“Él ha sido herido por nuestras rebeldías,
molido por nuestras culpas. Él soportó el castigo que nos trae la paz, y con
sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno
marchó por su camino, y Yahvé descargó sobre él la culpa de todos nosotros.”
(Is 53,56).
Una nueva
caída de Jesús en su ascenso al Calvario. ¡Qué frágil te has hecho, Jesús! En
esta estación presentamos a los sacerdotes y consagrados que han llegado a la
madurez para que a pesar de las dificultades y sufrimientos, a pesar también
del propio pecado y fragilidad, sigan esforzándose en la búsqueda de la
santidad fortaleciendo su unión con Jesús. Presentamos también al Señor a los
sacerdotes y consagrados que se encuentran en crisis, que ha perdido el sentido
de sus vidas y de su vocación, para que no sucumban ante la tentación del
abandono por una vida más fácil y sin dificultades.
Queremos
reparar también por aquellos sacerdotes y consagrados que de forma consciente
rechazan la llamada de Dios a convertirse, por aquellos que se resisten a
obedecer y que no admiten las correcciones y consejos de los superiores.
Reparamos también por aquellos que viven la vocación como una profesión civil y
como un medio de vida más.
(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)
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