domingo, 19 de noviembre de 2017

Papa Francisco en Egipto (IV)


5- La tentación del «faraonismo» ―¡estamos en Egipto!―, es decir, de endurecer el corazón y cerrarlo al Señor y a los demás. Es la tentación de sentirse por encima de los demás y de someterlos por vanagloria, de tener la presunción de dejarse servir en lugar de servir. Es una tentación común que aparece desde el comienzo entre los discípulos, los cuales —dice el Evangelio— «por el camino habían discutido quién era el más importante» (Mc 9,34). El antídoto a este veneno es: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos» (Mc 9,35).


6- La tentación del individualismo. Como dice el conocido dicho egipcio: «Después de mí, el diluvio». Es la tentación de los egoístas que por el camino pierden la meta y, en vez de pensar en los demás, piensan sólo en sí mismos, sin experimentar ningún tipo de vergüenza, más bien al contrario, se justifican. La Iglesia es la comunidad de los fieles, el cuerpo de Cristo, donde la salvación de un miembro está vinculada a la santidad de todos (cf. 1Co 12,12-27; Lumen gentium, 7). El individualista es, en cambio, motivo de escándalo y de conflicto.

sábado, 18 de noviembre de 2017

Nuestro sí. P. Mendizábal (XXX)


Como María, debemos de tenerlo claro. En la aceptación de nuestra misión y de nuestra vocación, damos un sí confiado al Señor, y un sí a lo que todavía no sabemos que será en concreto, pero al que de antemano decimos sí.

¿Es razonable dar ese sí? Es razonable. ¿No es una aventura? Lo es. Toda entrega de amor es una aventura. Pero se apoya en el amor mismo, en el Señor, que nos conduce por ese camino. Y como conocemos el Amor y la Providencia de Dios, nos fiamos.


María lo da, y nosotros también lo debemos dar. Por eso es conveniente renovar continuamente ese sí en las circunstancias en las que nos vamos a encontrar, en los problemas que vayan surgiendo… Sabemos que hay muchos obstáculos que pueden insidiar nuestro camino, y que eso no lo teníamos presente explícitamente en el momento de nuestro sí, pero tampoco lo excluíamos. Mi sí no lo daba por esos detalles, sino que lo daba por la sustancia de mi entrega, de mi aceptación. 

(Con María, P. Mendizábal)

viernes, 17 de noviembre de 2017

La retaguardia. P. Segundo Llorente (XXXIII)


Son las almas buenas de la retaguardia, esas almas que se afligen porque no son enviadas, las que con sus oraciones y sacrificios mantienen el frente.

Presuponiendo que están en gracia, viven unidas a Cristo como los sarmientos a la vid y tienen parte activísima en la circulación de la sangre divina por todo el cuerpo místico.

Injertadas en Cristo producen sazonados frutos de redención, conversión, santificación y salvación de innumerables almas; unas más y otras menos según el grado de unión que tengan con Cristo.

Basta que todo lo hagan por amor de Dios; y mientras más desinteresado y fino sea ese amor, más ricos serán los frutos espirituales que producen.

El andar, comer, vestirse, dormir, peinarse y cortarse las uñas hecho todo por amor de Cristo y en unión íntima con Jesucristo produce tres frutos riquísimos que son: gloria a Dios, santificación personal, y conversión de almas apartadas de Dios.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)



jueves, 16 de noviembre de 2017

En el corazón de las vicisitudes humanas (II)


Si esto no sucede, si os habéis vuelto distraídos o peor todavía, si no conocéis este mundo contemporáneo sino que conocéis y estáis habituados sólo al mundo que os resulta más cómodo o que más adormece, ¡entonces es urgente una conversión! La vuestra es una vocación en salida por naturaleza, no sólo porque os lleva hacia el otro, sino también y sobre todo porque os pide habitar donde habita cada hombre. Italia es la nación con mayor número de institutos seculares y de miembros. Sois un fermento que puede producir un buen pan para tantos, ese pan del que hay tanta hambre: la escucha de las necesidades, de los deseos, de las desilusiones, de la esperanza. Lo mismo que los que os han precedido en esta vocación, vosotros podéis devolver esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, abrir caminos hacia el futuro, difundir el amor en cada lugar y en cada situación. Si esto no sucede, si en vuestra vida ordinaria falta el testimonio y la profecía, entonces, os repito nuevamente, es urgente una conversión.

