domingo, 30 de abril de 2017

La vocación crece en la Iglesia


Durante el proceso formativo, los candidatos a las distintas vocaciones necesitan conocer mejor la comunidad eclesial, superando las percepciones limitadas que todos tenemos al principio. Para ello, es oportuno realizar experiencias apostólicas junto a otros miembros de la comunidad, por ejemplo: comunicar el mensaje evangélico junto a un buen catequista; experimentar la evangelización de las periferias con una comunidad religiosa; descubrir y apreciar el tesoro de la contemplación compartiendo la vida de clausura; conocer mejor la misión ad gentes por el contacto con los misioneros; profundizar en la experiencia de la pastoral en la parroquia y en la diócesis con los sacerdotes diocesanos. Para quienes ya están en formación, la comunidad cristiana permanece siempre como el ámbito educativo fundamental, ante la cual experimentan gratitud. 

(Papa Francisco, Jornada Mundial de Oración por las vocaciones 2016)

viernes, 28 de abril de 2017

El Señor quiere valerse de nosotros. P. Segundo Llorente (XXVIII)


¿Qué fuerza pervertiva tiene el enemigo y cuál es el más poderoso en estos tiempos? Hoy, como hace dos mil años, el enemigo es el monstruo de tres cabezas: mundo, demonio y carne.

A los paganos les cuesta mucho abandonar su modo de vivir. Antes de que viniera el misionero con escrúpulos de conciencia daba gusto vivir como lo habían venido haciendo los antepasados. Ahora tenemos que confesarnos, proponer la enmienda, creer en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, confiar filialmente en Dios sin caer en la tentación de pedir ayuda al demonio.

Todo eso es muy cuesta arriba para el pobre paganote que va de sorpresa en sorpresa cuando entra de lleno en el estudio del catecismo. Entonces se necesita la gracia de Dios so pena de que todo se derrumbe estrepitosamente.

Cuando las almas buenas esparcidas por la cristiandad oran y se sacrifican por las misiones, lo que en realidad hacen es obtener de Dios lluvias de gracias que caen mansamente sobre los corazones paganos y les hace fácil y hacedero lo que de otra manera les hubiera resultado imposible de toda imposibilidad. Y mientras más almas oren y se sacrifiquen, más abundantes serán esas lluvias de gracia divina y más paganos vendrán al redil del buen pastor.

Los católicos tenemos la responsabilidad abrumadora de ayudar a que el mundo se convierta. Cuando uno piensa en el hecho formidable de que Dios ha vinculado la salvación del mundo a nuestra cooperación, es como para enterrarse uno de miedo. 

¡Si lo hiciera el Señor solo! Pero no; quiere valerse de nosotros. Es como para que lo meditemos.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

jueves, 27 de abril de 2017

¿Exagerados?


- Perdonadme Esteban, y hacedme la merced de aclararme racionalmente la situación. ¿No exigís demasiado a la naturaleza humana?

- Fijémonos en los hechos. Llevamos aquí doce años y nadie, que yo sepa, se ha muerto por falta de alimento o exceso de trabajo. ¿Acaso os parezco yo un pobre famélico?

- En absoluto.

- Pues lo mismo ocurre con todo mi rebaño. Las prescripciones de San Benito, que nos señalan dos raciones cocidas, una libra de pan y tres cuartas partes de una pinta de vino, no solo bastan para sostener el cuerpo y el alma separados . La carne lucha más contra el espíritu si está sobrealimentada.

- Pero eso, Esteban, es indudablemente más de lo que Dios exige.


- Depende de lo que queréis decir con esto, Pedro. Es cierto que Dios no exige hacer todo cuanto hacemos en Citeaux para ir al cielo. Ni siquiera exige lo que hacéis vosotros en Cluny. Una orden es una cosa y un consejo otra. Pero si creéis que en Citeaux hacemos más de lo que a Dios agrada, ¿cómo interpretáis esto? –dijo, tomando un crucifijo y alzándolo en la mano- ¡También se rieron de Él!

