viernes, 13 de febrero de 2015

Ante el Sr. Obispo (II). Santa Teresita del Niño Jesús (VIII)

Nos recibió el Sr. Révérony, secretario del Obispo. Viendo brillar las lágrimas en mis ojos, añadió: “¡Ah, veo diamantes!... ¡No hay que enseñárselos a Monseñor!”.

          Monseñor me preguntó si hacía mucho tiempo que deseaba entrar en el Carmelo:

          --¡Oh, sí, Monseñor, hace mucho tiempo…!

        --Veamos –replicó riendo el Sr. Révérony- no diréis que hace quince años que tenéis ese deseo.

          --Desde luego – respondí yo sonriendo también- pero no hay que quitar muchos años, porque deseé hacerme religiosa desde el primer despertar de mi razón, y deseé el Carmelo desde que lo conocí bien, porque me parecía que en esta orden se verían cumplidas todas las aspiraciones de mi alma.

          Monseñor, creyendo agradar a papá, trató de hacerme permanecer todavía algunos años cerca de él. Por eso, no quedó poco sorprendido y edificado al verle abogar por mí, intercediendo para que yo obtuviese el permiso de volar a los quince años.

          El Sr. Révérony dijo a papá que nunca se había visto cosa parecida: “¡Un padre tan impaciente por entregar su hija a Dios como ésta por ofrecerse ella misma!”.


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


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