jueves, 30 de abril de 2015

¡En el propio renunciamiento a sí mismo y en la entrega total a Dios se encuentra lo único que merece la pena vivir!

         ¡Qué ideas tiene la gente sobre lo que es una Trapa!... ¡Cuántos habrá que me compadezcan, e incluso se asusten de mi vida, sin sospechar siquiera que aquí, en el propio renunciamiento a sí mismo y en la entrega total a Dios se encuentra lo único que merece la pena vivir…., que es la paz de Dios!

         Lo que me da más alegría es pensar que esta paz será eterna, pues el día que me muera, lo único que haré será aumentarla en tal alto grado que no lo puedo sospechar.


         (S. Rafael Arnaíz, Saber Esperar)

miércoles, 29 de abril de 2015

El ciento por uno. Santa Teresita del Niño Jesús (XXVII).

Dios no ha querido que tuviese ni un solo deseo sin verlo realizado; no sólo mis deseos de perfección, sino aun los más infantiles…

Sabéis, Madre mía, cuánto que gustan las flores. Al hacerme prisionera a los quince años, renuncié para siempre a la dicha de correr por los campos esmaltados de tesoros primaverales. Pues bien, nunca he tenido más flores que desde que entré en el Carmelo…

Es costumbre que los desposados ofrezcan con frecuencia ramilletes de flores a sus prometidas. Jesús no lo echó en olvido; me envió, a montones, gavillas de ancianos, margaritas gigantes, amapolas, etc., en una palabra: las flores que más me gustan. Hasta había una pequeña flor llamada la negrilla de los trigos, que no había vuelto a encontrar desde que estábamos en Liseux. Deseaba mucho volver a ver esta flor de mi infancia, que yo había cogido en los campos de Alençon. Y fue precisamente en el Carmelo donde la florecilla vino a sonreírme, y a demostrarme que tanto en las cosas pequeñas como en las grandes Dios da el ciento por uno ya en esta vida a las almas que por su amor lo han abandonado todo.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 28 de abril de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (XIX)

Pero dirá alguno: “¿Quién pensará en ellos, pues están necesitados?” Pesará vuestro Padre, que está en los cielos. Piensa en ellos Aquel que no deja perecer un lirio del campo o una hierba si así no lo ha predispuesto.

“Además, yo mismo podría encontrarles algún bienhechor, alegrarlos algo, y aún trabajaría más en el sagrado ministerio para hacer de modo que estén provistos de todo”. Pero dime, ¿has venido tú a la Congregación para ganar dinero? ¿Quieres que se tenga en la Congregación alguno que busca sólo ganancia material? Si alguno me quisiese aconsejar de este modo, le diría:   Vade retro, satana; me he entregado al Señor, y debo buscar la salvación de las almas para el Señor. Salvar almas: ésta debe ser nuestra única ganancia.


          ¡Oh, cuántas vocaciones ha hecho ya perder este  desordenado amor a los padres! Muchas veces se pierde la vocación en vacaciones, en aquellas casas donde parece no haber ni siquiera sombra de peligro; sólo porque el afecto que los parientes nos demuestran hacen que nosotros, con la esperanza de ayudarles, quedemos cerca de ellos o nos hagamos sacerdotes fuera de la religión. Pero los sacerdotes hechos de este modo salen más comerciantes y negociantes que sacerdotes de Nuestro Señor Jesucristo. 


lunes, 27 de abril de 2015

Pelo nabos por amor… ¡por amor a Jesucristo! (III)

¡Qué importa el pesar de un momento, el sufrir de un instante!... Lo que sé decir, es que no hay dolor que no tenga compensación en esta o en la otra vida, y que, en realidad, para ganar el Cielo se nos pide muy poco. Aquí en la Trapa quizá sea más fácil que en el mundo, pero no es por el género de vida éste o aquél, pues en el mundo se tienen los mismos medios de ofrecer algo a Dios; lo que pasa es que el mundo distrae y se desperdicia mucho.

