martes, 7 de julio de 2015

Decidme Maestro Laínez… S. Ignacio de Loyola (VIII)

Estando un día del mes de Julio del año de 1541, el Padre Maestro Laínez con nuestro Padre Ignacio, le dijo: “Decidme, Maestro Laínez, qué os parece que haríades si Dios nuestro  Señor os propusiese este caso, y os dijese: Si tú quieres morir luego, yo te sacaré de la cárcel de este cuerpo, y te daré la gloria eterna; pero si quisieres aún vivir, no te doy seguridad de lo que será de ti, sino que quedarás a tus aventuras: si vivieres y perseverares en la virtud, yo te daré el premio; si desfallecieres del bien, como te hallare, así te juzgaré. Si esto os dijese nuestro Señor, y vos entendiésedes que quedando algún tiempo en esta vida podríades hacer algún grande y notable servicio a su divina Majestad, ¿qué escogeríades? ¿Qué responderíades?”

Respondió el Padre Laínez: “Yo, Padre, confieso a vuestra Reverencia que escogería el irme luego a gozar de Dios, y asegurar mi salvación y librarme de peligros en cosa que tanto importa”.

Entonces dijo nuestro Padre: “Pues yo cierto no lo haría así, sino que si juzgase que, quedando aún en esta vida, podría hacer algún singular servicio a nuestro Señor, le suplicaría que me dejase en ella hasta que le hubiese hecho aquel servicio; y pondría los ojos en Él, y no en mí, sin tener respeto a mi peligro o a mi seguridad.” Y añadió: “Porque, ¿qué Rey o qué Príncipe hay en el mundo el cual si ofreciese alguna gran merced a algún criado suyo, y el criado no quisiese gozar de aquella merced luego, por poderle hacer algún notable servicio, no se tuviese por obligado a conservar y aun a acrecentar aquella merced al tal criado, pues se privaba de ella por su amor y por poderle más servir? Y si esto hacen los hombres, que son desconocidos y desagradecidos, ¿qué habemos de esperar del Señor, que así nos previene con su gracia y la conserva y aumenta, y por el cual somos todo lo que somos? ¿Cómo podríamos temer que nos desamparase y dejase caer por haber nosotros dilatado nuestra bienaventuranza y dejado de gozar de Él por Él? Piénselo otros, que yo no quiero pensarlo de tan buen Dios, y de Rey tan agradecido y tan soberano.”


(S. Ignacio de Loyola, P. Casanova).



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