No perdáis nunca el ímpetu de caminar por los caminos del mundo, la conciencia de que caminar, andar aunque sea con paso incierto o tropezando, es siempre mejor que permanecer inmóviles, encerrados en las preguntas que se hace uno mismo o en las propias seguridades. La pasión misionera, la alegría del encuentro con Cristo que os empuja a compartir con los demás la belleza de la fe, aleja el peligro de quedar atrapados en el individualismo. El pensamiento que propone el hombre como artífice de sí mismo, guiado sólo por sus propias elecciones y por sus propios deseos, a menudo revestidos de una aparente belleza de libertad y de respeto, corre el peligro de minar los fundamentos de la vida consagrada, especialmente de la secular. Es urgente revalorizar el sentido de pertenencia a vuestra comunidad vocacional que, precisamente porque no se fundamenta en una vida común, encuentra sus puntos fuertes en el carisma. Por ello, si alguno de vosotros constituye para los demás una posibilidad preciosa de encuentro con Dios, debe redescubrir la responsabilidad de ser profecía como comunidad, de buscar juntos, con humildad y con paciencia, una palabra de sentido que puede ser un don para la nación y para la Iglesia, y de testimoniarla con sencillez. Sois como antenas listas para acoger las semillas de novedad suscitadas por el Espíritu Santo y podéis ayudar a la comunidad eclesial a hacer suya esta mirada de bien y encontrar nuevos y valientes caminos para llegar a todos.

(Papa Francisco, 
discurso a la Asamblea General de la Conferencia Italiana de Institutos Seculares, 
10 de mayo de 2014)

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Imitación del Verbo Humanado. Santa María Magdalena de Pazzi (VI)


Magdalena ya era religiosa de cuerpo entero. 

Amó ardentísimamente a la religión y estima de estimaba este estado más que cualquier otra grandeza del mundo y decía que en esto no envidiaba a los serafines del paraíso, porque por medio de los votos de la religión podía imitar al Verbo Humanado, lo cual a ellos no les era concedido.

(Santa María Magdalena de Pazzi)

martes, 14 de noviembre de 2017

¡Cuántas almas llegarían a la santidad si fuesen bien dirigidas!


Comprendí cuan inmensa desgracia es no formar bien a las almas desde el primer despertar de su razón, cuando se asemejan a la cera blanda sobre la que se pueden imprimir tanto las huellas de la virtud como las del pecado.

¡Cuántas almas llegarían a la santidad si fuesen bien dirigidas!

Sé muy bien que Dios no necesita de nadie para realizar su obra. Pero así como permite a un hábil jardinero cultivar plantas raras y delicadas y le dota para ello de la ciencia necesaria, reservándose para sí el cuidado de fecundarlas, del mismo modo desea Jesús ser ayudado en su divino cultivo de las almas.


¿Qué sucedería, si un jardinero inhábil no injertase bien sus árboles? ¿Si no supiese conocer la naturaleza de cada uno y se empeñase en sacar rosas de un melocotonero? Haría morir al árbol, el cual, por otra parte, era bueno y capaz de producir frutos.

Así es como hay que saber reconocer lo que pide Dios a las almas desde la niñez, y secundar la acción de su gracia, sin precipitarla ni retrasarla nunca.

(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús)

lunes, 13 de noviembre de 2017

domingo, 12 de noviembre de 2017

Papa Francisco en Egipto (III)


3- La tentación de la murmuración y de la envidia. Y esta es fea. El peligro es grave cuando el consagrado, en lugar de ayudar a los pequeños a crecer y de regocijarse con el éxito de sus hermanos y hermanas, se deja dominar por la envidia y se convierte en uno que hiere a los demás con la murmuración. Cuando, en lugar de esforzarse en crecer, se pone a destruir a los que están creciendo, y cuando en lugar de seguir los buenos ejemplos, los juzga y les quita su valor. La envidia es un cáncer que destruye en poco tiempo cualquier organismo: «Un reino dividido internamente no puede subsistir; una familia dividida no puede subsistir» (Mc 3,24-25). De hecho ―no lo olvidéis―, «por envidia del diablo entró la muerte en el mundo» (Sb 2,24). Y la murmuración es el instrumento y el arma.

4- La tentación de compararse con los demás. La riqueza se encuentra en la diversidad y en la unicidad de cada uno de nosotros. Compararnos con los que están mejor nos lleva con frecuencia a caer en el resentimiento, compararnos con los que están peor, nos lleva, a menudo, a caer en la soberbia y en la pereza. Quien tiende siempre a compararse con los demás termina paralizado. Aprendamos de los santos Pedro y Pablo a vivir la diversidad de caracteres, carismas y opiniones en la escucha y docilidad al Espíritu Santo.