El hombre es el mismo aquí que allí; su capacidad para sufrir y para amar es la misma; adondequiera que vaya llevará la Cruz. Sepamos aprovechar el tiempo…, sepamos amar esa bendita Cruz que el Señor pone en nuestro camino, sea cual sea, fuere como fuere.


 (S. Rafael Arnaiz, Saber Esperar)


domingo, 26 de abril de 2015

Es Dios quien llama y lo hizo desde la eternidad

Todos hemos sido llamados—cada uno de un modo concreto—para ir y dar fruto. Los discípulos fueron elegidos por el Maestro, no se presentaron voluntarios, al menos en su inicio, porque la amistad que ofrece Jesús es completamente gratuita. Y el que se siente querido de Jesús también se siente a su vez obligado a ser un discípulo fiel y activo.
Y esto es dar fruto.
 En la raíz de toda vocación no se da una iniciativa humana o personal con sus inevitables limitaciones, sino una misteriosa iniciativa de Dios. Desde la eternidad, desde que comenzamos a existir en los designios del Creador y El nos quiso criaturas, también nos quiso llamados, preparándonos con dones y condiciones para la respuesta personal, consciente y oportuna a la llamada de Cristo o de la Iglesia. ¡Dios que nos ama, que es Amor, es “El quien llama”!.
La vocación es un misterio que el hombre acoge y vive en lo mas íntimo de su ser. Depende de su soberana libertad y escapa a nuestra comprensión. No tenemos que exigirle explicaciones, decirle: “¿por qué me haces esto?”, puesto que Quien llama es el Dador de todos los bienes.

Por eso ante su llamada, adoramos el misterio, respondemos con amor a su iniciativa amorosa y decimos sí a la vocación. Experimentar la vocación es un acontecimiento único, indecible, que sólo se percibe como suave soplo a través del toque esclarecedor de la gracia; un soplo del Espíritu Santo que, al mismo tiempo que perfila de verdad nuestra frágil realidad humana, enciende en nuestros corazones una luz nueva. Infunde una fuerza extraordinaria que incorpora nuestra existencia al quehacer divino.
(S. Juan Pablo II)

sábado, 25 de abril de 2015

Oración por las vocaciones (Semana de Oración por las vocaciones)



A ti nos dirigimos, Madre de la Iglesia,
a ti que con tu “fiat” has abierto la puerta
a la presencia de Cristo en el mundo,
en la historia de las almas,
acogiendo con humilde silencio
y total disponibilidad la llamada del Altísimo.
Haz que muchos jóvenes,
hombres y mujeres, escuchen, también,
la voz apremiante de tu Hijo: “Sígueme”.
Haz que tengan el valor de dejar sus familias, sus ocupaciones,
sus esperanzas terrenas y sigan a Cristo
por el camino que Él les señale.
Extiende tu maternal solicitud
sobre los sacerdotes;
sobre los religiosos y religiosas
que asisten a los ancianos, enfermos
impedidos y huérfanos;
sobre los que trabajan en el campo
de la enseñanza; sobre los miembros de los Institutos Seculares,
fermento silencioso de las buenas obras;
sobre quienes, en la clausura,
viven de fe y amor, y oran por
la salvación del mundo. Amén.


viernes, 24 de abril de 2015

La mies es mucha (I)

Los jesuitas, cuando queremos hablar de S. Ignacio, decimos “el magis” ignaciano: magis, una palabra latina que quiere decir más. S. Ignacio siempre buscaba lo más: no lo bueno, sino lo mejor; no la gloria de Dios, sino la mayor gloria de dios; no “servir” a nuestro Señor, sino distinguirse en el servicio a nuestro Señor. Siempre lo más. Y Segundo nació para “lo más”.

         Cuando tuvo quince años le dijo a mi padre: “Yo quiero ir al seminario: quiero ser sacerdote”. Casi seguro, porque el párroco del pueblo era el personaje más importante, y Segundo quería ser importante: “Para quedarme con todos los demás, y ser uno más del pueblo… Aquí, el que sobresale es el cura, el párroco… ¡Yo voy al seminario!”.

