lunes, 31 de agosto de 2015

Doblar vuestra voluntad y durará poco la tentación

 “Si queréis vengaros del demonio y libraros más presto de la tentación, que así como os venga, pidáis a la prelada que os mande a hacer algún oficio bajo o, como pudiereis, lo hagáis vos, y andéis estudiando en esto cómo doblar vuestra voluntad en cosas contrarias, que el Señor os la descubrirá, y con esto durará poco la tentación. Dios nos libre de personas que le quieren servir acordándose de la honra. Mirad que es mala ganancia y, como he dicho, la misma honra se pierde con desearla en especial en las mayorías, que no hay tóxico en el mundo que así mate como estas cosas la perfección.”


(Camino de perfección, Santa Teresa de Jesús)

domingo, 30 de agosto de 2015

La entrega total en medio del mundo.

No hay vocación más religiosa que el trabajo. Un laico católico, hombre o mujer, es alguien que toma el trabajo en serio. Sólo el cristianismo ha dado un sentido religioso al trabajo y reconoce el valor espiritual del progreso tecnológico.

Tenéis como finalidad la santificación de la vida permaneciendo en el mundo, en el propio puesto de trabajo y de profesión: vivir el Evangelio en el mundo, viviendo verdaderamente inmersos en el mundo, pero para transformarlo y redimirlo con el propio amor de Cristo. Realmente es una gran ideal el vuestro.

Tal es vuestro mensaje y vuestra espiritualidad: vivir unidos a Dios en medio del mundo, en cualquier situación, cada uno luchando por ser mejor con la ayuda de la gracia, y dando a conocer a Jesucristo con el testimonio de la propia vida.

¿Hay algo más bello y más apasionante que este ideal? Vosotros, insertos y mezclados en esta humanidad alegre y dolorosa, queréis amarla, iluminarla, salvarla: ¡benditos seáis y siempre animosos en este vuestro intento!

(S. Juan Pablo II)

sábado, 29 de agosto de 2015

Cántico espiritual (V)

Esposo
Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada.
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.

A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores,

Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
porque la esposa duerma más seguro.

viernes, 28 de agosto de 2015

Incapacidad de amar a Dios. Santa Teresa de Jesús (VII)

         Su orgullo también iba a quebrantarse. Siempre había ganado a los mejores en su propio terreno, pero en Nuestra Señora de Gracia experimentará por primera vez, con dolor, que le falta una forma específica de sensibilidad, una perfección, una grandeza: “Si veía a alguna tener lágrimas cuando rezaba, u otras virtudes, habíala mucha envidia, porque era tan recio mi corazón en este caso, que si leyera toda la Pasión no llorara una lágrima; esto me causaba pena”.

          Ella, tan audaz, se topa con un obstáculo que reside en ella misma: es una incapacidad para comprender a Dios y para amarle.

          Siguiendo los consejos de María de Briceño, comenzó a rezar mucho en voz alta y a pedir que rezaran por ella a fin de que Dios le mostrase claramente el camino en el que le serviría mejor; “mas todavía deseaba que no fuese monja”.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).

jueves, 27 de agosto de 2015

Sacerdote para la eternidad (IV)

Como todos los cristianos, los miembros del Opus Dei, sacerdotes o seglares, cristianos corrientes siempre, se incluyen entre los destinatarios de estas palabras de San Pedro: vosotros sois el linaje escogido, una clase de sacerdotes reyes, gente santa, pueblo de conquista, para publicar las grandezas de aquel que os sacó de las tinieblas a su luz admirable. Vosotros que antes no erais pueblo, y ahora sois el pueblo de Dios; que no habíais alcanzado misericordia, y ahora la habéis alcanzado (1 Pet II, 9-10).

Una y la misma es la condición de fieles cristianos, en los sacerdotes y en los seglares, porque Dios Nuestro Señor nos ha llamado a todos a la plenitud de la caridad, a la santidad: bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que nos ha colmado en Cristo de toda suerte de bendiciones espirituales del Cielo; así como por El mismo nos escogió antes de la creación del mundo, para ser santos y sin mácula en su presencia por la caridad (Eph I, 3-4).

