domingo, 31 de mayo de 2020

¡Ánimo!


Cuando los discípulos vieron que Jesús se acercaba caminando sobre las aguas, pensaron que se trataba de un fantasma y tuvieron miedo. Pero enseguida Jesús los tranquilizó con una palabra que siempre debe acompañar nuestra vida y nuestro camino vocacional: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» (v. 27). Esta es precisamente la segunda palabra que deseo daros: ánimo.


Lo que a menudo nos impide caminar, crecer, escoger el camino que el Señor nos señala son los fantasmas que se agitan en nuestro corazón. Cuando estamos llamados a dejar nuestra orilla segura y abrazar un estado de vida —como el matrimonio, el orden sacerdotal, la vida consagrada—, la primera reacción la representa frecuentemente el “fantasma de la incredulidad”: No es posible que esta vocación sea para mí; ¿será realmente el camino acertado? ¿El Señor me pide esto justo a mí?

Y, poco a poco, crecen en nosotros todos esos argumentos, justificaciones y cálculos que nos hacen perder el impulso, que nos confunden y nos dejan paralizados en el punto de partida: creemos que nos equivocamos, que no estamos a la altura, que simplemente vimos un fantasma que tenemos que ahuyentar.

(Papa Francisco. 
Mensaje para la 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 8 marzo 2020) 

sábado, 30 de mayo de 2020

La modestia, incomprensible para el mundo


La modestia es una virtud, y por tanto, una exigencia de vida. No estamos hablando de ningún “extra”, un capricho a elegir por el que se puede optar o del que se puede prescindir: NO. La modestia es un componente esencial –ESENCIAL- de la pureza, y debemos esforzarnos por cuidarla, trabajarla, vivirla, porque sin pureza no hay auténtico amor. 

No esperemos que el mundo la entienda, porque no lo hará. Comprender la moral cristiana sin aceptar a Dios, es imposible. Los cristianos, en la sociedad secularizada en la que vivimos, estamos en otra onda, como expresa el jesuita Ciszek en su libro “Caminando por valles oscuros”, cuando iba en el tren sufriendo su deportación a Siberia, en relación a los que le acompañaban: 

"Me escandalizaba su lenguaje, en el que las blasfemias eran habituales, pero aquello no era nada comparado con el abismo que separaba mi visión de la vida en general de la suya, no teníamos prácticamente nada en común, excepto tal vez el instinto humano de supervivencia. Un instinto que en ese momento provocaba en mí un leve temblor. Por lo demás, despreciaban todo lo que yo valoraba; lo que yo consideraba virtudes, para ellos no eran más que señales de debilidad; según su código moral, todo lo que para mí era pecado, ellos lo tenían por virtud. Eran ateos, materialistas, oportunistas y absolutamente faltos de escrúpulos." 


El mundo aborreció a Cristo cuando vino a la tierra, y sigue haciéndolo ahora. Como seguidores suyos, no esperemos que a nosotros nos entiendan, porque “si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero no sois del mundo. Sabed que a Mí me aborreció antes que a vosotros”.

viernes, 29 de mayo de 2020

El Caballero de la Inmaculada. S. Maximiliano Kolbe (VI)


Maximiliano está empeñado en editar “El Caballero de la Inmaculada”, revista mariana para la que no cuenta con ningún medio. Sin embargo, eso no le preocupa, “la Inmaculada, lógicamente, correrá con los gastos de lo que desea”. 

Los jóvenes frailes de Cracovia no se privaban de burlarse de su compañero. Lo consideraban una ingenuidad absurda, sus obras insignificantes y su Caballero demasiado cercano a Don Quijote para ocupar un lugar en los grandes debates del mundo moderno. 


Mientras los jóvenes frailes de Cracovia pensaban en el pensamiento, Kolbe pensaba en las almas que el inmenso reflujo del cristianismo condenaba a la aridez y al abandono. Se lanzaba hacia ellas como el que se tira al agua para salvar a su prójimo sin preocuparse por brillar. 

