viernes, 30 de enero de 2015

¡Oh, feliz ignorancia, cuán grandes males me ha evitado! Santa Teresita del Niño Jesús (IV)

Si mi corazón, sensible y amoroso, hubiera encontrado un corazón capaz de comprenderlo, se habría entregado a él fácilmente… Intente trabar amistad con algunas jovencitas de mi edad, sobre todo con dos de ellas. Las amaba y, por su parte, ellas me amaban a mí, en la medida en que eran capaces de hacerlo. Pero ¡ay! ¡¡Qué estrecho y veleidoso es el corazón de las criaturas!! Pronto comprendí que mi amor era incomprendido.

Viendo que Celina se aficionaba a una de nuestras profesoras, quise imitarla; pero no lo conseguí, por no saber ganarme la simpatía de las criaturas. ¡Oh, feliz ignorancia, cuán grandes males me ha evitado!

¡Cuántas gracias doy a Jesús por haber permitido que no hallase más que amargura en las amistades de la tierra!


         (Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


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