No hay santidad de segunda categoría: o existe una lucha constante por estar en gracia de Dios y ser conformes a Cristo, nuestro Modelo, o desertamos de esas batallas divinas.A todos invita el Señor, para que cada uno se santifique en su propio estado. En el Opus Dei esta pasión por la santidad -a pesar de los errores y miserias individuales- no encuentra diferencia en el hecho de ser sacerdote o seglar; y, por lo demás, los sacerdotes son sólo una pequeñísima parte, comparados con el total de los miembros.

No se trata por tanto de renuncia alguna, si se mira con ojos de fe, cuando se llega al sacerdocio; y llegar al sacerdocio no supone tampoco un coronamiento de la vocación al Opus Dei. La santidad no depende del estado -soltero, casado, viudo, sacerdote-, sino de la personal correspondencia a la gracia, que a todos se nos concede, para aprender a alejar de nosotros las obras de las tinieblas y para revestirnos de las armas de la luz: de la serenidad, de la paz, del servicio sacrificado y alegre a la humanidad entera (Cfr. Rom XIII, 12).


(Homilía de S. José María Escrivá de Balaguer)


miércoles, 26 de agosto de 2015

En Nuestra Señora de Gracia. Santa Teresa de Jesús (VI).

Nuestra Señora de Gracia era el convento más prestigioso de Ávila. La alcurnia de las religiosas estaba a la altura de su fervor y su austeridad. La maestra de las jóvenes seglares, Doña María de Briceño, no las dejaba ni de día ni de noche; compartía su dormitorio, las acompañaba a la capilla y no se alejaba de ellas en el locutorio. Además de su santidad, debía tener un encanto extraordinario, ya que, a pesar de su severidad, las alumnas la adoraban.

          ¿Qué puede la vigilancia de una santa frente a la astucia de una joven dolida por su encierro? “Los primeros ocho días sentí mucho, y más la sospecha que tuve se había entendido la vanidad mía que no de estar allí; porque ya yo andaba cansada, y no dejaba de tener gran temor de Dios cuando le ofendía, y procuraba confesarme con brevedad. Traía un desasosiego que en ocho días, y aún creo menos, estaba muy más contenta que en casa de mi padre”.

          Sin embargo, la idea de ser monja ni se le ocurría, porque era “enemiguísima de ser monja”, aunque disfrutaba viviendo en un ambiente en el que la piedad y la discreción se le hacían amables.  María de Briceño aprovechó esta circunstancia: “Comenzó esta buena compañera a desterrar las costumbres que había hecho la mala, y a tornar a poner en mi pensamiento deseo de cosas eternas” Y añade: “y a quitar algo de la enemistad que traía con ser monja”.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).

lunes, 24 de agosto de 2015

Aspiración a mayorías

“En los movimientos interiores se traiga mucha cuenta, en especial si tocan en mayorías. Dios nos libre, por su Pasión, de decir ni pensar para detenerse en ello: “si soy más antigua”, “si he más años”, “si he trabajado más”, “si tratan a la otra mejor”. Estos pensamientos, si vinieren, es menester atajarlos con presteza; que si se detienen en ellos, o lo ponen en plática, es pestilencia y de donde nacen grandes males. “


(Camino de perfección, Santa Teresa de Jesús)


miércoles, 12 de agosto de 2015

Interna en Nuestra Señora de Gracia. Santa Teresa de Jesús (V).

Hacía dos meses que iba de fiesta en fiesta. ¿Qué sucedió entonces? Que Don Alonso decidió encerrar a su hija Teresa en un convento. Dio para ello una buena razón: Su hermana mayor acaba de marchar y no era correcto que tomase parte en los festejos sin ir acompañada. ¿Pensaría que aquellos primos con sus ropas de gala, jubones de terciopelo, mangas huecas y fruncidas, resultaban demasiado seductores para que un padre honesto pudiera dormir tranquilo? Teresa nos lo dice: “Era tan demasiado el amor que mi padre me tenía y la mucha disimulación mía, que no había de creer tanto mal de mí, y así no quedó en desgracia conmigo. Como yo temía tanto a la honra, todas mis diligencias eran que fuese secreto”.

