viernes, 7 de abril de 2017

Para saldar la deuda de mis pecados


Dios no podía ver plenamente su justicia con todos los sacrificios que le hubieran ofrecido los hombres, aun de sus vidas, y por eso dispuso que su Hijo tomara carne humana y alcanzarles así la salvación: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me diste un cuerpo a propósito.

Y el unigénito Hijo consistió de buen grado en sacrificarse por nosotros y bajó a la tierra para inmolarse con su muerte y llevar a cabo la obra de la redención.


¡Oh Jesús mío oh víctima de amor, consumida por los dolores en la cruz para saldar la deuda de mis pecados!, quisiera morir de dolor al pensar en las veces que os ofendí, después de haberme vos amado tanto. No permitáis que viva aún ingrato a tanta bondad. Unidme por completo a vos y hacedlo por los méritos de la sangre por mi derramada.

(Reflexiones sobre la Pasión de Jesucristo, S. Alfonso Mª de Ligorio)

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