miércoles, 22 de junio de 2016

El vicario de Ecully. Santo Cura de Ars (XIII)


El primer acto de su ministerio data del día 27 de agosto de 1815. Fue un bautismo. Desde que se supo que estaba “aprobado” por los señores del Arzobispado, su confesionario se vio sitiado y los enfermos no preguntaron sino por él. “Esto le quitaba mucho tiempo y llegó hasta descuidar la comida”, algo que más tarde se hará habitual. Mas su trabajo comenzaba a ser muy fructuoso y de gran consolación, pues “un gran número de personas que hasta entonces no habían sido muy edificantes en la parroquia cambiaron de conducta después de haber acudido a él”.

“En el púlpito de Ecully era breve, pero claro”. Comenzaba con ello un ministerio que había de costarle rudos esfuerzos, pero que le valdría éxitos sorprendentes. “Según mi parecer, todavía no predicaba bien –dice su hermana Margarita- y sin embargo, cuando le tocaba a él todo el mundo corría a la iglesia”. No tenía reparo en decir verdades muy recias y en fustigar ciertos vicios. Ecully no era ningún oasis de virtudes: la Revolución había abierto profundas llagas, y la proximidad de una gran ciudad no era lo más a propósito para cerrarlas; se iba en pos de los placeres y se bailaba siempre que se ofrecía ocasión.

(El Santo Cura de Ars, Arcaduz)

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