sábado, 23 de mayo de 2020

Las bodas de Caná. P. Mendizábal (XXXII)


El mayordomo, ante este sabor delicioso del vino –como tiene realmente el corazón bueno, fruto de la Redención-, dice esa expresión que significa sin duda, una especie de ley; “Todo el mundo pone primero el vino bueno y deja el malo para el fin”. ¿Qué expresa esto? La ley de la degradación de la energía que hemos dicho, la degradación del gozo, de la alegría puramente humana. 

Es, todo el mundo pone primero gran entusiasmo, luego se acaba. Una fiesta empieza con una gran ilusión, luego declina y acaba. “En cambio, Tú has dejado el vino mejor para el fin”. Esta es la ley del Nuevo Testamento, de la Alianza Nueva; en Cristo y en las cosas de Dios lo que hemos gustado de Él es lo peor; Él guarda siempre lo mejor para más adelante, siempre. 
Es una ley contraria, es la ley del crecimiento: lo que yo he gustado del Señor es lo de menos, Él guarda mucho más que me quiere dar. La paz que yo he gustado es insignificante al lado de la que Él quiere darme, de la que Él quiere que sea el gozo de mi corazón; pero tengo que seguir ese camino: “Tú guardas el vino mejor para el fin”. 

Y María es la Medianera. Es la artífice discreta, la Medianera llena de humildad, de sencillez, que se goza en esta progresión de nuestro amor, en esta progresión de los dones de Dios, que nos acompaña en todos ellos, y que en todos ellos continúa realizando esa misión de intervenir por nosotros; la intercesora continua con Corazón de Madre, y es la que va modelando nuestro corazón. Está interviniendo constantemente en la Iglesia, preparando nuestros corazones para la sumisión, la docilidad y la unión con Jesucristo. Es verdaderamente nuestra Medianera de Corazón Materno. 

(Con María, P. Mendizábal)

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