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

miércoles, 26 de abril de 2017

Si ya tuviese un pie en el cielo. Santo Cura de Ars (XLV)


“Si ya tuviese un pie en el Cielo y me dijesen que volviese a la tierra para trabajar en la conversión de un pecador, con gusto volvería. Y si para esto fuere menester estar aquí hasta el fin del mundo, levantarme a media noche y sufrir lo que ahora sufro, aceptaría de todo corazón”.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

viernes, 14 de abril de 2017


"Dar testimonio de la verdad significa dar valor a Dios y su voluntad 
frente a los intereses del mundo y sus poderes."


(Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 2ª parte)

jueves, 13 de abril de 2017

El remedio de todos los males


“En la Cruz se halla el remedio en las tentaciones, la obediencia a Dios, 
la caridad con el prójimo y la paciencia en las adversidades.” 


(Santo Tomás de Aquino)

martes, 11 de abril de 2017

Resolví no saber cosa entre vosotros sino a Jesucristo, y este crucificado


Todo el bien que podemos tener, toda salvación y toda esperanza, todo en absoluto lo debemos a los méritos de Jesucristo.

Todo el fundamento de nuestra salvación, está en la humana redención, llevada a cabo en la tierra por el Verbo divino.


Dijo San Pablo: Resolví no saber cosa entre vosotros sino a Jesucristo, y este crucificado. ¿Por qué escribe que no quiere saber nada más que a Jesús crucificado? Porque la muerte padecida por Jesucristo en la cruz era lo que más le movía a amarle, a obedecerle, a ejercer la caridad con el prójimo y la paciencia en las adversidades, virtudes que de modo especial practicó y enseñó Jesucristo en la cátedra de la cruz.

(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

lunes, 10 de abril de 2017

La somnolencia de los discípulos


"La somnolencia de los discípulos sigue siendo a lo largo de los siglos 
una ocasión favorable para el poder del mal"


(Benedicto XVI, Jesús de Nazaret 2ª parte)

domingo, 9 de abril de 2017

Jesucristo murió para expiar nuestros pecados


El Redentor aceptó muerte tan ignomiosa porque moría ara pagar nuestros pecados, y por eso quiso que le clavaran en la Cruz para pagar nuestras malditas licencias; quiso con su desnudez pagar nuestra avaricia, con sus humillaciones nuestra soberbia, con su obediencia a los verdugos nuestras ambiciones de dominio, con sus espinas nuestros malos pensamientos, con su hiel nuestras intemperancias y con los dolores de su cuerpo nuestros sensuales placeres.


De ahí que con lágrimas de ternura, deberíamos agradecer al Padre habernos dado a su inocente Hijo para que con su muerte nos libras de la muerte eterna: Así amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo unigénito.

(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

sábado, 8 de abril de 2017

Jesucristo nos quiso redimir por el camino de la Cruz


Cuando el verbo divino se brindó a redimir a los hombres, se le presentaron dos caminos para conseguirlo, uno de gozo y de gloria, y el otro de penas y vituperios. Mas quien con su venida no solo quería librar a los hombres de la muerte eterna, sino también conquistarse el amor de todos los corazones humanos, rechazó la vida de gozo y de gloria y eligió la de penas y vituperios. Por lo tanto, para satisfacer por nosotros a la divina justicia y a la vez para inflamarnos en su santo amor, quiso cargar con todas nuestras deudas y, muriendo en la cruz, alcanzarnos la gracia y la vida bienaventurada: Nuestros sufrimientos Él los ha llevado, nuestros dolores los cargó sobre sí.


(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

viernes, 7 de abril de 2017

Para saldar la deuda de mis pecados


Dios no podía ver plenamente su justicia con todos los sacrificios que le hubieran ofrecido los hombres, aun de sus vidas, y por eso dispuso que su Hijo tomara carne humana y alcanzarles así la salvación: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito.

Y el unigénito Hijo consistió de buen grado en sacrificarse por nosotros y bajó a la tierra para inmolarse con su muerte y llevar a cabo la obra de la redención.