(Encuentro del Papa Francisco en Egipto 
con el clero, los religiosos, religiosas y seminaristas, 
Abril 2017)

sábado, 11 de noviembre de 2017

Cuatro cosas perjudiciales para la vida espiritual


Cuatro cosas hay que son muy perjudiciales a la vida espiritual, y en las cuales se fundan ciertas máximas perversas que se infiltran en las comunidades religiosas: 

1ª la estima del talento y de cualidades puramente humanas; 

2ª el afán de ganarse amigos con miras terrenas; 

3ª una conducta demasiado naturalista que solo escucha a la humana prudencia, y un espíritu astuto muy opuesto a la simplicidad evangélica; 

4ª las distracciones superfluas que el alma busca, y las conversaciones o lecturas que solo traen al alma satisfacciones naturales.

De ahí nace la ambición, el afán de honras, el deseo de sobresalir y el buscar las propias comodidades: cosas todas muy opuestas al progreso espiritual.

(Las tres edades de la vida interior, Garrigou-Lagrange)

viernes, 10 de noviembre de 2017

Nada hay molesto fuera del pecado. Santo Cura de Ars (XLIX)


El Cura de Ars, hasta entonces tan refractario a dejarse cuidar, se mostró dócil como un niño. Recuérdese con qué repugnancia, durante su enfermedad de 1843, aceptó que pusieran un colchón en su cama. Pues bien, en la madrugada del sábado, tendieron uno sobre su duro jergón, y dio las gracias con una sonrisa. Tomó cuantas medicinas le dieron. Solo una vez se quejó, cuando una Hermana de San José se puso a cazar las moscas que se posaban sobre su rostro bañado en sudor. Hizo un además, y algunos creyeron oír estas palabras: “Deje usted a las pobres moscas… Nada hay molesto fuera del pecado…”.


El demonio no tuvo permiso para atormentarle en su hora suprema. Su mayor aprensión había sido siempre la de desesperar en los últimos momentos. Mas el temor de la muerte, del que tan vivas muestras había dado, desapareció por completo.

Después de haber gustado hasta las heces el cáliz de la amargura de esta vida de destierro saboreaba las delicias de la muerte, y realizaba en sí mismo una de sus expresiones: “¡Qué agradable es morir, cuando se ha vivido sobre la cruz!”

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

jueves, 9 de noviembre de 2017

El lugar de Jesucristo


              La santidad que ha de tener el ministro de Dios en el altar, la expone así la Imitación: “El sacerdote revestido de los sagrados ornamentos ocupa el lugar de Jesucristo para ofrecer a Dios humildes preces por sí mismo y por todo el pueblo. Por delante y por detrás lleva la señal de la cruz del Salvador, por tener siempre presente la memoria de su Pasión… Lleva la cruz a la espalda, para aprender a sufrir con mansedumbre por amor de Dios el mal que los hombres pudieran ocasionarle. Y la lleva por delante, para llorar los propios pecados; detrás, para llorar los ajenos, acordándose de que es mediador entre Dios y el pecador… Cuando el sacerdote dice Misa, honra a Dios, alegra a los ángeles, edifica a la Iglesia, procura socorro a los vivos, reposo a los difuntos y hácese participante de todos los bienes.”

(Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior)

miércoles, 8 de noviembre de 2017

No pueden ganar almas para Dios (XLVIII)


- Padre mío, le preguntó un joven misionero, si Dios le diese a escoger entre subir al cielo enseguida o trabajar todavía como lo hace en la conversión de los pecadores, ¿qué haría usted?

- Me quedaría.

- ¡Pero en el cielo los santos son tan dichosos! ¡Allí no hay penas ni tentaciones!

- Sí, replicó; los santos son muy felices, pero no pueden como nosotros ganar almas para Dios con penas y sufrimientos…

- Si Dios le dejase aquí hasta el fin del mundo, tendría usted mucho tiempo: dígame, ¿también se levantaría a media noche?

- Ah, amigo mío, siempre me levantaría a media noche. No es el trabajo lo que me espanta: sería el más feliz de los sacerdotes, si no fuese por el pensamiento de que he de comparecer como párroco ante el tribunal de Dios.

Y dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

martes, 7 de noviembre de 2017

Los actos de pequeña virtud


Los pequeños actos de virtud que realizamos desde la mañana hasta la noche, son los que hacen nuestros méritos de cada día. Como una gota de agua ablanda, poco a poco, la piedra y la agujerea; como las gotas de agua, multiplicadas, fecundan la tierra sedienta, así nuestras buenas obras, repetidas, crean el buen hábito, la virtud adquirida, y la conservan y aumentan; y si proceden de una virtud infusa o sobrenatural, consiguen que esta virtud vaya en aumento.

