Otro testimonio es el espíritu de pobreza; también para los
sacerdotes que no hacen voto de pobreza, pero deben tener el espíritu de
pobreza. Cuando entra en la Iglesia la especulación, tanto en los sacerdotes
como en los religiosos, es feo. Recuerdo a una gran religiosa, buena mujer, una
gran ecónoma que hacía bien su trabajo. Era observante, pero tenía el corazón
apegado al dinero e inconscientemente seleccionaba a la gente según el dinero
que tenía. «Este me gusta más, tiene mucho dinero». Era ecónoma de un colegio
importante e hizo grandes construcciones, una gran mujer, pero se veía este
límite suyo y la última humillación que tuvo esta mujer fue pública. Tenía 70
años, más o menos, estaba en una sala de profesores, durante una pausa de la
escuela, tomando un café, y le dio un síncope y se desplomó. Le daban palmadas
para hacerla volver en sí y no reaccionaba. Y una profesora dijo esto: «Pónle
un billete de cien “pesos” y veamos si así reacciona”. La pobrecilla ya estaba
muerta, pero fue la última palabra que se dijo de ella cuando todavía no se
sabía si estaba muerta o no. Un mal testimonio.
(Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos
permanentes en la Catedral, Visita Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya
y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de 2015)
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