sábado, 16 de mayo de 2020

La pureza exige el pudor


La pureza exige el pudor, nos dice el Catecismo. La pureza es parte integrante de la virtud de la templanza. El pudor preserva la intimidad de las personas. Designa el rechazo a mostrar lo que debe permanecer velado. Esta ordenado a la castidad, cuya delicadeza proclama. Ordena las miradas y los gestos en conformidad con la dignidad de las personas y con la relación que existe entre ellas. 

El pudor es modestia, inspira la elección de la vestimenta. Mantiene silencio o reserva donde se adivina el riesgo de una curiosidad malsana; se convierte en discreción. 

Existe un pudor de los sentimientos y un pudor del cuerpo. El pudor rechaza tanto los exhibicionismos del cuerpo humano como hacer pública toda confidencia íntima. El pudor inspira una manera de vivir que permite resistir a las solicitaciones de la moda y a la presión de las ideologías dominantes.

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