un día a ver a D. Bosco una señora perteneciente a una noble familia turinesa, que pasaba por ser muy religiosa.

         D. Bosco, en su bondad, preguntando a la señora por la salud de sus hijos, terminó por decirle:

         --Y de su primogénito, ¿qué piensa hacer?

         --Será diplomático, como su padre.

         --¿Y el segundo?

         --Está en la Academia Militar y piensa llegar a general, sería el primero de la familia que no llegara a ese grado.

         Y luego, señalando al pequeño, preguntó D. Bosco:

         --¿Y de éste? A este lo haremos sacerdote, ¿qué le parece?

         Cuando oyó la palabra sacerdote, la noble visitante, como espantada, permaneció un instante muda, pero luego se rehízo y exclamó furiosa:

         --¡No, sacerdote, no; antes muerto!

         D. Bosco, profundamente entristecido, trató de llevar a la señora a mejores sentimientos y le hizo notar que su palabra no era un veredicto. Todo fue inútil; la mujer repitió la tremenda imprecación y se retiró del todo descompuesta.

         Ocho días después D. Bosco la vio comparecer de nuevo, temblorosa y con los ojos hinchados y rogándole:

         --Venga, venga en seguida, por caridad, a bendecir a mi hijo, el que estuvo aquí conmigo: se me está muriendo.

         D. Bosco acudió al lecho del enfermito, que le tomó la mano y se la besó. Mientras tanto los médicos, tras su consulta, declararon sencillamente que ignoraban por completo la naturaleza del mal.

         El niño, que había comprendido todo, llama a su madre y con débil voz le dice:

         --Estos señores no saben por qué me muero, pero yo lo sé. Fueron tus palabras las que me dan la muerte. ¿Te acuerdas cuando estuvimos con D. Bosco? Pobre mamá. Tú preferías verme muerto antes que darme a Dios; y el Señor me toma para Él.


         D. Bosco, aterrorizado por la triste escena de que lo hacía espectador la divina justicia, no pudo hacer otra cosa que preparar a la familia exhortándola a resignarse a la voluntad de Dios y prometiendo hacer rezar con ese fin. Apenas había salido de la casa, cuando corrieron a anunciarle que el niño estaba muerto.

         (Florecillas de D. Bosco, 79).


jueves, 15 de enero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (IV)

Hasta aquí se ha supuesto que el joven que forma sus proyectos de fortuna, de felicidad y gloria, las consiga realmente; y os he dicho que, aunque lleguen a alcanzarlas, esas cosas no son nada. ¿Pero sucede siempre realmente lo que uno piensa? ¿Se alcanzan estas fortunas y gloria? Soy demasiado experimentado en estas cosas; os pude decir que sucede bien raramente. ¡Eh, sí! Uno piensa: después de aquel examen, de aquella licenciatura, heme hecho un profesor; y gano… gano ¡Oh! , ¡oh!... ¿pero aprobarás aquel examen? ¿Tienes medios suficientes para llegar a obtener la licenciatura? Obtenida la licenciatura, ¿tienes asegurado ya el empleo? Cada día veo que los proyectos son infinitos, pero lo que se realizan son muy pocos; y mientras parece que todo sonríe, surgen mil dificultades y dan al traste con todo.


miércoles, 14 de enero de 2015

Esforzarse por las vocaciones. San Juan Bosco (X)

En 1972 Don Bosco se encontró con el General de los Mínimos de San Francisco de  Paula, hombre muy docto. Habiéndolo saludado respetuosamente, durante la conversación Don Bosco preguntó:

-- Padre, usted como General de la orden, tendrá mucho que hacer.

--No lo crea; muy poco, porque somos pocos.

--¿Cuántos novicios tiene?

-- Ninguno.

--¿Y estudiantes?

-- Ninguno.

--Pero ¿cómo? ¿Usted no se preocupa de que una orden tan benemérita de la Iglesia, que no ha cumplido todavía su misión, no florezca?

-- No encontramos vocaciones.

-- Si no hallan vocaciones en Italia, vaya a Francia, a España, a América, a Oceanía, y busque quien se asocie a ustedes para perpetuar una orden tan ilustre como es a la que pertenece. Usted tiene una gravísima responsabilidad ante Dios. Cuántas fatigas, cuántos dolores tuvo que aguantar su santo fundador, San Francisco de Paula, para crear su orden. Y usted ¿consentirá que resulten vanas tantas oraciones, tantas fatigas y tantas esperanzas?

Y al hablar iba tomando un aspecto tan imponente, tan imperioso, y un acento tan vibrante que el buen padre General estaba como aniquilado ante él… y prometió que haría cuanto estuviese en su mano para encontrar vocaciones.

         El amor que D. Bosco tenía por todas las órdenes religiosas es indescriptible.


         (Florecillas de D. Bosco, 178).


martes, 13 de enero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (III).

