Preparé
un discurso, pero son aburridos los discursos. Lo entrego al cardenal y luego
en el boletín lo dará a conocer. Prefiero responder un poco a algunas cosas. Me
sugieren que hable sentado, así descanso un poco. Una hermana que está aquí,
muy mayor, vino corriendo a decirme: «Bendígame en articulo mortis». «¿Por qué
hermana?”. «Porque tengo que ir de misión a abrir un convento...». Esto es el
espíritu de la vida religiosa. Esta hermana me hizo pensar. Es anciana, pero
dice: «Sí, yo estoy en articulo mortis, pero tengo que ir a renovar o a hacer
de nuevo un convento» y parte. Por lo tanto, también yo ahora obedezco y hablo
sentado.
Este es uno de los testimonios sobre los que preguntabas:
estar siempre en camino. El camino en la vida consagrada es el seguimiento de
Jesús; también la vida consagrada en general, también para los sacerdotes se
trata de ir tras Jesús, y con ganas de trabajar por el Señor. Una vez
—relaciono con lo que dijo la religiosa— me dijo un anciano sacerdote: «Para
nosotros no existe la jubilación y cuando vamos a la residencia seguimos
trabajando con la oración, con las pequeñas cosas que podemos hacer, pero con
el mismo entusiasmo de seguir a Jesús». ¡El testimonio de caminar por la senda
de Jesús! Por eso el centro de la vida debe ser Jesús. Si en el centro de la
vida —exagero... pero sucede en otros sitios, en Nápoles seguramente no— está
el hecho de que yo estoy en contra del obispo o contra el párroco o contra otro
sacerdote, toda mi vida estará invadida por esa lucha. Y eso es perder la vida.
No tener una familia, no tener hijos, no tener el amor conyugal, que es tan
bueno y tan hermoso, para acabar peleando con el obispo, con los hermanos
sacerdotes, con los fieles, con «cara de vinagre», esto no es un testimonio. El
testimonio es Jesús, el centro es Jesús. Y cuando el centro es Jesús están, de
todos modos, estas dificultades, están en todos lados, pero se afrontan de
diversa forma. En un convento tal vez la superiora no me gusta, pero si mi
centro es la superiora que no me gusta, el testimonio no funciona. Si mi centro
en cambio es Jesús, rezo por esta superiora que no me gusta, la tolero y hago
todo lo necesario para que los demás superiores conozcan la situación. Pero la
alegría no me la quita nadie: la alegría de ir tras Jesús.
(Encuentro
con el clero, los religiosos y los diáconos permanentes en la Catedral, Visita
Pastoral del Santo Padre Francisco a Pompeya y Nápoles. Sábado 21 de Marzo de
2015)
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