         Adioses secretos también. Teresa derrama lágrimas que ella supone que son de desesperación, pero llora también cuando tiene que despojarse del collar de oro de cuatro vueltas que tanto le gusta, de las sortijas y pulseras, de los largos pendientes que tendrá prohibido lucir de ahora en adelante, y esta semejanza entre el dolor de su corazón y el de su vanidad la deja desconcertada.

         Tenía dieciséis años cuando ingresó en el convento de las agustinas de Nuestra Señora de Gracia.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).




domingo, 9 de agosto de 2015

Dificultades para la vocación

Desdichadamente vivimos en una época en la que el pecado se ha convertido hasta en una industria, que produce dinero, mueve planos económicos, da bienestar. Esta situación es realmente impresionante y terrible. ¡Es necesario no dejarse asustar ni presionar! ¡Cualquier época exige del cristiano “coherencia”!
Sed valientes. El mundo necesita testigos, convencidos e intrépidos. No basta discutir, hay que actuar, vivir en gracia, practicar toda la ley moral, alimentad vuestra alma con el cuerpo de Cristo, recibiendo seria y periódicamente el Sacramento de la Penitencia. Servid. Estad disponibles a amar, a socorrer: a ayudar en casa, en el trabajo, en las diversiones, con los cercanos y los alejados.
Meditad también con seriedad y generosidad, si el Señor llama a alguno de vosotros. ¿Cómo es posible esto? Buena pregunta. Nuestra bendita Madre, María de Nazaret hizo la misma pregunta por primera vez ante el extraordinario plan al que Dios la había destinado. Y la respuesta que recibió Maria de Dios Todopoderoso es la misma que os da a vosotros: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti porque para Dios nada es imposible”.
Conociendo bien la doctrina de Jesús es fácil actuar ante los retos de la vida sin miedo a equivocarnos o a estar solos, pues lo haremos, en todo momento y circunstancia, bajo la influyente guía de su propio Espíritu Santo, sea grande o pequeña.

(S. Juan Pablo II) 

sábado, 8 de agosto de 2015

P. Mendizábal (XII)

Cuando Dios invita, su invitación tiene una característica: ensancha el corazón. ¡Dios no agobia nunca! Cuando invita, abre el corazón, pone un anhelo. Puede ser que yo note que me cuesta, por otro lado; pero hay un empuje, un ensanchamiento, el corazón se dilata. Y cuando uno conoce este lenguaje, esta experiencia, percibe cómo las almas aun sin saberlo lo describen. El Papa en su Encíclica hablando de la Virgen una y otra vez la presenta con esta característica del corazón abierto, por ejemplo, dice así: “María, que por la eterna voluntad del Altísimo se ha encontrado en el centro mismo de aquellos inescrutables caminos y de los insondables designios de Dios, se conforma a ellos en la penumbra de la fe, aceptando plenamente y con un corazón abierto todo lo que está dispuesto en el designio divino”.

         Esta palabra, “corazón abierto”, es como la indicación de la acción de Dios. ¡Dios ensancha el corazón! ¡Dios no es minucioso, no es agobiante! Dios cuando interviene ensancha el ser, desde el fondo lo dilata, lo abre al amor. Sólo el amor abre, sólo el amor ensancha de verdad el fundamento de nuestro ser. Nosotros somos los minuciosos, Él es leal. Y cuando ve en nosotros lealtad y nobleza, Él se porta como caballero. Debemos decir así: “Jesucristo es un caballero siempre y se porta como caballero”. El Señor no tolera la doblez en nuestra vida: esa especie de querer estar en comunión con Él y seguir el camino de las tinieblas y del mundo, esa duplicidad, esa ambigüedad no la tolera. La doblez, ¡la aborrece! Él dice: “Que tu ojo sea sencillo. Si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo será luminoso”, Es vivir de verdad nuestra fe, a eso tenemos que tender. Es lo que vemos en la Virgen: una vivencia de fe. 


