viernes, 28 de abril de 2017

El Señor quiere valerse de nosotros. P. Segundo Llorente (XXVIII)


¿Qué fuerza pervertiva tiene el enemigo y cuál es el más poderoso en estos tiempos? Hoy, como hace dos mil años, el enemigo es el monstruo de tres cabezas: mundo, demonio y carne.

A los paganos les cuesta mucho abandonar su modo de vivir. Antes de que viniera el misionero con escrúpulos de conciencia daba gusto vivir como lo habían venido haciendo los antepasados. Ahora tenemos que confesarnos, proponer la enmienda, creer en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, confiar filialmente en Dios sin caer en la tentación de pedir ayuda al demonio.

Todo eso es muy cuesta arriba para el pobre paganote que va de sorpresa en sorpresa cuando entra de lleno en el estudio del catecismo. Entonces se necesita la gracia de Dios so pena de que todo se derrumbe estrepitosamente.

Cuando las almas buenas esparcidas por la cristiandad oran y se sacrifican por las misiones, lo que en realidad hacen es obtener de Dios lluvias de gracias que caen mansamente sobre los corazones paganos y les hace fácil y hacedero lo que de otra manera les hubiera resultado imposible de toda imposibilidad. Y mientras más almas oren y se sacrifiquen, más abundantes serán esas lluvias de gracia divina y más paganos vendrán al redil del buen pastor.

Los católicos tenemos la responsabilidad abrumadora de ayudar a que el mundo se convierta. Cuando uno piensa en el hecho formidable de que Dios ha vinculado la salvación del mundo a nuestra cooperación, es como para enterrarse uno de miedo. 

¡Si lo hiciera el Señor solo! Pero no; quiere valerse de nosotros. Es como para que lo meditemos.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

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