jueves, 2 de junio de 2016

Todos los afectos y necesidades del corazón. Sacerdote para la eternidad (XVI)


Todos los afectos y las necesidades del corazón del cristiano encuentran, en la Santa Misa, el mejor cauce: el que, por Cristo, llega al Padre, en el Espíritu Santo. El sacerdote debe poner especial empeño en que todos lo sepan y lo vivan. No hay actividad alguna que pueda anteponerse, ordinariamente, a esta de enseñar y hacer amar y venerar a la Sagrada Eucaristía.

El sacerdote ejerce dos actos: uno, principal, sobre el Cuerpo de Cristo verdadero; otro, secundario, sobre el Cuerpo Místico de Cristo. El segundo acto o ministerio depende del primero, pero no al revés (Santo Tomás, S. Th. Supl. q. 36, a. 2, ad 1).

Por eso lo mejor del ministerio sacerdotal es procurar que todos los católicos se acerquen al Santo Sacrificio siempre con más pureza, humildad y veneración. Si el sacerdote se esfuerza en esta tarea, no quedará defraudado, ni defraudará las conciencias de sus hermanos cristianos.

(Homilía de S. José María Escrivá de Balaguer)

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