En lo que al servicio de Dios atañe, las cosas que en sí parecen pequeñas son grandes por su relación con el fin último, Dios, a quien se debe amar sobre todas las cosas; también son grandes por el espíritu de fe, confianza y amor con que deberíamos realizarlas. Así guardaríamos desde la mañana hasta la noche la presencia de Dios, cosa infinitamente preciosa, y viviríamos de él, de su espíritu, en lugar de vivir del espíritu natural y el egoísmo. Poco a poco se acrecentaría en nosotros el celo de la gloria de Dios y de la salud de las almas; mientras que, si descuidáramos aquellas cosas menudas, comenzaríamos a descender por la pendiente del naturalismo práctico, y a dejarnos dominar por el absurdo egoísmo que inspira muchos de nuestros actos.

(Las tres edades de la vida interior, Garrigou- Lagrange)


lunes, 6 de noviembre de 2017

Nada es más glorioso


"Estar firmemente persuadidos de que nada es más glorioso que dedicarse al servicio de Dios,     
nada es más glorioso que conducir al prójimo y a sí mismo a la salvación eterna".

(Papa Pío XI)


domingo, 5 de noviembre de 2017

Papa Francisco en Egipto (II)


En medio de tantos motivos para desanimarse, de numerosos profetas de destrucción y de condena, de tantas voces negativas y desesperadas, sed una fuerza positiva, sed la luz y la sal de esta sociedad, la locomotora que empuja el tren hacia adelante, llevándolo hacia la meta, sed sembradores de esperanza, constructores de puentes y artífices de diálogo y de concordia.

Todo esto será posible si la persona consagrada no cede a las tentaciones que encuentra cada día en su camino. Me gustaría destacar algunas significativas. Vosotros conocéis estas tentaciones, porque ya los primeros monjes de Egipto las describieron muy bien.

1- La tentación de dejarse arrastrar y no guiar. El Buen Pastor tiene el deber de guiar a su grey (cf. Jn 10,3-4), de conducirla hacia verdes prados y a las fuentes de agua (cf. Sal 23). No puede dejarse arrastrar por la desilusión y el pesimismo: «Pero, ¿qué puedo hacer yo?». Está siempre lleno de iniciativas y creatividad, como una fuente que sigue brotando incluso cuando está seca. Sabe dar siempre una caricia de consuelo, aun cuando su corazón está roto. Saber ser padre cuando los hijos lo tratan con gratitud, pero sobre todo cuando no son agradecidos (cf. Lc 15,11-32). Nuestra fidelidad al Señor no puede depender nunca de la gratitud humana: «Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,4.6.18).

2- La tentación de quejarse continuamente. Es fácil culpar siempre a los demás: por las carencias de los superiores, las condiciones eclesiásticas o sociales, por las pocas posibilidades. Sin embargo, el consagrado es aquel que con la unción del Espíritu Santo transforma cada obstáculo en una oportunidad, y no cada dificultad en una excusa. Quien anda siempre quejándose en realidad no quiere trabajar. Por eso el Señor, dirigiéndose a los pastores, dice: «fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes» (Hb 12,12; cf. Is 35,3).

(Encuentro del Papa Francisco en Egipto con el clero, los religiosos, religiosas y seminaristas, 
Abril 2017)

sábado, 4 de noviembre de 2017

Pureza inmaculada, contra el espíritu de posesión. P. Mendizábal (XXIX)


María tiene una pureza inmaculada, y eso no es solo en el sentido carnal, sino también en el de libertad del corazón, libertad del egoísmo. Es pura, transparente, libre de todos esos condicionamientos. 

El espíritu de posesión amenaza continuamente el sentimiento de maternidad y de amor humano que se deforma, que se vuelve egoísta. En María no hay nada de eso, María está unidísima a Jesús. Desde el principio sabe que Jesús no es para Ella, es para la Redención del mundo. Ella ha dado el sí, cierto, pero en el que no están incluidos ni esclarecidos todos los aspectos de lo que será su trayectoria.

(Con María, P. Mendizábal)

viernes, 3 de noviembre de 2017

Los pecadores acabarán por matar a este pobre pecador. Santo Cura de Ars (XLVII)


Había pasado ya el tiempo en que decía: “Tengo un buen cadáver: cuando he tomado un poco de alimento y he dormido un par de horas, puedo comenzar de nuevo mi trabajo”. Ahora, cuando se sentía agotado, limitábase a decir: “Ya descansaremos en la otra vida”.