         Fue al seminario de la diócesis de León. Y estando en el seminario llega un jesuita y da Ejercicios a los seminaristas. Y al hacer los Ejercicios, Segundo dice: “¿Cómo yo me voy a quedar…? ¡Yo, jesuita!” Estando en el noviciado, pasa por allí un misionero de China y habla a los novicios: “Ustedes, ¿qué van a hacer en España? En España el que se condena es porque le da la gana; tiene todos los medios para salvarse: tiene iglesias, tiene sacerdotes, tiene todo… Pero hay miles y millones de paganos que no han oído nunca hablar de Jesucristo…”

         Esa conversación bastó para que Segundo dijera: “¡A las misiones!” Y si hay que ir a las misiones, ¿cuál es la más difícil? En aquel momento Pío XI había escrito que la misión de Alaska era la tarea más heroica en la Iglesia católica, y Alaska se le metió a Segundo en su corazón y en el alma y en la ilusión y en los ideales….y ya no era más que ¡Alaska!


         (Hermano del P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)


jueves, 23 de abril de 2015

D. Cafasso

Era el segundo domingo de octubre de 1827 y celebraban los habitantes de Murialdo la maternidad de la Stma. Virgen, solemnidad principal de la población. Unos estaban en las faenas de la casa o de la iglesia, mientras otros se convertían en espectadores o tomaban parte en juegos y pasatiempos diversos.

A uno solo vi alejado de todo espectáculo. Era un clérigo pequeño de estatura, de ojos brillantes, aire afable y rostro angelical. Se apoyaba contra la puerta de la iglesia. Quedé como subyugado con su figura, y aunque yo rozaba apenas los doce años, sin embargo, movido por el deseo de hablarle, me acerqué y le dije:

-Señor cura, ¿quiere ver algún espectáculo de nuestra fiesta? Yo le acompañaré con gusto adonde desee.

Me hizo una señal para que me acercase y empezó a preguntarme por mis años, por mis estudios; si había recibido la primera comunión, con qué frecuencia me confesaba, adónde iba al catecismo y cosas semejantes. Quedé como encantado de aquella manera edificante de hablar; respondí gustoso a todas las preguntas; después, casi para agradecer su amabilidad, repetí mi ofrecimiento de acompañarle a visitar cualquier espectáculo o novedad.
-Mi querido amigo –dijo él-: los espectáculos de los sacerdotes son las funciones de la iglesia; cuanto más devotamente se celebran, tanto más agradables resultan. Nuestras novedades son las prácticas de la religión, que son siempre nuevas, y por eso hay que frecuentarlas con asiduidad; yo sólo espero a que abran la iglesia para poder entrar.

Me animé a seguir la conversación y añadí:

-Es verdad lo que usted dice; pero hay tiempo para todo: tiempo para la iglesia y tiempo para divertirse.

Él se puso a reír. Y terminó con estas memorables palabras, que fueron como el programa de las acciones de toda su vida:

-Quien abraza el estado eclesiástico se entrega al Señor, y nada de cuanto tuvo en el mundo debe preocuparle, sino aquello que puede servir para la gloria de Dios y provecho de las almas.

Entonces, admiradísimo, quise saber el nombre del clérigo, cuyas palabras y porte publicaban tan a las claras el espíritu del Señor. Supe que era el clérigo José Cafasso, estudiante de primer curso de teología, del cual ya había oído hablar en diversas ocasiones como de un espejo de virtudes.


(Memorias del Oratorio, San Juan Bosco)


miércoles, 22 de abril de 2015

Carta de Invitación a las Bodas de Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz. Santa Teresita del Niño Jesús (XXVI).

El Dios Todopoderoso, Creador del Cielo y de la tierra, Soberano Dominador del Mundo, y la Gloriosísima Virgen María, Reina de la Corte celestial, tienen a bien participaros el Casamiento de su Augusto Hijo, Jesús, Rey de reyes y Señor de señores, con la Señorita Teresa Martín, ahora Señora y Princesa de los reinos apostados en dote por su Divino Esposo, a saber: la Infancia de Jesús y su Pasión, siendo sus títulos de nobleza: del Niño Jesús y de la Santa Faz.

