“Que no era todo nada,
y la vanidad del mundo, y cómo acababa en breve, y a temer, si me hubiera
muerto, cómo me iba al infierno; y aunque no acababa mi voluntad de inclinarse
a ser monja, vi que era el mejor y más seguro estado, y así poco a poco me
determiné a forzarme para tomarle”.
Teresa pronuncia por primera vez la palabra clave: determinación, decisión. “Pues digo va
muy mucho en comenzar con gran determinación”.
En Nuestra Señora de Gracia se ha producido un cambio
asombroso en ella, resultado de una sujeción primero impuesta y después
comprendida y aceptada; ha experimentado personalmente los efectos de la
disciplina. Ahora sabe que los sentimientos, los deseos, los gustos, las
actitudes, lo que parece formar parte de nuestro carácter y no es más que un
conjunto de tendencias que pueden ser dominadas o desarrolladas por el
ejercicio y el hábito, estás sometidas al imperio de la voluntad. Dios ha
creado al hombre libre para elegir la perfección. “El Señor ayuda a los que se
determinan por su servicio y gloria”.
(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).
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