(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)

jueves, 28 de mayo de 2020

"De la abundancia del corazón..."


Para que la predicación sea viva y fecunda, preciso es que el predicador hable de la abundancia del corazón. Santo Tomás dice más: que la predicación debe “derivar de la plenitud de la contemplación”, de una fe viva, penetrante y sabrosa del misterio de Jesucristo, del valor infinito de la Misa, y del precio de la gracia santificante y de la vida eterna. El sacerdote debe predicar como un salvador de almas que es, y ha de preocuparse incesantemente por la salvación, no de algunas, sino de muchas almas. Es imprescindible que no haya recibido el sacerdocio en vano. 


(Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior)

miércoles, 27 de mayo de 2020

Obediencia. S. Maximiliano Kolbe (V)


En una extensa carta a su hermano hace un cántico a la obediencia basándolo en un tema de extraordinaria sencillez: la gloria de Dios –dice- es la salvación de las almas; nadie desea esa salvación más fervientemente que Él y nadie sabe mejor que Él como asegurarla. Tal es su voluntad, a la que es necesario adherirse por el bien de todos y el nuestro propio. ¿Cómo la conoceremos? A través de sus representantes en la tierra. Ciertamente, “puede ocurrir que se equivoquen, pero nosotros no nos equivocamos jamás obedeciendo”, ya que la sabiduría nos da acceso a una sabiduría superior que no podríamos alcanzar por nuestros propios medios. 


(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)

martes, 26 de mayo de 2020

Cuando Dios elige un alma, la hace feliz


No niego que la vocación sea un gran sacrificio, pero es un gran don. Antes de subrayar el sacrificio tan grande que hace el alma hay que subrayar que también Dios le da un don muy grande. Nosotros decimos: “qué renuncia tan grande”. 

Cuando Dios elige un alma, la hace feliz. Antes de subrayar el sacrificio, hay que también subrayar el don, Dios nos elige y nos hace felices a cada uno de una manera. Tenemos que creer que es Dios quien da las vocaciones. En esta vida nosotros somos descubridores del lugar en el que Dios nos quiere ver insertados, yo no me invento mi vocación, yo la descubro. La iniciativa es de Dios. Nos admiramos de cómo Dios se puede servir de nosotros para llevar adelante su tarea de salvación.

(Mons. Jose Ignacio Munilla)


lunes, 25 de mayo de 2020

Conformándose con su vida


Traer un ordinario apetito de imitar a Jesucristo en todas sus obras, conformándose con su vida, la cual debe considerarse para saberla imitar y haberse en todas las cosas como él se hubiera. 

Para poder hacer esto, es necesario que cualquiera apetito o gusto, si no fuere puramente por honra y gloria de Dios, renunciarlo y quedarse en vacío por amor de él, que en esta vida no tuvo ni quiso más de hacer la voluntad de su Padre, 
la cual llamaba su comida y manjar”. 

(S. Juan de la Cruz, Dichos de luz y amor)


domingo, 24 de mayo de 2020

Toda vocación nace de la mirada amorosa del Señor


Toda vocación nace de la mirada amorosa con la que el Señor vino a nuestro encuentro, quizá justo cuando nuestra barca estaba siendo sacudida en medio de la tempestad. «La vocación, más que una elección nuestra, es respuesta a un llamado gratuito del Señor» (Carta a los sacerdotes, 4 agosto 2019); por eso, llegaremos a descubrirla y a abrazarla cuando nuestro corazón se abra a la gratitud y sepa acoger el paso de Dios en nuestra vida.


(Papa Francisco. 
Mensaje para la 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 8 marzo 2020) 

sábado, 23 de mayo de 2020

Las bodas de Caná. P. Mendizábal (XXXII)


El mayordomo, ante este sabor delicioso del vino –como tiene realmente el corazón bueno, fruto de la Redención-, dice esa expresión que significa sin duda, una especie de ley; “Todo el mundo pone primero el vino bueno y deja el malo para el fin”. ¿Qué expresa esto? La ley de la degradación de la energía que hemos dicho, la degradación del gozo, de la alegría puramente humana. 

