Cuando estéis agitados, no
toméis ninguna deliberación. Tened bien presente lo que se lee en Isaías: Non
in commotione Dominus. El Señor no se encuentra jamás al lado de las
resoluciones que se toman cuando se está agitado.
Por el contrario, orad;
orad mucho; pensad en la vanidad de las cosas de este mundo, cómo pasa todo con
la muerte; y tómense las deliberaciones poniéndose en el punto de la muerte.
¿En aquel momento estaría contento de haber abandonado la vocación? ¿De no
haber sido capaz de soportar aquel cargo, aquella obediencia, aquella
mortificación?
Frecuéntense los
sacramentos. Es con Jesús en el corazón con quien es necesario deliberar. Sí,
háblese con Jesús, dígasele lo que uno quiere, o mejor, pídasele la fortaleza y
la perseverancia, pero de ningún modo se hable con los compañeros. El hablar de
esto, a mí me parece una insensatez culpable. Arruinas tu alma y te expones a
asesinar la de tu compañero.
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