A los que han entrado por la senda de la vida en el cumplimiento
de los mandamientos el Señor les propone nuevos horizontes; el Señor les
propone metas mas elevadas y los llama a entregarse a ese amor sin reservas.
Descubrir esta llamada, esta vocación, es caer en la cuenta de que Cristo tiene
fijos los ojos en ti y que te invita con la mirada a la entrega total en el
amor. Ante esa mirada, ante ese amor suyo, el corazón abre las puertas de par
en par y es capaz de decirle que sí.
Si algunos de vosotros siente una llamada a seguirle mas de
cerca, a dedicarle el corazón por entero como los apóstoles Juan y Pablo, que
sea generoso, que no tenga miedo, porque no hay nada que
temer cuando el premio que espera es Dios mismo, a quien, a veces sin saberlo,
todo joven busca.
Jóvenes que me escucháis, jóvenes que sobre todo, queréis
saber lo que habéis de hacer para alcanzar la vida eterna decid siempre que
sí a Dios y Él os llenara de su alegría.
(S. Juan Pablo II)
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