Es, todo el mundo pone primero gran entusiasmo, luego se acaba. Una fiesta empieza con una gran ilusión, luego declina y acaba. “En cambio, Tú has dejado el vino mejor para el fin”. Esta es la ley del Nuevo Testamento, de la Alianza Nueva; en Cristo y en las cosas de Dios lo que hemos gustado de Él es lo peor; Él guarda siempre lo mejor para más adelante, siempre. 
Es una ley contraria, es la ley del crecimiento: lo que yo he gustado del Señor es lo de menos, Él guarda mucho más que me quiere dar. La paz que yo he gustado es insignificante al lado de la que Él quiere darme, de la que Él quiere que sea el gozo de mi corazón; pero tengo que seguir ese camino: “Tú guardas el vino mejor para el fin”. 

Y María es la Medianera. Es la artífice discreta, la Medianera llena de humildad, de sencillez, que se goza en esta progresión de nuestro amor, en esta progresión de los dones de Dios, que nos acompaña en todos ellos, y que en todos ellos continúa realizando esa misión de intervenir por nosotros; la intercesora continua con Corazón de Madre, y es la que va modelando nuestro corazón. Está interviniendo constantemente en la Iglesia, preparando nuestros corazones para la sumisión, la docilidad y la unión con Jesucristo. Es verdaderamente nuestra Medianera de Corazón Materno. 

(Con María, P. Mendizábal)

viernes, 22 de mayo de 2020

La ventaja de la humildad. P. Segundo Llorente (XXXV)


Las almas de la retaguardia tienen la gran ventaja de que como no ven con los ojos a los que se convierten y se bautizan, se mantienen siempre en humildad creyendo que no hacen nada y que en realidad de verdad son siervos inútiles y sin provecho; y esa humildad roba el corazón a Dios que odia la soberbia con odio infinito. 

En cambio el pobre misionero que ve las ovejas descarriadas y las trae e introduce en el redil, corre un peligro gravísimo de albergar en el alma cierto humillo flotante de vanagloria que le hace perder mucho mérito a los ojos purísimos de Dios. 


Vanagloriarse de convertir infieles puede traer consecuencias desastrosas para el alma. Las conversiones se deben a la gracia. Esta se da de ley ordinaria al que la implora con oraciones, lágrimas, actos de amor, sacrificios, obras buenas ofrecidas con pureza de intención y sobre todo con sufrimientos unidos a los de Cristo. Todo esto nos lo procura o nos lo puede procurar la retaguardia. 

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

jueves, 21 de mayo de 2020

Atentos al mundo con el corazón inmerso en Dios.



"Vuestra vocación y misión es estar atentos, por una parte, a la realidad que les rodea preguntándose siempre: ¿qué pasa?, no deteniéndose en lo que aparece en la superficie sino yendo más a fondo; y, al mismo tiempo, al misterio de Dios, para reconocer dónde Él se está manifestando. Atentos al mundo con el corazón inmerso en Dios.
Queridos hermanos y hermanas, sean en el mundo como el alma en el cuerpo (cfr Carta a Diogneto, VI, 1), testimonios de la Resurrección del Señor Jesús. Este es mi deseo para ustedes, que acompaño con mi oración y mi bendición".

(Papa Francisco, 

Mensaje a los participantes en el Congreso de la Conferencia Italiana de Institutos Seculares,
23 de octubre de 2017)

miércoles, 20 de mayo de 2020

Tan raro como el cometa Halley S. Maximiliano Kolbe (IV)


Era dulce y bondadoso: lo ridiculizaron. Era una mente superior: lo ignoraron. Le llaman “hermano Mermelada”. Bromeaban sobre sus ambiciones misioneras, desmesuradas; sobre su piedad hacia la Inmaculada, que les parecía exagerada y carente de base teológica. Un soñador, un quimérico, algo simplón: esta es la idea que se hacían de aquella bomba espiritual cuya mecha comenzaba a arder. 

