Prefiero pintar la verdad desnuda a
cubrirla con un ropaje de leyenda; como si, por el mero hecho de ser uno misionero,
Dios le abrumase a consuelos místicos que le hagan regocijarse en los
sufrimientos, como leemos en los mártires de antaño. Claro que Dios puede
mandar un ángel a Getsemaní; pero dejará
que su Hijo querido apure el cáliz hasta las heces.
En Alaska, como en el resto del mundo,
el reino de los cielos padece violencia, y sólo aquellos que se la hacen le
arrebatan. El que espere en Alaska novedades y poesía, que no venga; porque se
va a llevar tal chasco, que correrá el peligro de echarlo todo por la borda.
Asimismo son indeseables (y no caigan en la tentación de venir) los caracteres
serios, los pesimistas, los mandones, los melancólicos y los endebles.
Después de tres semanas de marchas y
contramarchas alrededor de la misión, obtuve carta de examen –digámoslo así- y
quedé capacitado para agarrarme a las manillas del trineo y lanzarme a la
conquista de las almas. No deja de ser consolador el hecho de que nuestra madre
iglesia se acomoda a todas las gentes y las gana para sí usando las costumbres
de los países respectivos.
(P. Segundo Llorente, 40 años en el Círculo Polar)
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