miércoles, 3 de junio de 2015

Sobre el descanso. S. Ignacio de Loyola (I).

           Además de sus siete horas de oración, se ocupaba en ayudar algunas almas, que le venían a buscar, en cosas espirituales; y todo lo más del día, que le vacaba, daba a pensar en cosas de Dios, de lo que había aquel día meditado o leído. Mas cuando se iba a acostar, muchas veces le venían grandes noticias, grandes consolaciones espirituales, de modo que le hacían perder mucho del tiempo que él tenía destinado para dormir, que no era mucho; y mirando él algunas veces por esto, vino a pensar consigo que tenía tanto tiempo determinado para tratar con Dios, y después todo el resto del día; y por aquí empezó a dudar si venían de buen espíritu aquellas noticias, y vino a concluir consigo que era mejor dejarlas, y dormir el tiempo necesario, y lo hizo así.

         Refería Ignacio el hecho a una monja catalana:

         A muchos acaece, le dice, dados a la oración o contemplación, que antes que hayan de dormir, por ejercitar mucho el entendimiento no puedan después dormir, pensando después en las cosas contempladas y imaginadas, donde el enemigo asaz procura entonces de tener cosas buenas, porque el cuerpo padezca, como el sueño se le quita; lo que totalmente se ha de evitar. Con el cuerpo sano podréis hacer mucho, con el enfermo no sé qué podréis.


         (S. Ignacio de Loyola, P. Casanova).


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