“Tenía muchas ganas de dormir –decía en una ocasión- pero no he dudado en levantarme: ¡es tan importante la salvación de las almas!” Y muerto de cansancio, entraba en el confesionario a la hora de costumbre.

Un día se cayó cuatro veces al dirigirse a la iglesia, y las cuatro se levantó con gran trabajo… Al hacerle notar que parecía estar fatigado, contestó sonriendo: “¡Oh! Los pecadores acabarán por matar a este pobre pecador!”

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

jueves, 2 de noviembre de 2017

¡Nada de contemporizaciones!


Pedro contempló con mirada irónica a su amigo:

- ¿Pensáis hacer que el mundo se tambalee, Esteban? ¿Cuál será el próximo paso?

- Si interpreto debidamente la Regla de San Benito, debo reconocer su deseo de que los monjes fuesen cenobitas, al mismo tiempo que sus monasterios estuvieran solitarios.

- Os referís a algo que no logro adivinar.

- No es difícil. San Benito dice expresamente que un monasterio debe contener en su interior agua, un molino, un horno, un jardín y varios talleres, para evitar que los monjes necesiten salir fuera de su recinto. Yo le oigo exclamar: “Monjes, ¡no salgáis!...” Le oigo ordenar, aún de modo más imperioso: “Mundo, ¡no entres!” En otras palabras, Pedro: la tercera estrella en el firmamento cisterciense es la soledad. Ahora ya tenéis completo el triángulo ideal de Citeaux: sencillez, pobreza y soledad.

- ¡Oh, Esteban, estáis loco! ¿Qué os proponéis haciendo semejante cosa?

- Sin soledad no existe verdadero recogimiento; sin verdadero recogimiento no hay verdadera oración; sin verdadera oración los monjes no somos más que cáscaras de huevo vacías.

- Si el duque y los nobles no vienen más que los días de gran fiesta, estoy seguro de que su presencia no dañará lo más mínimo a vuestra comunidad.

- ¡Si hubierais conocido a Alberico no hablaríais de ese modo, Pedro! Él no tenía más que este lema: ¡nada de contemporizaciones! 

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

miércoles, 1 de noviembre de 2017

El triunfo será de todos. P. Segundo Llorente (XXXII)


Patriarcas, profetas, apóstoles, mártires, confesores y vírgenes flanqueados por legiones de ángeles desfilarán triunfantes embriagados de paz y de dulzura. Esos son los que se salvaron.

Se salvaron por la gracia divina, y esta viene solo de Dios, pero Dios se valió ordinariamente de medios humanos. Nos ayudamos mutuamente a salvarnos, como nos ayudamos a condenarnos.


Por fin terminará el desfile. Todo será gozo. Triunfamos. ¿Quién triunfó? Todos triunfamos. Todos juntos. Mientras unos combatían en las trincheras, otros fabricaban municiones, otros hacían uniformes, remendaban zapatos de campaña y recogían las cosechas de los campos.

Sin estos de la retaguardia, no podría dar un paso la vanguardia. En las conquistas espirituales del reino de Cristo los fusiles son las oraciones y las balas son los sacrificios. El soldado misionero tiene que disparar sin cesar, y si no le proveen de municiones, él solo bien pocas puede fabricar. 

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

martes, 31 de octubre de 2017

El que es fiel en lo poco


Como dice en S. Lucas XVI, 10: “El que es fiel en las cosas pequeñas, también lo es en las grandes”. Aquel que cada día es fiel a los más pequeños deberes de la vida cristiana, o de la vida religiosa, recibirá la gracia de serlo hasta el martirio, si algún día le es preciso ofrecer a Dios el testimonio de su sangre. Entonces se realizaría plenamente en él la palabra del Evangelio: “Alégrate, siervo bueno y fiel; porque has sido fiel en pocas cosas, yo te confiaré muchas más; entra en el gozo de tu Señor”. (Mt XXV, 23). Mas quien habitualmente descuida las cosas pequeñas pronto acaba por descuidar las grandes; ¿y cómo cumpliría en tal caso acciones de mayor dificultad que acaso le exigiría Dios?

(Las tres edades de la vida interior, Garrigou- Lagrange)

lunes, 30 de octubre de 2017

Gozosa fidelidad


"Que el Ejército de mártires nos guíe a todos, para que se reavive, echando raíces cada vez más hondas, nuestra gozosa fidelidad a Cristo Jesús y nuestra valentía apostólica para llenar el mundo con la Buena Noticia, haciéndole descubrir la alegría en lo que parece fuente de dolor y de tristeza: 
en el resplandor triunfante de la Cruz."


