Preguntaron a Platón, con que señales se
conocía a un hombre sabio y cuerdo, y contestó “Cuando le vituperan y
desgarran y no se enfada. Y cuando lo alaban y no se enorgullece. Pero el
insensato es esclavo de la cólera”.
Guardar
silencio en el insulto es una actitud grande, propia de un hombre grandioso. El
silencio ante una persona que insulta y no responder ante una provocación es
una victoria completa.
Si
queremos ser felices, en nuestro obrar hemos de tener siempre presente este
adagio “Haz el bien y no mires a quien. Haz el bien a todos sin
distinción”.
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