sábado, 29 de octubre de 2016

Desprendimiento. P. Mendizábal (XXII).


María y José tienen que retirarse a una gruta donde se recogen los animales, una gruta desapacible donde el ganado se protege de la lluvia. Y al llegar a ese lugar, la Virgen debió sentir profundamente lo terrible de aquella situación y el plan de Dios. Y al entrar debió pensar y exclamar: “¡Oh, pobreza, pobreza!, ¡ahora lo entiendo todo! Esto es lo que venía buscando mi Hijo con tanto hacerme abandonar, renunciar, humillarme. Me ha quitado todo, me ha dejado solo Jesús”. Para la Virgen es el único tesoro: le ha quitado todo lo demás, le ha dejado solo Jesús. Ésta suele ser la disposición íntima para el éxtasis del Nacimiento: “tener a Jesucristo como único tesoro del corazón”. Parece que me quita todo, y son los caminos de Dios, por donde nos lleva a su encuentro, al éxtasis del Nacimiento, al goce de la adoración y del abrazo de Cristo Encarnado.


(Con María, P. Mendizábal) 

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