“Le seguía una gran multitud de pueblo y
mujeres que se dolían y lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas dijo:
“Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad mas bien por vosotras y por
vuestros hijos”” (Lc. 23, 27-28).
“No lloréis por mí, llorad más bien por
vosotros y por vuestros hijos” – le dice Jesús a aquellas mujeres. Los
sacerdotes y consagrados están llamados a ser colaboradores particulares de
Jesús en la redención de sus hermanos mediante su vida de oración y sacrificio;
no solo han de ofrecerse por sí mismos y hacer penitencia por sus pecados, sino
también han de hacerlo por sus hermanos. Presentamos al Señor a los sacerdotes
y consagrados para que renueven cada día su conciencia de ser corredentores con
Cristo y que descubran el valor sacrificial de sus vidas entregándose a la
oración y a la penitencia.
Reparamos
por sacerdotes y consagrados que viven inmersos en la sociedad del consumo y
del materialismo, por aquellos que buscan afanosamente la comodidad y la vida
placentera, por aquellos que son inconscientes de la responsabilidad que tienen
sobre las almas.
(Sacerdotes de la Iglesia del Salvador, Toledo)
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