El Señor Luis Martín, Propietario y Dueño de los Señoríos del Sufrimiento y de la Humillación, y la Señora de Martín, Princesa y Dama de Honor de la Corte Celestial, tienen a bien participaros el Casamiento de su hija, Teresa, con Jesús, el Verbo de Dios, segunda Persona de la Adorable Trinidad, que, por la operación del Espíritu Santo, se hizo Hombre e Hijo de María, la Reina de los Cielos.

No habiendo podido invitaros a la bendición Nupcial que les fue otorgada en la montaña del Carmelo, el 8 de septiembre de 1890 (sólo fue admitida la corte celestial) se os suplica, no obstante, que acudáis a la Tornaboda, que se verificará Mañana, Día de la Eternidad, día en que Jesús, Hijo de Dios, vendrá sobre las Nubes del Cielo, con el resplandor de su Majestad, a juzgar a los Vivos y a los Muertos.

Siendo todavía incierta la hora, se os invita a que estéis preparados y a velar.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 21 de abril de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (XVIII)

¡Oh!, dime más bien el otro motivo, que es más verdadero. “Quiero salir porque me pesa la vida regular; porque me pesa la obediencia, me pesa la pobreza; en una palabra, porque no me agrada, y deseo marcharme”. Dígase así, y la duda será pronto deshecha, es decir, es manifiesto que no tienes duda de la vocación, sino que la vas perdiendo, la has traicionado.

Dirá alguno: “El único motivo del cual me ha nacido a mí la duda es la casi certeza de que el Señor no me quiere aquí; es la necesidad en que se encuentran mis padres; yo les quiero mucho; veo que podría socorrerlos estando a su lado y hacer de modo que puedan soportar menos desagradablemente el poco de vida que el Señor aún les conceda; y aún más, ellos mismos me aconsejan que vaya con ellos”.

Aquí no me queda otro consejo que darte que el de Santo Tomás, quien dice abiertamente: In negotio  vocationis, parentes amici non sunt sed inimici.


          A la ternura que tienes hacia tus padres, ya  has renunciado pidiendo entrar en la Congregación, en la cual has escogido a Dios como tu heredad, tu amor, tu todo. Dios es tu padre antes de tu padre y tu madre: Dios es el que te ha creado, y también a tus padres y a todas las cosas, y por  esto es dueño de todo; si Él llama, no hay padre ni madre que valga. ¿Os aconsejaría yo que huyerais de casa, como se lee que han hecho algunos santos, ayudados aun milagrosamente en su fuga por el Señor? No os lo aconsejo; pero desde el momento en que estáis aquí ya y querrían haceros volver al mundo, digoos sencillamente que no estáis obligados a obedecer: Obedire magis oportet Deo quam non hominibus.

lunes, 20 de abril de 2015

Pelo nabos por amor… ¡por amor a Jesucristo! (II)

¿De qué me puedo quejar? ¿Por qué entristecerse de lo que es sólo motivo de alegría? ¿A qué más puede aspirar un alma que a sufrir un poco por un Dios crucificado?
Nada somos y nada valemos, tan pronto nos ahogamos en la tentación como volamos consolados al más pequeño toque del amor divino.

Cuando comenzó el trabajo, nubes de tristeza cubrían el cielo, el alma sufría de verse en la Cruz, todo la pesaba; la Regla…., el trabajo, el silencio y tan frío… el viento soplando entre los cristales…., la lluvia y el barro…., la falta de sol… ¡El mundo tan lejos, tan lejos!..., y yo mientras tanto, pelando mis nabos sin pensar en Dios.

Pero todo pasa, incluso la tentación….; ha pasado el tiempo, ya llegó el descanso, ya se hizo la luz, ya no me importa si el día está frío, si hay viento, si hay sol. Lo que me interesa es pelar mis nabos, tranquilo, feliz y contento, mirando a la Virgen, bendiciendo a Dios.