Y es que la mayoría de los cristianos hace tiempo que han dividido su religión en dos partes: en una están la tierra, sus leyes, sus usos y convencionalismos que, junto a algunos principios de moral cristiana ampliamente edulcorados de indulgencia, forman la base de un concepto razonable de la existencia; en otra parte, el cielo, lo que se llama gustosamente “el más allá” para mejor hacer comprender que no está aquí y que, aunque se crea y se piense en él es objeto de un continuo aplazamiento”. Esta separación de cielo y tierra, que viven cada uno su vida en su propio universo y que no se suelen encontrar más que los días de fiesta, es una antigua catástrofe metafísica completamente inadvertida por los historiadores y que nos ayuda a entender la razón de que la cristiandad no haya conseguido llegar a ser realmente cristiana. 


Kolbe no practicaba este género de dicotomía; sin embargo, la visión unitiva de este hombre, que rezaba al tiempo que exponía sus argumentos, resultaba extravagante para los que no sentían la misma atracción por lo divino. Los “peregrinos de lo absoluto” son tan raros como el cometa Halley; y a los que los observan cuando cruzan por nuestra atmósfera no se les ocurre la idea de seguirlos. 

(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)

martes, 19 de mayo de 2020

Cien veces más en este mundo


Dios pagará muy bien a quien ponga sus cualidades al servicio de su vocación y del apostolado. Cuando San Pedro le preguntó a Jesús que les iba a dar a ellos por haber dejado todo por seguirle, su respuesta fue que “a vosotros ya los que por mi causa y por el Evangelio dejen casa, padre, madre, hermano o hermana, les daré cien veces más en esta vida, y después la vida eterna”. 

Efectivamente, en la vida de los santos comprobamos como es verdad que Dios, además de la vida eterna, en esta tierra también les da el ciento por uno. Si miramos por ejemplo a los apóstoles, de ser simples pescadores como tantos y tantos, pasaron a ser conocidos para siempre en todo el mundo. Por el contrario, del joven rico, que no quiso seguir su corazón, no se ha sabido nada más, ni siquiera su nombre. 

Otro ejemplo es el de Santa Teresita del Niño Jesús. Era consciente de que, al desposarse con el Rey de Cielos y Tierra, ella quedaba en posición de “princesa”. El día de su profesión, cuando se levantó y se asomó por la ventana, vio todo cubierto de nieve… lo que le hizo sentir una gran emoción, porque la nieve siempre le había encantado. ¿Qué esposo del mundo por poderoso que fuera podía hacer a su novia un regalo así?


lunes, 18 de mayo de 2020


No hagan los ejercicios de la religión como por costumbre, 
sino haciendo actos heroicos” 

(Santa Teresa de Jesús).

domingo, 17 de mayo de 2020

La respuesta a una llamada que viene de lo alto


La primera palabra de la vocación es gratitud. Navegar en la dirección correcta no es una tarea confiada sólo a nuestros propios esfuerzos, ni depende solamente de las rutas que nosotros escojamos. Nuestra realización personal y nuestros proyectos de vida no son el resultado matemático de lo que decidimos dentro de un “yo” aislado; al contrario, son ante todo la respuesta a una llamada que viene de lo alto. Es el Señor quien nos concede en primer lugar la valentía para subirnos a la barca y nos indica la orilla hacia la que debemos dirigirnos. Es Él quien, cuando nos llama, se convierte también en nuestro timonel para acompañarnos, mostrarnos la dirección, impedir que nos quedemos varados en los escollos de la indecisión y hacernos capaces de caminar incluso sobre las aguas agitadas.


