“Jesús decía: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Se
repartieron sus vestidos echando a suertes”. (Lc.23,34).
Al
contemplar a Jesús despojado de su túnica recordamos que la misma pureza se ha
dejado desnudar para revestirnos a nosotros con el vestido de la gracia.
Pedimos al Señor por los sacerdotes y consagrados para que su interior y
también por su porte externo –cumpliendo la norma de la Iglesia respeto al
traje eclesiástico y el hábito religioso- sean ejemplo de pureza, pudor y
modestia, de desprendimiento y pobreza.
Reparamos
por todos los sacerdotes y consagrados que con su forma de vestir buscan
disimular su condición y privan al mundo del signo sensible de su consagración.
Reparamos también por los pecados de impureza en los que puedan haber caído por
descuido y debilidad.
(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)
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