miércoles, 6 de mayo de 2020

La familia Kolbe. S. Maximiliano Kolbe (I)


La familia Kolbe brillaba por una indigencia sufrida sin amargura y hasta con cierta gratitud a causa de las ventajas que supone en la vida espiritual. Ese era el punto de vista de María Kolbe, y por tanto, el de su marido. 

María, la madre de Maximiliano, era una persona extremadamente religiosa. En su infancia soñaba con entrar en un convento. Pero durante la ocupación rusa no había conventos católicos, ni monjas, ni frailes. Solo quedaban maridos y ella eligió a Julio, a quien amó. Los dos aceptaron de buen grado su pobreza, aunque tratando de escapar a la miseria. 


El mayor, Francisco, asistía a la escuela, y Maximiliano comenzó a estudiar en casa. Unos franciscanos que pasaban de puntillas por la zona buscando vocaciones se fijaron en los dos hermanos, a los que les propusieron entrar en su colegio en Lwow. El ofrecimiento fue aceptado con gratitud. José, el hermano pequeño, a los doce años comenzó a mostrar interés por la vida religiosa, y también fue aceptado por los franciscanos. 

Julio y María Kolbe, considerándose liberados del problema de situar a sus hijos, firmaron una especie de acuerdo por el que se concedían mutuamente el permiso para entrar en religión. Tales acuerdos son poco comunes, pero no tan escasos como podríamos pensar en países donde la fe católica gana en intensidad lo que pierde de libertad de expresión. 

(No olvidéis el amor. La pasión de S. Maximiliano Kolbe, Arcaduz)

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