sábado, 19 de septiembre de 2015

P. Mendizábal (XIII)

       En efecto, la fe no es un montaje, es vivir la realidad en su sentido verdadero y profundo, tal como existe a la luz de Dios. Ahora, la realidad es que tenemos que vivir de fe, no solamente hacer actos de fe. María es “la que vive de fe”, en la obediencia de fe y a la luz de la fe; ha vivido siempre así. S. Pablo repetirá también: “El justo vive de la fe”.

         La oración es uno de los puntos fundamentales. Orar es entrar en contacto con Dios: “Olvido de  lo creado, memoria del Creador, atención al interior y estarse amando al Amado”, o como decía Sta. Teresa: “No es pensar mucho, sino amar mucho” y estarse largamente tratando de amistad con quien sabemos nos ama.  Es importante, porque el mundo sensible nos absorbe y necesitamos sintonizar con Dios, sintonizar con la realidad verdadera. Eso es orar.

         Este orar con el Señor es muy importante para nosotros. A veces no lo hacemos porque nos aburrimos: -yo voy allí a la capilla delante del Sagrario, y no sé qué pensar o qué decir, se me acaba…. Bien, no se trata de ir a decir cosas, a hablar mucho. El Papa unas de una expresión hablando a los religiosos y religiosas: “Tenéis que tener largos ratos delante del Señor ante el sagrario, para reparar, para amar y para dejaros amar.” ¡Necesitamos “dejarnos amar”! Tenemos prisa, somos muy activos, parece que la iniciativa viene de nosotros, que somos nosotros la salvación de todo y no nos dejamos amar.  ¡Dejarse amar!, hace falta más amor para dejarse amar, que para amar.

         La oración tiene mucho de ese dejarse querer por el Señor, ir allí para estar con Él, ¡esos “baños de Eucaristía”!, sabiendo que Jesucristo vive y actúa sobre nosotros. Así nos iremos entonando en la vida de la fe.

(Con María, P. Mendizábal).

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