(Con María, P. Mendizábal).


viernes, 7 de agosto de 2015

Adolescencia (II). Santa Teresa de Jesús (IV)

No busquemos nada más que lo que ella misma confiesa sobre ese amor de la adolescencia del que se arrepintió amargamente. Se acusa del deleite que encontraba en las conversaciones con una prima poco escrupulosa en la elección de las diversiones y con la que compartía su afición por las vanidades. Don Alonso y la sensata hermana mayor protestaban inútilmente contra esa amistad. “Mi sagacidad para cualquier cosa mala era mucha”, confiesa Teresa.

         “Mi malicia para el mal bastaba, junto con tener criadas, que para todo mal hallaba en ellas buen aparejo. Que si alguna fuera en aconsejarme bien, por ventura me aprovechara; mas el interés les cegaba, como a mí la afección”. “Y pues nunca era inclinada a mucho mal, porque cosas deshonestas naturalmente las aborrecía, sino a pasatiempos de buena conversación; mas puesta en la ocasión, estaba en la mano el peligro, y ponía a él a mi padre y hermanos. De los cuales me libró Dios de manera que se parece bien procuraba contra mi voluntad que del todo no me perdiese”.

         Teresa tiene su excusa para esos amores secretos: su mismo confesor y muchas otras personas virtuosas no veían mal alguno en el sentimiento que la inclinaba hacia aquel joven: “era el trato con quien por vía de casamiento me parecía podía acabar bien”.

         Un primo enamorado, una prima y unas criadas cómplices: esto es lo que ella confiesa.

         Verdad es que a Teresa sólo le atrae lo que permanece “para siempre, para siempre”.

         La boda de su hermana María dio lugar a festejos, y Teresa, aunque enamorada, se asombró del placer que le producía que la admirasen y sufrió viendo a su caballero galantear a otras invitadas.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).


jueves, 6 de agosto de 2015

Sacerdote para la eternidad (III)

Todas esas consideraciones pueden aumentar, como os decía, los motivos de extrañeza. Algunos continuarán quizá preguntándose: ¿por qué esa renuncia a tantas cosas buenas y limpias de la tierra, a tener una ocupación profesional más o menos brillante, a influir cristianamente con su ejemplo en la sociedad desde el ámbito de la cultura profana, de la enseñanza, de la economía, de cualquier otra actividad ciudadana? Otros recordarán cómo hoy, en no pocos sitios, serpea una notable desorientación sobre la figura del sacerdote; se charlotea de que es preciso buscar su identidad y se pone en duda el significado que, en las circunstancias actuales, reúne ese darse a Dios en el sacerdocio. Finalmente, también podrá sorprender que, en una época en la que escasean las vocaciones sacerdotales, surjan entre cristianos que ya habían resuelto -gracias a una labor personal exigente- los problemas de colocación y trabajo en el mundo.

Comprendo esa extrañeza, pero no sería sincero si asegurara que la comparto. Estos hombres que, libremente, porque les da la gana -y es ésta una razón bien sobrenatural- abrazan el sacerdocio, saben que no hacen ninguna renuncia, en el sentido en el que ordinariamente se emplea esta palabra. Ya se dedicaban -por su vocación al Opus Dei- al servicio de la Iglesia y de todas las almas, con una vocación plena, divina, que les llevaba a santificar el trabajo ordinario, a santificarse en ese trabajo y a procurar, con ocasión de esa tarea profesional, la santificación de los demás.


(Homilía de S. José María Escrivá de Balaguer)


miércoles, 5 de agosto de 2015

Adolescencia. Santa Teresa de Jesús (III).

      Teresa de Ahumada y Cepeda tiene quince años; a su edad, su madre ya estaba casada; ella, sin embargo, junto a un padre preocupado, una hermana distraída y unos hermanos a quienes admira, estaba expuesta a todas las sorpresas del corazón.

