miércoles, 18 de octubre de 2017

¡Qué afortunadas somos las religiosas! Santa María Magdalena de Pazzi (III)



La divina presencia la acompañaba por doquiera y la hacía indiferente a todo.

Acción y oración tenían a sus ojos el mismo calor, porque en todas las cosas buscaba la voluntad de Dios.

- ¡Qué afortunadas somos las religiosas –solía decir-, pues no apartándonos de la obediencia estamos seguras de cumplir siempre lo que Dios quiere de nosotras!

Tenía tan ardientes ganas de emitir sus votos religiosos y de unirse con ellos a Cristo para siempre, que deseó hacerlo aún antes de que se cumpliera el plazo del año del noviciado. El Señor escuchó sus anhelos.


Cayó gravemente enferma y los Superiores decidieron darle la profesión el 27 de mayo de 1584, fiesta de la Santísima Trinidad.

(Santa María Magdalena de Pazzi)

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