¡Oh Jesús mío oh víctima de amor, consumida por los dolores en la cruz para saldar la deuda de mis pecados!, quisiera morir de dolor al pensar en las veces que os ofendí, después de haberme vos amado tanto. No permitáis que viva aún ingrato a tanta bondad. Unidme por completo a vos y hacedlo por los méritos de la sangre por mi derramada.

(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

jueves, 6 de abril de 2017

Engañáronse los judíos



Engañáronse los judíos al fantasear que el Mesías había de venir a la tierra triunfador de todos los enemigos con el poderío de sus armas, y después de haberlos aniquilado y conquistado el dominio de toda la tierra, había de enriquecer y ennoblecer a sus seguidores.


Sobrado claramente predijeron los profetas que el Redentor viviría vida pobre y despreciada. Sabemos que fue pobre desde su nacimiento en Belén, humilde ciudad, y dentro de una cueva. Niño aún fue llevado a Egipto, donde vivió siete años como extranjero, en medio de bárbaras gentes, lejos de parientes y amigos, por lo que forzosamente hubo de vivir muy pobremente. Y cuando retornó a Judea continuó la pobreza de su vida. Ya había predicho frecuentemente, por boca de David, que durante toda su vida había de ser pobre y lleno de fatigas.

(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

miércoles, 5 de abril de 2017

La cátedra donde enseñó


"La Cruz no fue solo patíbulo donde Cristo padeció,
sino también cátedra donde enseñó".


(San Agustín)

Necesidad de un Redentor


Vino, pues, al mundo el amoroso Redentor y quiso, al hacerse hombre, remediar todos los daños que el pecado había ocasionado. Y, a la vez, no solo con sus enseñanzas, sino que también quiso con los ejemplos de su santa vida inducir a los hombres a observar los divinos preceptos, conquistando así la vida eterna. A tal fin renunció Jesucristo a todos los honores, delicias y riquezas de que hubiera podido disfrutar en esta vida, eligiéndose otra humilde, pobre y atribulada, hasta morir de dolor en una cruz.


(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

domingo, 2 de abril de 2017

La vocación nace en la Iglesia


Desde el nacimiento de una vocación es necesario un adecuado «sentido» de Iglesia. Nadie es llamado exclusivamente para una región, ni para un grupo o movimiento eclesial, sino al servicio de la Iglesia y del mundo. Un signo claro de la autenticidad de un carisma es su eclesialidad, su capacidad para integrarse armónicamente en la vida del santo Pueblo fiel de Dios para el bien de todos (ibíd., 130). Respondiendo a la llamada de Dios, el joven ve cómo se amplía el horizonte eclesial, puede considerar los diferentes carismas y vocaciones y alcanzar así un discernimiento más objetivo. La comunidad se convierte de este modo en el hogar y la familia en la que nace la vocación. El candidato contempla agradecido esta mediación comunitaria como un elemento irrenunciable para su futuro. Aprende a conocer y a amar a otros hermanos y hermanas que recorren diversos caminos; y estos vínculos fortalecen en todos la comunión.

(Papa Francisco, Jornada Mundial de Oración por las vocaciones 2016)

sábado, 1 de abril de 2017

Corazón redentor (II). P. Mendizábal (XXVII)


Tenemos que estar pensando en el bien que podemos hacer no solo en el momento de la oración, sino en el momento de la vida, que debe ser universalísimo y debe tener un deseo de la llegada del Reino de Cristo a la humanidad, a todos. En el día de hoy, yo puedo contribuir a la venida del Reino de Cristo en todas las personas con las que me encuentre. Puedo contribuir, entonces, ¡tengo una ilusión! La promoción del Reino de Cristo no es para mí una especie de oficio profesional para momentos y horas de trabajo, sino es la obsesión de mi vida: promover ese Reino de Cristo, construir esa Civilización del Amor.

A veces, la preocupación por gente muy lejana, por problemas de unas dimensiones que nos superan, nos llevan a descuidarnos de las soluciones que estarían en nuestra mano y que son las que tenemos que aplicar. Debemos evitar ese espejismo. Estamos para salvar al mundo en la medida de nuestro campo de acción.


En María, colaboradora a la Redención, vemos la aceptación de su misión a través de su entrega: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra”.

(Con María, P. Mendizábal)