miércoles, 29 de abril de 2015

El ciento por uno. Santa Teresita del Niño Jesús (XXVII).

Dios no ha querido que tuviese ni un solo deseo sin verlo realizado; no sólo mis deseos de perfección, sino aun los más infantiles…

Sabéis, Madre mía, cuánto que gustan las flores. Al hacerme prisionera a los quince años, renuncié para siempre a la dicha de correr por los campos esmaltados de tesoros primaverales. Pues bien, nunca he tenido más flores que desde que entré en el Carmelo…

Es costumbre que los desposados ofrezcan con frecuencia ramilletes de flores a sus prometidas. Jesús no lo echó en olvido; me envió, a montones, gavillas de ancianos, margaritas gigantes, amapolas, etc., en una palabra: las flores que más me gustan. Hasta había una pequeña flor llamada la negrilla de los trigos, que no había vuelto a encontrar desde que estábamos en Liseux. Deseaba mucho volver a ver esta flor de mi infancia, que yo había cogido en los campos de Alençon. Y fue precisamente en el Carmelo donde la florecilla vino a sonreírme, y a demostrarme que tanto en las cosas pequeñas como en las grandes Dios da el ciento por uno ya en esta vida a las almas que por su amor lo han abandonado todo.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


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