(Mons. Guerra Campos)

domingo, 29 de octubre de 2017

Papa Francisco en Egipto (I)


«Este es el día en que actuó el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo. Cristo ha vencido para siempre la muerte. Gocemos y alegrémonos en él». 

Deseo, en primer lugar, daros las gracias por vuestro testimonio y por todo el bien que hacéis cada día, trabajando en medio de numerosos retos y, a menudo, con pocos consuelos. Deseo también animaros. No tengáis miedo al peso de cada día, al peso de las circunstancias difíciles por las que algunos de vosotros tenéis que atravesar. Nosotros veneramos la Santa Cruz, que es signo e instrumento de nuestra salvación. Quien huye de la Cruz, escapa de la resurrección. «No temas, pequeño rebaño, porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino» (Lc 12,32). 

Se trata, por tanto, de creer, de dar testimonio de la verdad, de sembrar y cultivar sin esperar ver la cosecha. De hecho, nosotros cosechamos los frutos que han sembrado muchos otros hermanos, consagrados y no consagrados, que han trabajado generosamente en la viña del Señor. Vuestra historia está llena de ellos. 

(Encuentro del Papa Francisco en Egipto 
con el clero, los religiosos, religiosas y seminaristas, 
Abril 2017)

sábado, 28 de octubre de 2017

El pudor


Vamos a dedicar ahora algunas secciones a hablar sobre el pudor, parte esencial de la delicadeza y algo totalmente desconocido u olvidado, por desgracia, para la inmensa mayoría de los cristianos.

Comencemos definiéndolo. El pudor es como un sentimiento que avisa de un peligro, como una especie de alarma que nos avisa de que una amenaza se cierne sobre la integridad y sobre la pureza del corazón.

Un corazón sano (puro) es tan valioso que hasta la misma naturaleza lo protege, como sucede con las partes del cuerpo más importantes.

Así, el cerebro está protegido por el cráneo; la médula espinal por la columna vertebral; los ojos por los párpados, las cejas, las pestañas, etc. Pues también el corazón (la capacidad de amar) tiene su protección, que es el pudor.

viernes, 27 de octubre de 2017

Votos religiosos (II). Santa María Magdalena de Pazzi (V)


A mi Esposo Jesús, estaba unida por el voto de obediencia. Me parecía ser éste un lazo tan íntimo como jamás se podrá imaginar. Viendo la hermosura, grandeza y utilidad de esta virtud, sentí mucho el poco conocimiento que de ella se tenía, puesto que la obediencia asemeja las almas a Jesús, que fue tan obediente. Si las criaturas llegasen a comprender la gran utilidad que reporta al alma esa virtud, se someterían a cualquier criatura por baja y miserable que fuera. Comprendí que, particularmente, en el Noviciado es donde tienen más necesidad de esta virtud y, sin embargo, se conoce muy poco su valor.


Al Espíritu Santo estaba unida por el voto de pobreza, no porque el alma tenga conformidad con Él siendo el Espíritu divino arca de los tesoros y riquezas celestiales, sino que comprendí que era en aquella forma que dijo Jesús en el Evangelio: Bienaventurados los pobres de espíritu, y bienaventuradas aquellas almas que conocen y saben recibir y conservar en ellas las riquezas y tesoros del mismo espíritu.”

(Santa María Magdalena de Pazzi)

jueves, 26 de octubre de 2017

En el corazón de las vicisitudes humanas (I)


El tema de vuestra Asamblea: “En el corazón de las vicisitudes humanas: el reto de una sociedad compleja”, indica el campo de vuestra misión y de vuestra profecía. Estáis en el mundo pero no sois del mundo, llevando dentro de vosotros lo esencial del mensaje cristiano: el amor del Padre que salva. Estáis en el corazón del mundo con el corazón de Dios.

Vuestra vocación resulta atrayente a cada hombre y a sus anhelos más profundos, que tantas veces no se expresan o se disfrazan. Por la fuerza del amor de Dios que habéis encontrado y conocido, sois capaces de cercanía y ternura. Tan cercanos estáis que podréis tocar al próximo, sus heridas, sus expectativas, sus preguntas y sus necesidades, con aquella ternura que es expresión de una atención que borra toda distancia. Como el Samaritano que pasó al lado y tuvo compasión. He aquí el movimiento al que os compromete vuestra vocación: pasar junto a cada hombre y haceros prójimo de cada persona que encontráis; porque vuestro permanecer en el mundo no es simplemente una condición sociológica, sino una realidad teologal que os llama a un ser conscientes, atentos, que sabe avistar, ver y tocar la carne del hermano.

