jueves, 30 de junio de 2016

¿Quién no devolvería un amor como este?


Cada detalle conocido de la vida de Cristo, desde la Anunciación a la Ascensión, eran objeto de largas y fervorosas meditaciones del joven monje, que iba madurando. La cueva abierta en la ladera de Belén atraía poderosamente el pensamiento y la imaginación de Roberto.

La hombría del Hombre-Dios era lo que más arrebataba el alma de aquel joven viril. Veía a Jesús como al más bravo entre los valientes, y le enorgullecía sentirse armado por Él “Caballero de la Roja Cruz del Calvario” antes de cumplir los veintiún años.

Cuando Mauro le halló una vez con un dibujo de la Cruz sobre la cual, en el lugar del Cuerpo divino había superpuesto un libro abierto de la Regla, le preguntó con ligereza:

- ¿Qué título orgulloso habéis ideado para esa fantasía?

Roberto levantó sus llameantes ojos y repuso solemnemente:

- ¿Quién no devolvería un amor como este?


Después, señalando con el índice, primero el libro de la Regla y luego la Cruz, añadió:

- Esto es lo que yo le devuelvo por el suyo.

Y así fue creciendo la idea. El amor solo podía ser pagado con amor; la nobleza, con la nobleza; y la Cruz con la Regla.

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

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