El tercer testimonio —y aquí hablo en general, para los
religiosos, para los consagrados y también para los sacerdotes diocesanos— es
la misericordia. Hemos olvidado las obras de misericordia. Quisiera preguntar
—no lo haré pero tendría ganas de hacerlo—, pedir que digáis las obras de
misericordia corporales y espirituales. ¡Cuántos de nosotros las han olvidado!
Cuando regreséis a casa buscad el catecismo y recordad estas obras de
misericordia que son las obras que practican las ancianas y la gente sencilla
en los barrios, en las parroquias, porque seguir a Jesús, ir tras Jesús es
sencillo. Cito un ejemplo que pongo siempre. En las grandes ciudades, todavía
ciudades cristianas —pienso en la diócesis que tenía antes, pero creo que en
Roma sucede lo mismo, no sé en Nápoles, pero en Roma seguro—, hay niños
bautizados que no saben hacer la señal de la cruz. Y, ¿dónde está, en este
caso, la obra de misericordia de enseñar? «Te enseño a hacer la señal de la
fe». Es sólo un ejemplo. Pero es necesario retomar las obras de misericordia,
tanto las corporales como las espirituales. Si cerca de mi casa hay una persona
que está enferma y quisiera ir a visitarla, pero el tiempo del que dispongo
coincide con el momento de la telenovela, y entre la telenovela y hacer una
obra de misericordia elijo la telenovela, eso no está bien.
(Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos
permanentes en la Catedral, Visita Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya
y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de 2015)
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