(S. Rafael Arnaiz, Saber Esperar)


domingo, 19 de abril de 2015

Dios llama desde muy jóvenes

Durante los años de la juventud se va configurando en cada uno la propia personalidad. El futuro comienza ya a hacerse presente y el porvenir se ve como algo que está ya al alcance de las manos. Es el período en que se ve la vida como un proyecto prometedor a realizar del cual cada uno es y quiere ser protagonista. Es también el tiempo adecuado para discernir y tomar conciencia con más radicalidad de que la vida no puede desarrollarse al margen de Dios y de los demás. Es la hora de afrontar las grandes cuestiones, de la opción entre el egoísmo o la generosidad.
Cada uno de vosotros está enfrentado ante el reto de dar pleno sentido a su vida, a la vida que se os ha concedido vivir. Sois jóvenes y queréis vivir. Pero debéis vivir plenamente y con una meta. debéis vivir para Dios; para los demás. Y nadie puede vivir esta vida para sí mismo. El futuro es vuestro, pero el futuro es sobre todo una llamada y un reto a “encontrar” vuestra vida entregándola, “perdiéndola”, compartiéndola mediante la amorosa entrega a los demás. Dice Cristo: “El que ama su vida la pierde; pero el que aborrece su vida en este mundo, la encontrará para la vida eterna”. Y la medida del éxito de vuestra vida dependerá de vuestra generosidad.
Cristo dispone de toda la terapia para curar los males del mundo. Él, que ha querido considerarse médico a Sí mismo, nos ha enseñado que, si se quiere cambiar el mundo, hay que cambiar antes de nada el corazón del hombre.
(S. Juan Pablo II)

sábado, 18 de abril de 2015

P. Mendizábal (IV).

Esta era la vida de la Virgen, la consagración de María al Verbo. La consagración de María a Jesús. Supremo ideal de nuestra consagración.

Podemos pensar que la Virgen en aquel momento de adoración en Belén tuvo una plegaria virginal: “Jesús, que haya siempre en el mundo personas que se consagren como yo. Cuyos ojos sean sólo para mirarte, cuyos labios sean sólo para besarte, cuyas manos sean sólo para cuidarte, cuyo corazón sea sólo para amarte”.

Y de esta plegaria virginal de María nació el sacerdocio, nació la vida virginal. Perpetuación del oficio de María en el mundo.


(En el Corazón de Cristo, P. Mendizábal).


viernes, 17 de abril de 2015

Casamiento de Juana. Santa Teresita del Niño Jesús (XXV).

Ocho días después de mi toma de velo, se verificó el casamiento de la prima Juana. Me sería imposible decir cuánto me instruyó su ejemplo acerca de las delicadezas que una esposa debe prodigar a su esposo. Escuchaba ávidamente todo lo que podía aprender a este respecto, pues no quería yo hacer menos por mi amado Jesús de lo que hacía Juana por Francis, una criatura muy perfecta, sin duda, pero ¡criatura, al fin!...

Hasta me entretuve en componer una carta de invitación, para compararla con la suya.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 16 de abril de 2015

Institutos Seculares (VI)

“Si permanecen fieles a su propia vocación, los Institutos Seculares serán como el “laboratorio experimental” en el que la Iglesia verifique las modalidades concretas de sus relaciones con el mundo. Por esta causa, los Institutos Seculares deben escuchar, como dirigida sobre todo a ellos, la llamada de la Exhortación Apostólica Evangelii nuntiandi:

 «Su tarea primera... es el poner en práctica todas las posibilidades cristianas y evangélicas escondidas, pero a su vez ya presentes y activas en las cosas del mundo. El campo propio de su actividad evangelizadora es el mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía, y también de la cultura, de las ciencias y de las artes, de la vida internacional, de los medios de comunicación de masas».
         Esto no significa, evidentemente, que los Institutos Seculares, en cuanto tales, deban encargarse de estas tareas. Normalmente esto corresponde a cada uno de sus miembros. El deber, por tanto, de los Institutos mismos es formar la conciencia de sus miembros en una madurez y en una apertura que les impulse a prepararse con un gran celo en la profesión elegida, con el fin de afrontar después con competencia y con espíritu de desprendimiento evangélico el peso y las alegrías de las responsabilidades sociales hacia las que la Providencia les oriente.

