viernes, 10 de abril de 2015

Pequeñas virtudes (II). Santa Teresita del Niño Jesús (XXII).

Estábamos en la recreación. La portera tocó dos campanadas, había que abrir la puerta de la clausura a unos obreros que tenían que meter unos árboles destinados al belén. La recreación no era alegre; por eso pensé que me agradaría mucho que me mandasen ir a hacer de tercera. En efecto, la Madre supriora me dijo que fuese yo o la hermana que estaba a mi lado.

Inmediatamente empecé a desatarme el delantal, muy despacio, a fin de dar tiempo a mi compañera para que se quitase el suyo antes que yo, pues creía complacerle dejándola hacer de tercera. La hermana que suplía a la depositaria nos miraba riendo, y al ver que yo era la última en levantarme, me dijo: “¡Ah, ya me parecía a mí que no ibais a ser vos la que ganase una perla para su corona, os movíais con demasiada lentitud!”


A buen seguro, toda la comunidad creyó que yo había obrado así obedeciendo a mi gusto natural. Me sería imposible decir cuánto bien hizo a mi alma una cosita tan insignificante.

(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


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