(Papa Francisco. 
Mensaje para la 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 8 marzo 2020) 

sábado, 16 de mayo de 2020

La pureza exige el pudor


La pureza exige el pudor, nos dice el Catecismo. La pureza es parte integrante de la virtud de la templanza. El pudor preserva la intimidad de las personas. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Esta ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas. 

El pudor es modestia, inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción. 

Existe un pudor de los sentimientos y un pudor del cuerpo. El pudor rechaza tanto los exhibicionismos del cuerpo humano como hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.

viernes, 15 de mayo de 2020

Duda vocacional. S. Maximiliano Kolbe (III)


A sus dieciséis años, la carrera militar le parecía más adecuada que el hábito monacal para servir a su país, al que no distinguía de su fe. Estaba tan convencido de que su camino no pasaba por el convento que había conseguido también hacer renunciar a su hermano. Así que cuando los padres franciscanos le propusieron entrar en el noviciado como una preparación al sacerdocio, solicitó una entrevista con el superior para rehusar por él y por su hermano. Aquel día precisamente su madre se presentó en el convento para informar a los muchachos de que ella iba a ingresar en las benedictinas y el padre en los franciscanos. Mucho tiempo después, cuando el hermano mayor había salido ya del convento, Kolbe relataba en una carta a su madre lo sucedido a continuación: 

“Antes de entrar en el noviciado era yo sobre todo quien no quería tomar los hábitos y convencí a mi hermano… Entonces se produjo un hecho inolvidable: mientras esperábamos ser recibidos por el Padre Provincial para comunicarle que ni Francesco ni yo queríamos ingresar en el convento, oí sonar la campana que me llamaba al locutorio. Eras tú, mamá, enviada por la Providencia en aquel momento crítico…. Ya han pasado nueve años y aún pienso en ello con ternura y con agradecimiento hacia la Virgen María, instrumento de la Misericordia Divina. ¿Qué hubiera sido de mí si, en aquel momento, Ella no me hubiera tendido la mano?” 


Se celebró la entrevista. Solo que el Padre Provincial, en lugar de escuchar a los alumnos rechazar el hábito, les oyó solicitarlo. 

(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)

jueves, 14 de mayo de 2020

¡Fuera el mundo!



- Podría contaros muchas cosas sobre los pequeños gérmenes de mundanidad que se infiltran en un corazón monástico y lo van royendo poco a poco hasta hacer desaparecer su misma sustancia, pero no lo haré. Podría hablaros de los efectos perniciosos que la atmósfera, el ambiente, el tiempo, tienen sobre todas las cosas de la Creación, incluso sobre el más pudo corazón monástico; pero tampoco lo haré. Podría hablaros del colosal ejército de distracciones que surge como por encanto de la más nimia contemplación de la pompa, el color y la espectacularidad inherentes a un duque de Borgoña y a su escolta; pero tampoco lo haré. Me conformaré con rogaros que leáis el pasaje de la Regla de San Benito que cité hace un momento y os preguntéis si no es cierto que Santo nos ordena a voces la separación más completa del mundo, que la clausura sea absoluta. 

- ¡Pero aquí no entran mujeres…! 

- ¡Ah, Pedro! Eso es lo que yo llamo tener mentalidad literal. ¡Es el más puro de los puros fariseísmos! Clausura no quiere decir: “¡Fuera mujeres”. Quiere decir “¡Fuera el mundo!” ¡Y yo os aseguro que la de Citeaux va a ser una verdadera clausura! 

- Lo que pretendéis es absolutamente innecesario, Esteban. Estáis yendo más allá del rigor de la Regla. Estáis pecando contra la moderación, la gratitud, el respeto… 


- ¿No creéis que, en realidad, son demasiados los que acentúan excesivamente la moderación? ¡Mirad! –exclamó alzado el crucifijo- ¡Este no conoció la moderación! … ¡Aunque podía haber redimido al mundo con una sola gota de su preciosa Sangre, Jesucristo se desangró por completo!... ¡Y aún hay gentes que se dicen cristianas y piden “moderación”! Siempre he pensado que eran muy poco moderados en su insistencia al pedirnos moderación. 

