sábado, 18 de abril de 2015

P. Mendizábal (IV).

Esta era la vida de la Virgen, la consagración de María al Verbo. La consagración de María a Jesús. Supremo ideal de nuestra consagración.

Podemos pensar que la Virgen en aquel momento de adoración en Belén tuvo una plegaria virginal: “Jesús, que haya siempre en el mundo personas que se consagren como yo. Cuyos ojos sean sólo para mirarte, cuyos labios sean sólo para besarte, cuyas manos sean sólo para cuidarte, cuyo corazón sea sólo para amarte”.

Y de esta plegaria virginal de María nació el sacerdocio, nació la vida virginal. Perpetuación del oficio de María en el mundo.


(En el Corazón de Cristo, P. Mendizábal).


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