Los consagrados —sean sacerdotes, religiosas o religiosos—
nunca deben ser especuladores. El espíritu de pobreza, sin embargo, no es
espíritu de miseria. Un sacerdote, que no hizo voto de pobreza, puede tener sus
ahorros, pero de una forma honesta y también razonable. Pero cuando tiene
codicia y se mete en negocios... Cuántos escándalos en la Iglesia y cuánta
falta de libertad por el dinero: «A esta persona le debería decir cuatro
verdades, pero no puedo porque es un gran benefactor». Los grandes benefactores
llevan la vida que quieren y yo no tengo la libertad de decírselo, porque estoy
apegado al dinero que ellos me dan. ¿Comprendéis cuánto es importante la
pobreza, el espíritu de pobreza, como dice la primera de la bienaventuranzas:
«Bienaventurados los pobres de espíritu». Como dije, un sacerdote puede tener
sus ahorros, pero no el corazón en ello, y que sean ahorros razonables. Cuando
hay dinero de por medio, se hacen diferencias entre las personas; por ello os
pido a todos examinar la conciencia: ¿cómo va mi vida de pobreza, lo que llega
incluso de las pequeñas cosas? Y este es el segundo testimonio.
(Encuentro con el clero, los religiosos y los diáconos
permanentes en la Catedral, Visita Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya
y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de 2015)
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