- Observo que todos vuestros argumentos terminan con Cristo. 

- ¡Qué mala vista tenéis, Pedro! No; no acaban ahí, ¡empiezan ahí! San Benito nos ordenó no preferir otra cosa al amor de Dios. 

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

miércoles, 13 de mayo de 2020

Las dos coronas. S. Maximiliano Kolbe (II)


Un día, María Kolbe, agotada, había dicho al niño: “Hijo mío, ¿qué va a ser de ti?”. Desde ese momento se dio en él un cambio repentino, irreconocible. 

Su madre asombrada le preguntaba por el motivo de la metamorfosis, y a fuerza de insistir, lo obtuvo: “Temblando de emoción, y con lágrimas en los ojos, me dijo: “El día que exclamaste “Qué va a ser de ti” yo pedí a la Señora que me dijera lo que iba a ser de mí. Continué pidiéndoselo en la iglesia; entonces se me apareció llevando dos coronas, una blanca y una roja. La blanca significaba que yo permanecería puro, la roja que sería mártir. Me preguntó si las quería. Yo respondí: “Sí, las quiero”. Entonces me contempló dulcemente y luego desapareció”.” 


(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)

martes, 12 de mayo de 2020

Entregar el corazón indiviso


   La vocación es una llamada de amor de predilección que Dios hace al alma. Las personas amamos con amor de benevolencia a mucha gente, con amor de amistad a nuestros amigos, con amor filial a nuestros padres, con amor de caridad debemos amar a todo el mundo… pero hay una parte del corazón muy especial que sólo se la entregas a una persona. 


   
Las almas consagradas entregan su corazón entero, indiviso, a Dios, correspondiendo a su Amor, que siempre nos precede.

La iniciativa de la vocación siempre es de Dios, nosotros solamente elegimos si responder a su amor o no.

lunes, 11 de mayo de 2020


"Dios te creó con un corazón para darlo,
para entregarlo al Señor
y por su Amor y con su Amor al prójimo".

domingo, 10 de mayo de 2020

apostar valientemente por abandonar las propias seguridades e ir tras las huellas del Señor.


Después de la multiplicación de los panes, que había entusiasmado a la multitud, Jesús ordenó a los suyos que subieran a la barca y lo precedieran en la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. La imagen de esta travesía en el lago evoca de algún modo el viaje de nuestra existencia. En efecto, la barca de nuestra vida avanza lentamente, siempre inquieta porque busca un feliz desembarco, dispuesta para afrontar los riesgos y las oportunidades del mar, aunque también anhela recibir del timonel un cambio de dirección que la ponga finalmente en el rumbo adecuado. Pero, a veces puede perderse, puede dejarse encandilar por ilusiones en lugar de seguir el faro luminoso que la conduce al puerto seguro, o ser desafiada por los vientos contrarios de las dificultades, de las dudas y de los temores.


También sucede así en el corazón de los discípulos. Ellos, que están llamados a seguir al Maestro de Nazaret, deben decidirse a pasar a la otra orilla, apostando valientemente por abandonar sus propias seguridades e ir tras las huellas del Señor. Esta aventura no es pacífica: llega la noche, sopla el viento contrario, la barca es sacudida por las olas, y el miedo de no lograrlo y de no estar a la altura de la llamada amenaza con hundirlos.

Pero el Evangelio nos dice que, en la aventura de este viaje difícil, no estamos solos. El Señor, casi anticipando la aurora en medio de la noche, caminó sobre las aguas agitadas y alcanzó a los discípulos, invitó a Pedro a ir a su encuentro sobre las aguas, lo salvó cuando lo vio hundirse y, finalmente, subió a la barca e hizo calmar el viento.

