domingo, 29 de marzo de 2015

6ª Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús. (Vía Crucis VI)

No tenía apariencia ni presencia: le vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable y no le tuvimos en cuenta”. (Is 53,2-3)

Una mujer valiente, sin dejarse llevar por los respetos humanos, sale de entre la multitud para enjugar el rostro ensangrentado de Jesús. En esa mujer vemos la virtud de la piedad y de la delicadeza que los sacerdotes y las almas consagradas han de tener hacia el Señor y hacia sus cosas. ¡Almas piadosas y delicadas! Pedimos por los sacerdotes y consagrados que se esmeran en todo lo relativo a la celebración del oficio y de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía, para dar culto a Dios de la mejor manera posible  para que no se desanimen aunque su esfuerzo no sea valorado o incluso a veces sea ridiculizado o criticado.  

Y al contemplar esta estación, reparamos al Señor por aquellos sacerdotes y consagrados que creen que pueden manipular la liturgia a su gusto y antojo; reparamos también por aquellos que no respetan las normas litúrgicas y celebrativas. Queremos también reparar por aquellos que consienten y callan ante los sacrilegios, profanaciones y blasfemias contra el Señor.


(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)


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