martes, 29 de septiembre de 2015

Declaración de su voluntad a su padre. Santa Teresa de Jesús (X)

Dramática declaración. Alfonso Sánchez nunca pudo prever que aquella hija suya, que sólo le preocupaba por su excesiva afición al mundo, quisiera ahora dejarle: “Lo más que se pudo acabar con él fue que, después de muerto él, haría lo que quisiese”.

         Teresa hizo intervenir a amigos y parientes, pero ninguno logró convencerle. El que se había comprometido por contrato a entregar anualmente varias fanegas de trigo a los pobres se resistía a entregar a Dios a su hija preferida; su piedad no llegaba a la renuncia, su generosidad no cedía más que lo superfluo.

         Teresa, por su parte, se preguntaba si sería capaz de mantener su decisión de una manera inquebrantable: “Me temía a mí y a mi flaqueza”. ¿Y el cielo? ¿Y el infierno?... Para volver su pensamiento a Dios tenía que retorcerse y forzarse. Ahora sabía, gracias a su experiencia en Nuestra Señora de Gracia, que una vez estuviera en el convento no lo lamentaría: lejos de las ocasiones, llevaría a cabo con rigor y método el lento trabajo de su transformación interior. Allí, nada la distraería de Dios. Ardía, pues, en deseos de comenzar.


(La Vida de Santa Teresa de Jesús, Arcaduz).       

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