         Esta fidelidad de los Institutos Seculares a su vocación específica debe expresarse sobre todo en la fidelidad a la oración, que es el fundamento de la solidez y de la fecundidad. Constituye por eso una gran alegría el que hayáis elegido como tema central de vuestra asamblea la oración, en cuanto que es "expresión de una consagración secular" y "fuente de apostolado y clave de la formación". Es decir, que vosotros estáis buscando una oración que sea expresión de vuestra situación concreta de personas "consagradas en el mundo"."


(Pavlo VI 25 de Agosto de 1976 Al I Congreso Mundial de II.SS.)

miércoles, 15 de abril de 2015

Una gran tentación. Santa Teresita del Niño Jesús (XXIV).

Por fin llegó el hermoso día de mis bodas. Fue un día sin nubes. Pero la víspera, se levantó en mi alma la mayor tentación que había conocido hasta entonces en mi vida…

Nunca me había venido al pensamiento ni una sola duda acerca de mi vocación. Era necesario que pasase por esta prueba. Por la noche, haciendo el viacrucis después de maitines, se me metió en la cabeza que mi vocación era un sueño, una quimera… La vida del Carmelo me parecía muy bella; pero el demonio me inspiraba que no estaba hecha para mí, de que engañaría a las superioras empeñándome en seguir un camino al que no estaba llamada…

Mis tinieblas eran tan grandes, que no veía ni comprendía más que una cosa: ¡Yo no tenía vocación!

¡Ah! ¿Cómo describir la angustia de mi alma?... Me parecía (pensamiento absurdo que demuestra hasta qué punto era tentación del demonio) que si comunicaba mis temores a la maestra, ésta me impediría pronunciar mis santos votos.
No obstante, prefería cumplir la voluntad de Dios y volver al mundo a quedarme en el Carmelo cumpliendo la mía. Hice, pues, salir del coro a mi maestra, y llena de confusión le manifesté el estado de mi alma…

Afortunadamente, ella vio más claro que yo, y me tranquilizó por completo. Por lo demás, el acto de humildad que había hecho acababa de poner en fuga al demonio, el cual pensaba, tal vez, que no me atrevía a confesar mi tentación. Apenas terminé de hablar, mis dudas desaparecieron.

Sin embargo, para completar mi acto de humildad quise comunicar mi extraña tentación a nuestra Madre, y ella se contentó con echarse a reír.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).

Mortificaciones. Santa Teresita del Niño Jesús (XXIII).

Me fue dado también un gran amor a la mortificación; y este amor era tanto más grande, cuanto nada era lo que me permitían hacer para satisfacerlo… Las solas penitencias que me concedían, sin yo pedirlas, consistían en mortificar mi amor propio, lo cual me aprovechaba mucho más que las penitencias corporales.

(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


martes, 14 de abril de 2015

Conferencia de San Juan Bosco a unos novicios (XVII)

Cuando os sobrevenga alguna duda, id al propio superior. Él está iluminado por Dios en el consejo que os da, y no os equivocaréis.

Lo que, sin embargo, si querría que se hiciese al venir al pedir consejo de tal género, es esto: No se exponga simplemente la duda o tentación, sino que se exponga también cándidamente la causa de la duda, el motivo de la tentación.

          Por ejemplo, no es suficiente decir: “Me ha sobrevenido esta duda porque me parece que en otro lugar puedo hacer más bien, o porque en otro sitio puedo más fácilmente salvar el alma, o porque puedo vivir mejor todavía en el  mundo”.

