“Tomaron, pues, a Jesús, que, llevando su
cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota” (Jn.
19,17).
Comienza
el ascenso al Calvario, monte de salvación, y cargan a Cristo con la cruz,
instrumento cruel de tortura, pero que se ha convertido en instrumento de amor.
En este comienzo del ascenso, presentamos al Señor a los sacerdotes más
jóvenes y aquellos consagrados que han hecho su profesión recientemente. Se han
terminado las mieles del noviazgo (noviciado) y comienza el áspero camino de la
entrega diaria y el cumplimiento de las obligaciones de su estado y ministerio.
Para ellos pedimos la perseverancia y la valentía para la donación de sí
mismos, teniendo presentes las palabras del Maestro: “Si alguno quiere venir en
pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.”
Al ver a
Cristo cargado con la cruz, queremos reparar por tantos sacerdotes y
consagrados que llevados por el cansancio, el desánimo, la pereza y desidia
dejan de cumplir las obligaciones que adquirieron el día de su ordenación y de
su consagración, así como las de su ministerio y vida apostólica.
(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)
(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)
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