         Uno de sus primos se enamoró de ella, y Teresa se dejó enredar en el sentimiento que inspiraba: “Como comenzaba a entender que una persona me tenía voluntad, y si me caía en gracia, me aficionaba tanto, que me ataba en gran manera la memoria a pensar en él…”

         Aunque no da nombres, silenciando el de quien consigue turbarla, sabemos que a uno de sus primos nunca le volvió a ver; aunque continuó relacionándose con los otros; se trata de Pedro. ¿Acaso no puede deducirse de ello que estuvo enamorada de él? ¿Qué motivo había, si no, para evitarlo, ella que fue siempre tan fiel a los lazos familiares? Tal vez sólo uno: la importancia que siempre daría a “quitar la ocasión”.

(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).

lunes, 3 de agosto de 2015

Un largo martirio

"Torno a decir que está el todo o gran parte en perder cuidado de nosotros mismos y nuestro regalo; que quien de verdad comienza a servir al Señor, lo menos que puede ofrecer es la vida. No ha de volver las espaldas a desear morir por Él y pasar martirio. Pues, ¿ya no sabéis, hermanas, que la vida del buen religioso y que quiere ser de los allegados amigos de Dios, es un largo martirio? Largo, porque para compararle a los que de presto los degollaban, puédese llamar largo; mas toda es corta la vida y algunas cortísimas. Y ¿Sabemos si seremos de tan corta, que desde una hora o momento que nos determinemos a servir del todo a Dios se acabe? Posible sería, que, en fin, todo lo que tiene fin no hay que hacer caso de ello; y pensando que cada hora es la postrera, ¿quién no la trabajará?


(Camino de perfección, Santa Teresa de Jesús)


Comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos cansan tanto

Cosa imperfecta me parece, hermanas mías, este quejarnos siempre con livianos males; si podéis sufrirlo, no lo hagáis.

Acordémonos de nuestros padres santos pasados, ermitaños, cuya vida pretendemos imitar; ¡qué pasarían de dolores y qué a solas, y de fríos y hambre y sol y calor, sin tener a quién se quejar sino a Dios! ¿Pensáis que eran de hierro? Pues tan delicados eran como nosotras. Y creed, hijas, que en comenzando a vencer estos corpezuelos, no nos cansan tanto.


(Camino de perfección, Santa Teresa de Jesús)


domingo, 2 de agosto de 2015

“Una sola cosa te falta (...) ven y sígueme”

¿Quizá hoy Jesús os está repitiendo a cada uno de vosotros: “Una sola cosa te falta”? ¿Quizás os esta pidiendo mas amor aun, mas generosidad, mas sacrificio? Sí, el amor de Cristo exige generosidad y sacrificio. Seguir a Cristo y servir al mundo en su nombre requiere coraje y fuerza. Ahí no hay lugar para el egoísmo ni para el miedo.
No tengáis miedo, por tanto, cuando el amor sea exigente. No temáis cuando el amor requiera sacrificio.
Por esto os digo a cada uno de vosotros: escuchad la llamada de Cristo, cuando sintáis que os dice: “Sígueme.” Camina sobre mis pasos. ¡Ven a mi lado! ¡Permanece en mi amor! Te pide que optes por Él. ¡La opción por Cristo y su modelo de vida, por su mandamiento de amor!
El amor verdadero es exigente. No cumpliría mi misión si no os lo hubiera dicho con toda claridad. El amor exige esfuerzo y compromiso personal para cumplir la voluntad de Dios.

(S. Juan Pablo II) 

sábado, 1 de agosto de 2015

Cántico espiritual (IV)

Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.

Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.

De flores y esmeraldas,
en las frescas mañanas escogidas,
haremos las guirnaldas
en tu amor florecidas
y en un cabello mío entretejidas.

En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste,
mirástele en mi cuello,
y en él preso quedaste,
y en uno de mis ojos te llagaste.

Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.

No quieras despreciarme,
que, si color moreno en mi hallaste,
ya bien puedes mirarme
después que me miraste,
que gracia y hermosura en mi dejaste.

Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.

Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.


(Cántico Espiritual, S. Juan de la Cruz)