jueves, 9 de junio de 2016

¡No somos como San Benito!


El maestro respondió al joven novicio: 

-Me alegro de que hayáis hablado, hijo mío. Lo que decís no tiene nada de absurdo. ¿Cuál es el conflicto que habéis mencionado? 

-Mi padre me aconsejó entregar todo o nada –contestó Roberto, con el rostro encendido y los ojos fulgurantes-. Me dijo: “Desenvaina tu espada por Dios y no la envaines jamás”. Me dijo: “Sé un verdadero monje, un santo”. Para mí, eso significaba ser como San Benito. Por lo menos, eso es lo que creí que quería decir después de la charla del abad aquel día. Pero maestro, ¡no somos como San Benito! 

El muchacho hizo una pausa. Se sentía turbado por su propia intensidad. Sin embargo, no pudo evitar decir: 

-Estoy preocupado, Padre maestro. Quiero ser el mejor monje posible, lo que para mí significa ser como San Benito. Pero veo tantas desviaciones de su Regla, que no comprendo cómo… Reverendo Padre, ¿no sería la observancia original un regalo más generoso para Dios? 

(Tres monjes rebeldes, P. Raymond)

No hay comentarios:

Publicar un comentario