miércoles, 27 de mayo de 2015

Una hermana con una curiosa manía. Santa Teresita del Niño Jesús (XXXIII).

Durante mucho tiempo, en la oración de la tarde estuve colocada delante de una hermana que tenía una curiosa manía, y según pienso… muchas luces interiores, pues rara vez se servía de algún libro. Ved cómo reparé en ello.

Apenas llegaba esta hermana, se ponía a hacer un ruidillo extraño, semejante al que se haría frotando dos conchas una contra otra.

Imposible me resulta, Madre mía, deciros cuánto me molestaba aquel ruidillo. Sentía grandes deseos de volver la cabeza y mirar a la culpable, que con toda seguridad no se daba cuenta de su mala costumbre; ésta hubiera sido la única manera de hacérsela notar.

Pero en el fondo del corazón comprendía que era mejor sufrir aquello por amor de Dios, y por no causar pena a la hermana. Así que permanecía tranquila, procurando unirme bañada en sudor, y me veía obligada a hacer sencillamente una oración de sufrimiento.

Pero al mismo tiempo que sufría, trataba de hacerlo, no con irritación, sino con alegría y con paz, al menos en lo íntimo del alma. Me esforzaba por hallar gusto en aquel ruidillo tan desagradable; en lugar de procurar no oírlo (cosa imposible), ponía toda mi atención en escucharlo bien, como si se tratara de un concierto maravilloso, y toda mi oración se me pasaba en ofrecer a Jesús ese concierto.


(Santa Teresita del Niño Jesús. Manuscrito dirigido a la Madre María Gonzaga).


No hay comentarios:

Publicar un comentario