(Papa Francisco, 
discurso a la Asamblea General de la Conferencia Italiana de Institutos Seculares, 
10 de mayo de 2014)

miércoles, 25 de octubre de 2017

Votos religiosos. Santa María Magdalena de Pazzi (IV)


Leída la fórmula de los votos, Magdalena quedó en profundo éxtasis, como muerta. ¿Qué había pasado en aquellas dos horas entre el celestial Esposo y su esposa?

Solo la obediencia podía apoderarse del secreto. Por orden de los superiores Magdalena manifestó:

“Me parecía ver cómo estaba unida la Santísima Trinidad, por medio de tres vínculos o verdaderas ataduras, los cuales eran los tres votos que yo había prometido en la santa profesión.


El primer lazo era el voto de castidad, con el que estaba ligada al Eterno Padre, que es la misma pureza. Y veía que esta pureza es una de las más íntimas uniones que puede realizar el alma con Dios, por la conformidad que el alma tiene con el mismo Dios cuando es pura. Y me parecía estar de tal modo unida al Señor y tan íntimamente ligada a Él, que resultaba imposible la separación a no ser que tuviese la desgracia de caer en pecado contra la castidad. Los demás pecados no logran deshacer esta unión, si bien se mancilla y afloja tanto que casi parece vaya a deshacerse. Era tal la hermosura de este lazo, que no puede expresarse con palabras, ni su grandeza, ni el grado de unión que proporciona".

(Santa María Magdalena de Pazzi)

martes, 24 de octubre de 2017

La salvación de un religioso


La salvación de un religioso va estrechamente unida a su perfección; de modo que si echa en olvido el cuidado de su adelantamiento espiritual, va poco a poco acercándose a su ruina y perdición. Y si no acaba de caer, es porque Dios, que quiere salvarlo, le sostiene misericordiosamente antes de su caída. Todos los maestros de vida espiritual están acordes en afirmar que no avanzar es ir atrás. Más como algunos han realizado ya algún progreso, pasa a veces algún tiempo antes que se den cuenta que retroceden, porque esto se hace insensiblemente”.

(Las tres edades de la vida interior, Garrigou- Lagrange)

lunes, 23 de octubre de 2017

Señal de que vuestro apostolado está en sintonía con el Señor


"¿Me permitís, especialmente los jóvenes, que formule aquí una observación de valor constante? Mientras hacéis presente a Cristo en el mundo, considerareis como una señal de que vuestro apostolado está en sintonía con el Señor el hecho de que broten entre vosotros vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida religiosa, tan necesarias para asegurar el núcleo de la misión de la Iglesia. Si sois Iglesia en el mundo -y no simplemente mundo- cuanto más seglar sea vuestra acción, más favoreceréis el florecimiento de aquellas vocaciones". 


(Mons. Guerra Campos, Homilía en la toma de posesión de la Diócesis de Cuenca, 1973)

domingo, 22 de octubre de 2017

Todos los fieles


Todos los fieles están llamados a tomar conciencia del dinamismo eclesial de la vocación, para que las comunidades de fe lleguen a ser, a ejemplo de la Virgen María, seno materno que acoge el don del Espíritu Santo (cf Lc 1,35-38). La maternidad de la Iglesia se expresa a través de la oración perseverante por las vocaciones, de su acción educativa y del acompañamiento que brinda a quienes perciben la llamada de Dios. También lo hace a través de una cuidadosa selección de los candidatos al ministerio ordenado y a la vida consagrada. Finalmente es madre de las vocaciones al sostener continuamente a aquellos que han consagrado su vida al servicio de los demás. 

Pidamos al Señor que conceda a quienes han emprendido un camino vocacional una profunda adhesión a la Iglesia; y que el Espíritu Santo refuerce en los Pastores y en todos los fieles la comunión eclesial, el discernimiento y la paternidad y maternidad espirituales.

(Papa Francisco, Jornada Mundial de Oración por las vocaciones 2016)

sábado, 21 de octubre de 2017

Fidelidad al Señor. P. Mendizábal (XXVIII)


He aquí la Esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

Cuando María dio su sí, dio un sí verdadero, un sí en el que no hay no, un sí total que no se contradice a sí mismo. No conoce al detalle cuál es el camino de Dios, pero su totalidad es verdadera. Da el sí desde el fondo del corazón, da el sí al proyecto de Dios y camina adelante en el camino de fidelidad al Señor.


