miércoles, 17 de junio de 2015

Tentaciones de la gloria vana y falsa humildad. S. Ignacio de Loyola (IV).

        Luego procura el enemigo con la segunda arma, es a saber, con la jactancia o gloria vana, dándole a entender que en él hay mucha bondad o santidad, poniéndole en más alto lugar de lo que merece. Si el siervo del Señor resiste a estas flechas, resiste con humillarse y bajarse, no consintiendo ser tal cual el enemigo, trae la tercera arma, que es de falsa humildad, es a saber: como ve al siervo del Señor tan bueno y tan humilde, que, haciendo lo que el Señor manda, piensa que aun todo es inútil, y mira sus flaquezas y no gloria alguna, pónele en el pensamiento que, si alguna cosa halla de lo que Dios Nuestro Señor le ha dado, así en obra como en propósitos y deseos, que peca por otra especie de gloria vana, porque habla en su favor propio. Así procura que no hable de cosas buenas recibidas de su Señor, porque no haga ningún fruto en otros, ni en sí mismo, tanto porque acordándose de lo que ha recibido, siempre se ayuda para mayores cosas, aunque este hablar debe ser con mucha mesura, y movido por el mayor provecho de ellos, digo de sí mismo y de los otros, si halla tal aparejo, y creyendo serán crédulos y aprovechados; así en hacernos humilde, procura de traernos en falsa humildad, es a saber, a una extrema y viciada humildad.


         (S. Ignacio de Loyola, P. Casanova).

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