Podrán ser verdaderas estas razones; mas ven aquí tú, que dices que en el mundo podrás vivir mejor; dime, antes de venir entre nosotros, mientras estabas en el mundo, ¿cómo vivías? ¡Oh! Ya…, entonces…, pero ahora… ¿pero ahora…? ¿Y tú crees que en el mundo no haya hoy más peligros que había entonces? ¿O crees que has llegado a ser tan fuerte contra las seducciones del demonio, tú, que no has sido capaz de tolerar por debilidad la vida religiosa?

lunes, 13 de abril de 2015

Pelo nabos por amor… ¡por amor a Jesucristo! (I)

Un día lluvioso del mes de diciembre; son las tres de la tarde. Es la hora del trabajo, y como hoy es sábado y hace mucho frío, no se sale al campo. Vamos a trabajar a un almacén donde se limpian las lentejas, se pelan las patatas, se trituran las berzas…

El día está triste, unas nubes muy feas, un viento fuerte. Lo cierto es, que aparte de lo del frío, que lo noto en mis helados pies y refrigeradas manos, todo esto se puede decir que casi me lo imagino, pues apenas he mirado a la ventana; la tarde que hoy parezco es turbia, y turbio me parece todo. Algo me abruma el silencio, y parece que unos diablillos están empeñados en hacerme rabiar con una cosa que llamo recuerdos…

En mis manos han puesto una navaja, y delante de mí un cesto de una especia de zanahorias blancas muy grandes y que resultan ser nabos. Qué le vamos a hacer, no hay más remedio que pelarlos. El tiempo pasa lento, y mi navaja también, entre la corteza y la carne de los nabos que estoy lindamente dejando pelados. Los diablillos me siguen molestando.


¡Qué haya yo dejado mi casa para venir aquí con este frío a mondar estos bichos tan feos! Verdaderamente es algo ridículo esto de pelar nabos con esa seriedad de magistrado de luto.

Un demonio pequeñito muy sutil se me escurre muy adentro, y de suaves maneras me recuerda mi casa, mis padres y hermanos, mi libertad, que he dejado para encerrarme aquí entre lentejas, patatas, berzas y nabos.

El día está triste…., no miro a la ventana, pero lo adivino; mis manos están coloradas, coloradas como los diablillos; mis pies ateridos… ¿y el alma? … Señor, quizá el alma sufriendo un poquillo… ¡Mas no importa…., refugiémonos en el silencio!

¿Qué estoy haciendo? ¡Pelar nabos…, pelar nabos! ¿Para qué?... Y el corazón, dando un brinco, contesta, medio alocado: “¡Pelo nabos por amor…., por amor a Jesucristo!”


Ya nada puedo decir que claramente se puede entender; pero sí diré que allá dentro, muy dentro del alma, una paz grande vino en lugar de la turbación que antes sentía; sólo sé decir que el sólo pensar que en el mundo se puedan hacer de las más pequeñas acciones de la vida actos de amor a Dios…., que el cerrar o abrir un ojo hecho en su nombre, nos puede hacer ganar el Cielo…., que el pelar unos nabos por verdadero amor a Dios le puede a Él dar tanta gloria, y a nosotros tantos méritos como la conquista de las Indias; el pensar que por sólo su misericordia tengo la enorme suerte de padecer algo por Él…, es algo que llena de tal modo el alma de alegría, que si en aquellos momentos me hubiera dejado llevar de mis impulsos interiores, hubiera comenzado a tirar nabos a diestro y siniestro, tratando de hacer comunicar a las pobres raíces de la tierra la alegría del corazón…