(Papa Francisco. 
Mensaje para la 57 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 8 marzo 2020) 

sábado, 9 de mayo de 2020

Lo peor que nos puede pasar. P. Mendizábal (XXXI)


Lo peor que nos puede pasar en nuestro itinerario es poner de nuevo en duda nuestra línea aceptada una vez. Cuando uno empieza a poner en duda la línea aceptada una vez, ha empezado a flanquear ya su fidelidad. Es necesario cerrar el paso a toda duda. 

Hay que madurar de una manera que nos lleve a seguridad absoluta, que no existe sobre la tierra. Una decisión tomada seriamente, hasta llegar a la seguridad moral del camino que Dios quiere. Una vez tomado ese camino, ¡hasta la muerte! Esto es fundamental. Lo demás es debilitar nuestra entrega. Desde el momento en que yo acepto siquiera, aunque sea en sueño, la posibilidad de cambiar de cambiar esa dirección, debilito la fuerza para ser fiel a ella. No hay que ponerlo nunca en duda. Tomo sobre mí todas sus consecuencias. María nos da ejemplo, es la Virgen fiel. 

(Con María, P. Mendizábal)

viernes, 8 de mayo de 2020

Para Dios no hay distancias. P. Segundo Llorente (XXXIV)


Para Dios no hay distancias. La trabazón y musculatura del cuerpo místico es un hecho invisible pero real y concreto y sin distancias apreciables a los ojos de Dios. Todas las inyecciones de savia divina que se apliquen en cualquier parte de ese cuerpo redundarán forzosamente en el incremento y bienestar de todo el cuerpo.

Para salvar almas no es necesario que todos surquen los mares. Se salvarán también desde una cocina o una clase en pleno Madrid y sobre todo se pueden salvar a redadas desde una enfermería.


Pero poco a poco nos vamos reponiendo del pasmo que causó la proclamación de santa Teresa del Niño Jesús patrona universal de las misiones; ella que jamás vio más indios que los pintados en los libros, vivió encerrada en un convento de Francia y murió tísica en la enfermería del convento entre cuatro paredes blancas.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

jueves, 7 de mayo de 2020

Los buenos ejemplos del sacerdote


Asimismo dice el Concilio de Trento: 

“Ninguna cosa induce con mayor eficacia a los fieles a la verdadera piedad como los buenos ejemplos del sacerdote. En él, como en un espejo de perfección, se posan los ojos de los hombres. Por eso debe ordenar su vida, modales, su exterior, gestos y palabras, de tal suerte que nunca se aparte de la gravedad, la moderación y el sentido religioso que a su profesión corresponden”. 



(Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior)

miércoles, 6 de mayo de 2020

La familia Kolbe. S. Maximiliano Kolbe (I)


La familia Kolbe brillaba por una indigencia sufrida sin amargura y hasta con cierta gratitud a causa de las ventajas que supone en la vida espiritual. Ese era el punto de vista de María Kolbe, y por tanto, el de su marido. 

María, la madre de Maximiliano, era una persona extremadamente religiosa. En su infancia soñaba con entrar en un convento. Pero durante la ocupación rusa no había conventos católicos, ni monjas, ni frailes. Solo quedaban maridos y ella eligió a Julio, a quien amó. Los dos aceptaron de buen grado su pobreza, aunque tratando de escapar a la miseria. 


El mayor, Francisco, asistía a la escuela, y Maximiliano comenzó a estudiar en casa. Unos franciscanos que pasaban de puntillas por la zona buscando vocaciones se fijaron en los dos hermanos, a los que les propusieron entrar en su colegio en Lwow. El ofrecimiento fue aceptado con gratitud. José, el hermano pequeño, a los doce años comenzó a mostrar interés por la vida religiosa, y también fue aceptado por los franciscanos. 

Julio y María Kolbe, considerándose liberados del problema de situar a sus hijos, firmaron una especie de acuerdo por el que se concedían mutuamente el permiso para entrar en religión. Tales acuerdos son poco comunes, pero no tan escasos como podríamos pensar en países donde la fe católica gana en intensidad lo que pierde de libertad de expresión. 

(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)