Abrid con confianza vuestras aspiraciones más intimas al amor
de Cristo, que os espera en la Eucaristía. Hallaréis respuesta a todas vuestras
inquietudes y veréis con gozo que la coherencia de la vida que El os pide es la
puerta para lograr la realización de los más nobles deseos de vuestra alma
joven.
Madurad en el recogimiento y la oración la elección que vais
a hacer: si la voz del Señor resuena en lo más íntimo de vuestro corazón,
quered escuchadle. “Si escucháis hoy mi voz: ¡no endurezcáis vuestro corazón!”
¿Quien se atreverá a decir que no al Señor que te llama?
Nadie puede permitirse equivocar el camino de su vida.
Por tanto, meditadlo bien, rezad para tener la luz necesaria
en vuestra elección y hecha la elección rezad todavía más para tener la
fortaleza de permanecer, caminando siempre “de manera digna del Señor,
procurando serle grato en todo”.
“Señor, que vea”; que vea, Señor, cuál es tu voluntad para mi
en cada momento, y sobre todo que vea en qué consiste ese designio de amor para
toda mi vida, que es mi vocación. Y dame generosidad para decirte que sí y serte
fiel, en el camino que quieras indicarme para que sea sal y luz en mi trabajo,
en mi familia, en todo el mundo.
El sacramento de la penitencia, es un medio singularmente
eficaz para el crecimiento espiritual. Indispensable para el fiel que habiendo
caído en pecado grave quiere retornar a la vida de Dios.
La dirección espiritual, que puede llevarse fuera del
contexto del sacramento de la penitencia e incluso ser llevada por quien no
tiene el orden sagrado, ayuda a superar el peligro de la arbitrariedad a la
hora de conocer y decidir la propia vocación a la luz de Dios.
(S. Juan Pablo II)
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