Por lo tanto, para decidir la vocación es necesario traer a la mente el momento de la muerte; desde allí se ve lo que es realidad y lo que es vanidad. Es necesario ver nuestras verdaderas ventajas; no las cosas transitorias y caducas, sino las reales y eternas. ¡Oh, qué afortunado es el joven! Sí, no puedo disimularlo, ¡qué afortunado es el joven cuando, tratándose de conocer la propia vocación, encuentra alguna persona santa que le sepa indicar exactamente lo que el Señor quiere de él, que sepa hacerle considerar el punto de la vocación desde el punto de la muerte! Que sepa hacerle ver que si se equivoca, es para él un mal eterno; que sepa hacerle considerar el “y después”…


lunes, 12 de enero de 2015

Dios da la gracia


“Cuando Dios confía a una persona una misión u ocupación especial, 
se compromete a darle todas las gracias necesarias para cumplir bien esa misión”.


(San Juan XXIII).


domingo, 11 de enero de 2015

2º Expectativa del Papa Francisco para el Año de la Vida Consagrada


2. Espero que «despertéis al mundo», porque la nota que caracteriza la vida consagrada es la profecía. Como dije a los Superiores Generales, «la radicalidad evangélica no es sólo de los religiosos: se exige a todos. Pero los religiosos siguen al Señor de manera especial, de modo profético». Esta es la prioridad que ahora se nos pide: «Ser profetas como Jesús ha vivido en esta tierra... Un religioso nunca debe renunciar a la profecía».


sábado, 10 de enero de 2015

El perdón de un sacerdote de Jesucristo

       La mañana del 23 de julio de 1992, un numeroso grupo de militares serbios llegan al pueblo y se lleva a los 106 hombres católicos de la aldea, entre ellos al padre Ilijo Arlovic, sacerdote de varias de las aldeas cercanas en Bosnia.

         Durante dos semanas, el padre Ilijo y sus feligreses viven un auténtico infierno.

--Padre Ilijo, ¿qué recuerda de aquellos días?

--Recibí más de 300 golpes con un bate de béisbol. Me tiraban al suelo cada noche y literalmente bailaban sobre mi cuerpo cantando canciones marxistas. Me aplastaron. Me fracturaron siete costillas y me dislocaron varias vértebras. Pero eso no fue lo peor. En una aldea cercana, pequeña, asesinaron en una mañana a los 77 fieles católicos de la parroquia, todos ellos de entre 14 y 75 años. Familias enteras, mujeres, ancianos y niños de la misma casa.  Lo más doloroso que recuerdo de aquello es no haber muerto con ellos, con mis feligreses.

--¿Qué pasó cuando usted fue liberado?

--Al terminar la guerra yo volví a aquel pueblo y no quedaba nadie. Las casas estaban destruidas y la iglesia incendiada. Ahora solo hay un cementerio con 77 tumbas. Y recuerdo cómo años después, vino a mí uno de los delatores de mis feligreses, uno de los que señaló con el dedo las puertas de las csasas de los católicos. Vino porque durante la posguerra se pasaba hambre y él necesitaba trabajo. Y yo se lo di.

--¿Le perdonó?

--Sí. Le perdoné poque soy sacerdote de Jesucristo y Él me enseñó a pedonar a mis asesinos y torturadores. Si no le hubiese perdonado, no sería sacerdote de Jescristo.

--Padre Ilijo, ¿y ha olvidado?

-- No. Eso es imposible. Me gustaría olvidar todo aquello, de veras, pero las pesadillas no me dejan. Es suficiente con haber perdonado.

(Jesús García, Ayuda a la Iglesia Necesitada).

viernes, 9 de enero de 2015

Sólo las ofensas de Dios son dignas de las lágrimas de una esposa suya


Madre Maravillas a una novicia suya a la que había visto llorar:

“Si sus lágrimas son de contrición, las apruebo. Si no, 
sólo las ofensas de Dios son dignas de las lágrimas de una esposa suya...





jueves, 8 de enero de 2015

La mirada del crucifijo. San Juan Bosco (IX).

         Pasaron los años en el Oratorio. También llegó para Margarita Occhiena la hora del desfallecimiento y la amargura. Los chicos no paraban de hacer travesuras. Lo que acabó con su larga paciencia fue el destrozo de su huerto que le hicieron un día los jovenzuelos.

         Mamá Margarita se presentó, llorosa, en el despacho de su hijo:

--Escúchame, Juan –dijo.

--Diga, madre.

--No puedo seguir más tiempo aquí. Me vuelvo a mi rinconcito de Becchi.

--¿Qué ha sucedido, madre?

--Pero ¿no lo ves, Juan? No paran de hacerme trastadas. Y cada día que pasa, es peor. Cortaron la cuerda que sostenía la ropa limpia y todo se vino abajo. Me han destrozado las coles, los repollos, las legumbres del huerto… Destrozan, jugando, las camisas; los pantalones ya no sé cómo remendarlos… Entran a la cocina y se llevan peroles, cazuelas, y yo me vuelvo loca buscándolos. Yo pierdo la cabeza aquí. ¡Ay mi casita de Becchi! Me voy, Juan. Quiero morir en paz.

         Juan dejó que su madre se desahogase. Luego juntó sus manos, las apretó con las suyas y, en silencio, con la mirada, le mostró un crucifijo que pendía de la pared.

--Tienes razón, Juan –repuso la buena Margarita- Él padeció más, mucho más por nosotros.

         Deshizo allí mismo su hatillo. Y se quedó con el hijo hasta su muerte.


         (Don Bosco, un amigo del alma).