martes, 13 de enero de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (III).

Por lo tanto, para decidir la vocación es necesario traer a la mente el momento de la muerte; desde allí se ve lo que es realidad y lo que es vanidad. Es necesario ver nuestras verdaderas ventajas; no las cosas transitorias y caducas, sino las reales y eternas. ¡Oh, qué afortunado es el joven! Sí, no puedo disimularlo, ¡qué afortunado es el joven cuando, tratándose de conocer la propia vocación, encuentra alguna persona santa que le sepa indicar exactamente lo que el Señor quiere de él, que sepa hacerle considerar el punto de la vocación desde el punto de la muerte! Que sepa hacerle ver que si se equivoca, es para él un mal eterno; que sepa hacerle considerar el “y después”…


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