He ahí la gran palabra: fidelidad al Señor. Una misión que será dura, como será quizás también la nuestra, en nuestro grado; es verdad, nunca imaginemos que nuestra misión tiene que ser sin obstáculos, sin limitaciones, sin titubeos, sin incertidumbres. Todo eso vendrá, pero la palabra de orden ha de ser esa fidelidad al Señor.

(Con María, P. Mendizábal)

viernes, 20 de octubre de 2017

El fin de las misiones. P. Segundo Llorente (XXXI)


El fin de las misiones es establecer la Iglesia de Cristo donde no esté aún establecida. Como Cristo es por naturaleza rey universal, su reino abarca por derecho propio toda la redondez del globo. Todo hombre que viene a este mundo debe ser vasallo de Cristo rey. Resulta, sin embargo, que pululan por la tierra millones de millones que no lo son; hay rebaños incontables de ovejas que vegetan lejos del verdadero redil.

Consecuencia lógica de estos hechos antagónicos es que la Iglesia de Cristo es militante. Toda la Iglesia se despliega en orden de batalla para ganar a todos los hombres; para atraer hacia sí todas las ovejas extraviadas.


Todo bautizado es por el mero hecho un misionero. Esas almas buenas que se afligen porque no pueden venir a misiones, que no se aflijan. Formamos todos un cuerpo de combate con vanguardia y retaguardia. Los misioneros forman la vanguardia.

Ahora bien, es un axioma de todos conocido que sin una retaguardia bien organizada, no hay vanguardia que pueda atacar con eficacia mucho tiempo ni que puedan contener el ímpeto del enemigo que está siempre contraatacando.

(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)

jueves, 19 de octubre de 2017

Sacerdos et hostia


Las funciones sacerdotales, en cuanto se relacionan con el Señor, presente en la Eucaristía, y con su cuerpo místico, demuestran, todavía mejor que la misma ordenación, esa especialísima obligación de tener a la perfección.


El sacerdote, cuando celebra el santo sacrificio de la Misa, es figura de aquél en cuyo nombre habla, de Jesucristo, que se ofrece por nosotros. Debe ser misionero consciente de la grandeza de sus funciones, y unirse más y más, con alma y corazón, al Sacerdote principal que es también la víctima sagrada, sacerdos et hostia. Sería hipocresía, o cuando menos culpable negligencia, subir las gradas del altar sin una firme voluntad de ir creciendo en caridad. Debe el ministro de Cristo decir cada día con más espíritu y santidad: “Hoc est corpus meum. Hic est calix sanguinis mei”. Su comunión habrá de ser cada día sustancialmente más fervorosa, por una mayor disposición de la voluntad al servicio de Dios, ya que el sacramento de la Eucaristía debe, no solo conservar, sino aumentar la caridad en nuestras almas.

(Garrigou-Lagrange, Las tres edades de la vida interior)

miércoles, 18 de octubre de 2017

¡Qué afortunadas somos las religiosas! Santa María Magdalena de Pazzi (III)



La divina presencia la acompañaba por doquiera y la hacía indiferente a todo.

Acción y oración tenían a sus ojos el mismo calor, porque en todas las cosas buscaba la voluntad de Dios.

- ¡Qué afortunadas somos las religiosas –solía decir-, pues no apartándonos de la obediencia estamos seguras de cumplir siempre lo que Dios quiere de nosotras!

Tenía tan ardientes ganas de emitir sus votos religiosos y de unirse con ellos a Cristo para siempre, que deseó hacerlo aún antes de que se cumpliera el plazo del año del noviciado. El Señor escuchó sus anhelos.


Cayó gravemente enferma y los Superiores decidieron darle la profesión el 27 de mayo de 1584, fiesta de la Santísima Trinidad.

(Santa María Magdalena de Pazzi)

martes, 17 de octubre de 2017

Los días se componen de horas, las horas de minutos



Con achaques de prudencia, se ponen a considerar los pequeños lados de las grandes cosas y a ver cada vez más oscuro el gran asunto de los deberes cotidianos de la vida cristiana y la importancia de la fidelidad en las cosas pequeñas. Olvidan que el día se compone de horas, y las horas de minutos.

El Espíritu Santo espera durante algún tiempo a que entren en su interior, y a que obedeciendo a las operaciones de la gracia y la naturaleza, se dispongan a seguir sus inspiraciones; mas si abusan del tiempo y de las gracias que les brinda, al fin los abandona a sí mismos y los deja sumidos en la oscuridad e ignorancias de su interior, en las cuales están arraigados, y de ahí en adelante viven con gran peligro de su salud eterna.

(Las tres edades de la vida interior, Garrigou- Lagrange)