domingo, 12 de abril de 2015

La vocación es siempre apostólica

Dios llama a quien quiere, por libre iniciativa de su amor. Pero quiere llamar a través de otras personas. Así quiere hacerlo el Señor Jesús. Fue Andrés quien condujo a Jesús a su hermano Pedro. Jesús llamó a Felipe, pero Felipe a Natanael.
No debe existir ningún temor en proponer directamente a una persona joven o menos joven la llamada del Señor. Es un acto de estima y de confianza. Puede ser un momento de luz y de gracia. Ningún cristiano está exento de su responsabilidad apostólica, ninguno puede ser sustituido en las exigencias de su apostolado personal. ¡Ninguna actividad humana puede quedar ajena a vuestra pasión apostólica!
Son muchos vuestros coetáneos que no conocen a Cristo, o no lo conocen lo suficiente. Por consiguiente, no podéis permanecer callados e indiferentes.
Ciertamente, la mies es mucha, y se necesitan obreros en abundancia. Cristo confía en vosotros y cuenta con vuestra colaboración. Os invito, pues, a renovar vuestro compromiso apostólico. ¡Cristo tiene necesidad de vosotros! Responded a su llamamiento con el valor y el entusiasmo característicos de vuestra edad.

(S. Juan Pablo II)


sábado, 11 de abril de 2015

The way

(Legionarios de Cristo)


In a lonely field  I walked one morning in the rising sun
Everything was silent; a prayer was in my heart.
I wondered
“In other lands beyond these hills, beyond my little world
How can I bring your message, and bear your light?”

THEN THE WINDS CAME, AND THE POURING RAIN,
AND I WAS SWEPT AWAY,
AND YOUR QUIET VOICE SPOKE IN MY HEART,
“JUST FOLLOW… I’LL SHOW YOU THE WAY.”

viernes, 10 de abril de 2015

Pequeñas virtudes (II). Santa Teresita del Niño Jesús (XXII).

Estábamos en la recreación. La portera tocó dos campanadas, había que abrir la puerta de la clausura a unos obreros que tenían que meter unos árboles destinados al belén. La recreación no era alegre; por eso pensé que me agradaría mucho que me mandasen ir a hacer de tercera. En efecto, la Madre supriora me dijo que fuese yo o la hermana que estaba a mi lado.

Inmediatamente empecé a desatarme el delantal, muy despacio, a fin de dar tiempo a mi compañera para que se quitase el suyo antes que yo, pues creía complacerle dejándola hacer de tercera. La hermana que suplía a la depositaria nos miraba riendo, y al ver que yo era la última en levantarme, me dijo: “¡Ah, ya me parecía a mí que no ibais a ser vos la que ganase una perla para su corona, os movíais con demasiada lentitud!”


A buen seguro, toda la comunidad creyó que yo había obrado así obedeciendo a mi gusto natural. Me sería imposible decir cuánto bien hizo a mi alma una cosita tan insignificante.

(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


jueves, 9 de abril de 2015

¡Permanecer fieles a la gracia recibida! Pastores dabo vobis (II)

¡Permanecer fieles a la gracia recibida! En efecto, el don de Dios no anula la libertad del hombre, sino que la promueve, la desarrolla y la exige.

Por esto, la confianza total en la incondicional fidelidad de Dios a su promesa va unida en la Iglesia a la grave responsabilidad de cooperar con la acción de Dios que llama y, a la vez, contribuir a crear y mantener las condiciones en las cuales la buena semilla, sembrada por Dios, pueda echar raíces y dar frutos abundantes. La Iglesia no puede dejar jamás de rogar al dueño de la mies que envíe obreros a su mies ni de dirigir a las nuevas generaciones una nítida y valiente propuesta vocacional, ayudándoles a discernir la verdad de la llamada de Dios para que respondan a ella con generosidad; ni puede dejar de dedicar un cuidado especial a la formación de los candidatos al presbiterado.

En realidad, la formación de los futuros sacerdotes, tanto diocesanos como religiosos, y la atención asidua, llevada a cabo durante toda la vida, con miras a su santificación personal en el ministerio y mediante la actualización constante de su dedicación pastoral lo considera la Iglesia como una de las tareas de máxima importancia para el futuro de la evangelización de la humanidad.

Esta tarea formativa de la Iglesia continúa en el tiempo la acción de Cristo, que el evangelista Marcos indica con estas palabras: «Subió al monte y llamó a los que él quiso; y vinieron donde él. Instituyó Doce, para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios» (Mc 3, 13-15).