miércoles, 18 de febrero de 2015

Viaje a Roma (I). Santa Teresita del Niño Jesús (IX)

Durante el viaje a Roma, la contemplación de todas aquellas bellezas sembraba pensamientos muy profundos en mi alma. Me parecía estar ya percibiendo la grandeza de Dios y las maravillas del cielo…

La vida religiosa se me aparecía tal cual es, con sus sujeciones, sus pequeños sacrificios cumplidos en la sombra. Comprendía qué fácil es replegarse una sobre sí misma, olvidar el fin sublime de la propia vocación, y pensaba: Más tarde, en la hora de la prueba, cuando, prisionera del Carmelo, no me sea dado contemplar más que un trocito de cielo estrellado, me acordaré de lo que estoy viendo hoy. Este pensamiento me dará valor; olvidaré fácilmente mis pobres y pequeños intereses recordando la grandeza y el poder de Dios, a quien únicamente quiero amar. No caeré en la desgracia de aficionarme a unas pajas, ahora que “¡mi corazón ha presentido lo que Jesús reserva a los que le aman!”


(Historia de un alma. Relato autobiográfico de Santa Teresita del Niño Jesús).


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